El cubo de Rubik cumple cuarenta años y para conmemorar esta fecha tan significativa el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología (MUNCYT) expone en su sede de Coruña un mosaico realizado con 4.444 cubos de Rubik y de 1.500 kg de peso. La obra representa el rostro de Albert Einstein y sólo puede ser vista de forma óptima desde un ángulo concreto en función de la altura de cada persona.
Para conseguir esta visión desde las distintas alturas de cada espectador, el mosaico está realizado sobre una plataforma creada ex profeso para la ocasión y que se encuentra suspendida gracias a tres gruesos cables de acero. La plataforma cuenta con tres paneles idénticos, en un ángulo de 90 grados que forman medio cubo y que se sustentan sobre una base inferior.
El autor, Ernesto Fernández, explica: «La creación del mosaico comenzó con el tratamiento informático de la imagen del conocido científico, realizando cientos de modificaciones que permitieron finalmente pixelar la imagen hasta convertirla en un formato Rubik, es decir, a seis colores primarios sin cambio de tonalidad”. A partir de ahí, el autor convirtió la imagen 2D en 3D y elaboró un manual que sirviese de guía para adaptar los 39.999 píxeles en los que quedó finalmente convertida la imagen.
Antes de fabricar la plataforma expositora se calculó el tamaño del mosaico, así como su peso y distribución y el ángulo de exposición, entre otras características. Una vez construida, se adaptaron los 4.444 cubos necesarios, uno a uno, y se cosieron con tres kilómetros de nylon en diversos sectores y fases independientes para evitar su caída.
La coordinadora de la sede coruñesa del MUNCYT, Ana Correas, se mostró muy satisfecha con el resultado del mosaico y aseguró que es «un lujo trabajar con Ernesto y no podemos más que estarle agradecidos por ayudarnos a acercar la ciencia a todos los públicos, a través de un rompecabezas tan familiar como el cubo de Rubik”.
40 años de la invención del cubo de Rubik
Este rompecabezas tridimensional debe su nombre al escultor y profesor de arquitectura húngaro Ernő Rubik, que cuando lo inventó en 1974 le dio el nombre de ‘cubo mágico’. En su origen, este cubo fue utilizado por el profesor húngaro como una herramienta didáctica para mostrar a sus alumnos el proceso de mover partes de una estructura sin que el conjunto entero se viese afectado. Un año más tarde, el 30 de enero de 1975, Ernő Rubik solicitó la patente de la que este año celebramos su 40 aniversario.
En septiembre de 1979 se firmó un acuerdo con la compañía Ideal para venderlo, e hizo su debut internacional en ferias de juguetes de Londres, París, Nürnberg y Nueva York en 1980, transformándose en un fenómeno mundial.
Un cubo de Rubik estándar mide 5,7 cm en cada lado. El rompecabezas consiste de 26 piezas o cubos pequeños. Cada una incluye una extensión interna oculta que se entrelaza con los otros cubos, mientras les permite moverse a diferentes posiciones.
(SINC)