Benjamín Franklin en su experimento con la cometa para atrer electricidad- oléo Benjamín West, Philadelphia Mudeum of Arts

Benjamín Franklin en su experimento con la cometa para atrer electricidad- oléo Benjamín West, Philadelphia Mudeum of Arts


Sandra Isabel Jiménez Mateos *

Maravillado por su descubrimiento, el 29 de julio de 1750 Benjamín Franklin escribe una carta a su amigo londinense, Peter Collinson –y miembro de la Royal Society-, describiendo lo que hoy se conoce como un pararrayos, convirtiéndose el manuscrito en la más antigua descripción del instrumento.

En esa carta Franklin le decía que la carga creada por los relámpagos era la misma carga creada por la energía estática. La propuesta de Franklin era utilizar una alta vara metálica para recolectar la carga eléctrica de los relámpagos. El Instituto Americano de Física tiene la carta de Franklin a Collinson, además de la carta que envió luego del experimento del volantín.

Fue en Boston, Massachusetts, en 1746 cuando Franklin tropezó con los experimentos eléctricos de otros científicos. Rápidamente transformó su hogar en un pequeño laboratorio, usando máquinas hechas con objetos que encontró en su casa.

Franklin pasó el verano de 1747 realizando una serie de experimentos innovadores con la electricidad.

En la carta que envío a Peter Collinson, Franklin usó el término positivo y negativo (más y menos) para describir la electricidad, en lugar de las palabras previamente empleadas de “vítreo” y “resinoso”. Franklin describió el concepto de la batería eléctrica en la carta para Collinson en la primavera de 1749, pero no estaba seguro de cómo esto sería útil.

Después explicó que creía que existían similitudes entre la electricidad y los rayos, como el color de la luz, su dirección torcida, el sonido estruendoso, y otras cosas.

Por el año 1750, deseando probar que los rayos eran electricidad, Franklin comenzó a pensar en proteger a las personas, los edificios y otras estructuras. Esto se convirtió en la idea del pararrayos. Franklin definió como un pararrayos a una barra de hierro de entre 8 y 10 pies de largo que tenía forma puntiaguda en un extremo. Él escribió “el fuego eléctrico sería, creo yo, extraído de una nube silenciosamente, antes de que pudiera estar demasiado cerca para el impacto…” Esa fue parte de la idea que plasmó en la famosa carta Collinson

La idea, conocida como el “Experimento de Filadelfia,” fue probado en mayo de 1752 por el científico francés Thomas-François Dalibard. Utilizando una vara de metal de cuarenta pies, Dailbard logró extraer una carga el eléctrica.

Ese mismo año, el 15 de junio – y supuestamente sin conocer lo ya realizado por Thomas-François Dalibard-, Benjamín Franklin, realizará su conocido experimento de la electricidad atmosférica con la cometa o volantín.

Franklin estaba en Filadelfia, esperando por una tormenta en lo alto de una iglesia Cristiana para completar su experimento (el campanario actuaría como pararrayos). Se impacientó y decidió que una cometa sería capaz de estar más cerca de las nubes de la tormenta.

Con la intención de atraer la carga eléctrica de las nubes, decidió usar una llave de metal y la ató a la cometa; dos días antes del experimento había observado que un clavo de hierro conducía la electricidad desde una esfera de metal. Así hizo la teoría de que el rayo podría evitarse usando una barra de metal conectada a la tierra para vaciar la estática proveniente de una nube.

Con la idea de la llave de metal como atrayente de la electricidad, ató la cuerda de la cometa a un hilo de seda aislante para proteger sus manos.

No fue como dice el mito creado posteriormente, de que lo hizo en medio de una tormenta y que atrajo un rayo, porque si eso hubiera ocurrido el científico hubiera podido morir o por lo menos quedar con graves quemaduras.

De ese experimento su hijo William, de 21 años, fue el único testigo.

15 años después del suceso, Joseph Priestley escribió el primer recuento de ese pasaje en “History and Present Status of Electricity” (“Historia y Estado Presente de la Electricidad”). según indica el sitio USHistory.org., Franklin, estaba preocupado de que su experimento no estuviera resultando cuando notó chispas en la cuerda del cometa.

Priestley narró que “Franklin inmediatamente tocó la llave con sus nudillos, y (dejemos al lector juzgar el exquisito placer que debe haber sentido en ese entonces) el descubrimiento se completó. Franklin percibió una chispa eléctrica muy evidente”.

Franklin utilizaría este conocimiento para construir el primer pararrayos del mundo, el cual colocó en su casa con una alta barra de hierro aislada.

Aún cuando el experimento de Franklin fue posterior al de Dalibard, con el apoyo de Peter Collinson, y con el soporte de la carta enviada inicialmente, un año más tarde, sería honrado con la Medalla Copley por la Sociedad Real por su trabajo, un singular logro para un científico norteamericano, y tres años después sería elegido miembro de la Real sociedad

Sin embargo a Franklin se le sigue cuestionando ser el creador de la idea, porque –para comenzar- creo varias farsas autopublicitarias, y nunca llevó notas detalladas de sus avances ni publicó un recuento personal del evento, aún cuando si lo hizo con otros experimentos.

“Lo que se puede dilucidar de la correspondencia de Franklin es su inquisitiva mente, su deseo de utilizarse a sí mismo como conejillo de indias y su facilidad para reportar sus descubrimientos,” dijo la Sociedad en un tributo a Franklin.

  • Investigadora académica del Instituto de Investigaciones y Estudios Superiores Económicos y Sociales (IIESES), Universidad Veracruzana

Los comentarios están cerrados.