Sandra Isabel Jiménez Mateos *
El 24 de abril de 1990, fue lanzado el telescopio espacial Hubble (HST por sus siglas en inglés), un proyecto conjunto de la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA por sus siglas en inglés), siendo el telescopio más productivo de la historia de la astronomía y el que mejor ha mostrado al público la inmensidad del cosmos.
Su nombre se le impuso en honor al astrónomo Edwin Hubble, uno de los más importantes del siglo XX, considerado el padre de la cosmología observacional.
Con su puesta en órbita se inauguró también el programa de Grandes Observatorios espaciales.
La historia del Hubble ha tenido altibajos, comenzando por la primera gran decepción, la primera luz que transmitió a la tierra, la cual reveló graves fallos en la óptica, hasta la situación actual con el Hubble “en perfecto estado”.
En el 2004 ya estaban contemplando darlo de baja, pero su papel fundamental para localizar la galaxia Abell 2218, ubicada a 13,000 millones de años luz de la Tierra (nuestro planeta se considera que tiene menos de 4,500 millones de años), fue su relanzamiento.
Abell 2218 fue presentada el 16 de febrero del 2004 la hasta entonces galaxia más lejana observada (aunque el record le duró poco a éste cúmulo, pues tan sólo unos días después, el 1 de marzo, se anunció el descubrimiento de Abell 1835 IR1916, ubicada a 13,230 millones de años luz).
Los científicos sustentaron con esto la necesidad de mantener activo al telescopio que la NASA estaba pensando jubilar.
Al telescopio se le hicieron diversas mejoras y así ahora su desactivación se programó para el 18 de abril del 2021, con lo cual la misión durará 30 años, 11 meses y 25 días, con lo cual, estará activo todavía cuando su sucesor, el Telescopio Espacial James Webb (JWST) sea puesto en funcionamiento en el 2020, que también es una colaboración NASA-ESA.
Del JWST se espera que sea “una máquina del tiempo” que permita retroceder hasta cuando el universo tenía solo unos 200 millones de años. Con el Hubble ya se lograron capturas de imágenes de hasta unos 500 millones de años después del big bang, y ha fotografiado las que probablemente son las primeras poblaciones de galaxias en el universo.
El Hubble ha contribuido a descubrir fenómenos que ni siquiera imaginábamos antes de lanzarlo, entre ellos; que el universo se expande de forma acelerada, o que cuando se forman estrellas nuevas también se forman planetas.
El telescopio tiene una latitud de 600 kilómetros, en la llamada «órbita terrestre baja», es una órbita alrededor de la tierra entre la atmósfera y el cinturón de radiación de Van Allen, con lo cual queda más allá de la distorsión que produce la atmósfera terrestre.
Esto le da la ventaja de que se pueden eliminar los efectos de la turbulencia atmosférica, que en cambio afecta a los grandes telescopios espaciales puestos en la tierra. Además, también tiene la ventaja sobre los telescopios terrestres, que la atmósfera absorbe fuertemente la radiación electromagnética en ciertas longitudes de onda, especialmente en el infrarrojo, disminuyendo la calidad de las imágenes e imposibilitando la adquisición de espectros en ciertas bandas caracterizadas por la absorción de la atmósfera terrestre. Los telescopios terrestres se ven también afectados por factores meteorológicos (presencia de nubes) y la contaminación lumínica ocasionada por los grandes asentamientos urbanos, lo que reduce las posibilidades de ubicación de telescopios terrestres.
La ESA aporta elementos esenciales para el telescopio y contribuye con el 15% de su mantenimiento; a cambio, los astrónomos europeos tienen garantizado un 15% del tiempo de observación del telescopio.
* Investigadora académica del Instituto de Investigaciones y Estudios Superiores Económicos y Sociales (IIESES), de la Universidad Veracruzana