La química de nuestros océanos está sufriendo importantes cambios. La información sobre la salinidad recogida por la misión SMOS de la ESA se está combinando con otros datos de observación de la Tierra para estudiar ‘el otro problema del dióxido de carbono’ – la acidificación de los océanos.
Esta iniciativa ayudará a los climatólogos y a los biólogos marinos a estudiar mejor la evolución de los océanos.
Más de una cuarta parte de las emisiones de dióxido de carbono son absorbidas por los océanos.
A simple vista, esto podría parecer una buena forma de contener el calentamiento global, pero tiene serias consecuencias.
A medida que aumenta la cantidad de dióxido de carbono disuelta en el agua, ésta se vuelve más ácida y dañina para las formas de vida que habitan los océanos.
La acidificación de los océanos podría alterar muchos ecosistemas a lo largo de este siglo, perjudicando a las especies marinas y a la industria pesquera – una fuente básica de alimentos de la que dependen muchas personas.
Por este motivo, resulta fundamental medir con precisión cómo varía la acidez de los océanos en distintas partes del planeta, ya que estos cambios no son uniformes.
Hasta ahora, estos datos sólo se podían tomar desde buques de investigación y a través de experimentos en laboratorio, lo que claramente limitaba la cobertura de los estudios.
Los investigadores de la Universidad de Exeter, el Laboratorio Marino de Plymouth, Ifremer, la ESA y un equipo internacional de colaboradores están desarrollando un nuevo método que permite cuantificar la acidez de los océanos a escala global utilizando los datos tomados por los satélites.
Al combinar la información sobre la salinidad de los océanos recogida por SMOS con la temperatura de la superficie del mar medida por otros satélites y con otros datos auxiliares, se puede calcular el pH del agua y generar datos de gran precisión que ayudarán a hacer frente al creciente problema de la acidificación de los océanos.
“Al unificar varias iniciativas independientes, hemos logrado utilizar los satélites para determinar de forma sistemática el pH del agua en la superficie de los océanos”, explica Roberto Sabia, ingeniero de datos de observación de la Tierra para la ESA.
“Basándonos en las medidas de la salinidad realizadas por SMOS, pretendemos generar de forma rutinaria un nuevo producto de datos de gran valor añadido: un atlas global del pH en la superficie de los océanos”.
“Los satélites se están volviendo cada vez más importantes para monitorizar la acidificación de los océanos, especialmente en regiones remotas”, añade Jamie Shutler, de la Universidad de Exeter y director de esta investigación.
“Somos los primeros en intentar fusionar este tipo de datos para estudiar grandes áreas de nuestro planeta, lo que nos permitirá identificar de forma fácil y rápida las regiones en las que la creciente acidificación supone un mayor riesgo”.
Esta investigación, que se está llevando a cabo a través del Elemento de Apoyo a la Ciencia (STSE) del directorado de Observación de la Tierra de la ESA, fue presentada ayer en la revista Ciencias Medioambientales y Tecnología.
“Ahora tenemos que evaluar cómo sacar el máximo provecho de los datos recogidos in situ y por los satélites para comprender mejor el proceso de acidificación de los océanos y determinar cómo pueden ser de mayor utilidad estos sistemas de teledetección”, concluye Peter Land, del Laboratorio Marino de Plymouth y autor principal de esta publicación.