¿Tecnología para el mercado, o para el bienestar humano?

Colector central


Manuel Martínez Morales

Más que los residuos radiactivos

los desechos industriales

los efluvios tóxicos de la información…

Más que mil vertederos

volcados cada día

sobre nuestras cabezas,

el Dinero

único Dios

lo ha contaminado todo

desde las raíces de la tierra

hasta la bóveda del cielo

¡Al contrario de su venerable primo

ha decidido destruir al mundo

en seis días!

A. Laabi.

Si con su trabajo el hombre asegura no solamente su vida inmediata, sino que –haciéndolo en colectivo, en sociedad- se incorpora, mediante la intervención de  fuerzas productivas también elaboradas por él, en un sutil metabolismo con la naturaleza de la que forma parte, entonces ¿cómo resulta que los productos de su trabajo, manual e intelectual, se vuelven contra él?

Es  claro que tal circunstancia no ha sido una constante histórica, sino que se presenta bajo condiciones muy peculiares: una cierta forma de organizarse la sociedad para producir y reproducir sus condiciones de existencia que ha dado lugar, por una parte, a un impresionante desarrollo de las fuerzas productivas -de las que forma parte prominente la tecnología-  que permite una abundante producción de bienes satisfactores de toda clase de necesidades humanas y, por otro lado, ha dado lugar  a la aparición de una enorme desigualdad entre los hombres, destacándose aquella definida por la concentración en unas cuantas manos de la riqueza así producida, y la carencia de  satisfactores mínimos para la mayoría de la población.

Pero no todo esta podrido en esta tierra que es nuestra única morada, camaradas, pues aquella ola que se alzó hace varias décadas sigue su curso, empujándonos en  busca de la modesta felicidad que se deriva del aseguramiento de la sobrevivencia en condiciones dignas, con lo elemental y necesario, sin que nadie disfrute de lo superfluo en tanto un hermano carezca de un pedazo de pan para llevarse a la boca. Aquella ola tal vez no tenga su antigua vistosidad ni sus alucines grandiosos, ¿o será que la ola no está ya donde la buscamos, pues los surfistas hace tiempo se marcharon a otra parte? Dejando que el mercado haga un pálido negocio de lo que ayer fue brillo y espuma, espejos que llevaban a espejos a través de los agujeros de la mente y que hoy aparecen como cartas marcadas y planos de la ciudad y el metro por todas las esquinas para evitar el pánico de perderse y para evitar ser devorados por la devastadora maquinaria tecnológica  que nosotros mismos construimos.

Para evitar pensar que necesitamos otras cartografías, el diseño de máquinas amables, otros aprendizajes, una sabiduría que existe pero nadie sabe donde está. ¿Habrá que seguir buscando la ola en otra parte?

Pero compañero lector, para qué buscarle  changas al maleco, si ya Marx lo había dicho, y lo dijo a voz en cuello: bajo el modo de producción capitalista “a medida que se valoriza el mundo de las cosas se desvaloriza, en razón directa, el mundo de los hombres. El trabajo no produce solamente mercancías; se produce también a sí mismo y produce al trabajador (manual o intelectual) como una mercancía… Lo que este hecho expresa es, sencillamente, lo siguiente: el objeto producido por el trabajo, su producto, se enfrenta a él como algo extraño, como un poder independiente del productor… Hasta tal punto se manifiesta la realización del trabajo como anulación del hombre, que el obrero se ve  anulado hasta la muerte por hambre. La objetivación se revela hasta tal punto como pérdida del objeto, que al trabajador se le despoja de los objetos más indispensables… Todas estas consecuencias vienen determinadas por el hecho de que el obrero se enfrenta con el producto de su trabajo como hacia un objeto ajeno, es decir, como privación de la realidad del obrero, como la pérdida y la esclavitud del objeto, o su apropiación como extrañamiento, como enajenación.” (Carlos Marx: Manuscritos económico-filosóficos de 1844. Ed. Grijalbo, Colección 70; 1968)

En palabras del poeta Antonio Orihuela: es que  el capitalismo construye destruyendo, produce ruinas y rechaza las ruinas, y busca ruinas para destruirlas si no se pueden vender, o si se pueden vender construye ruinas para los buscadores de ruinas, cuando las verdaderas ruinas han desaparecido  ya para siempre. Los berlineses llaman a esto “ostalgie”, una nostalgia que se va comiendo hasta sus propias letras…

En el terreno de la anti metáfora puede sintetizarse lo anterior sosteniendo que tanto el trabajo como el consumo se subsumen al capital, o sea que se trabaja y se consume obedeciendo a la lógica de la acumulación capitalista, dejando de lado el bienestar y la felicidad a que todo ser humano tiene derecho. La producción de mercancías –producir para el mercado, y no para el bienestar general; el valor de cambio de las cosas en sustitución de su valor de uso- que conduce a la explotación, empobrecimiento y enajenación de los hombres está llevando a la especie humana al borde de su extinción.

Esta subsunción tiene su raíz en la subsunción de las fuerzas productivas al capital, lo que se traduce en un uso enajenado –y por tanto irracional- de la tecnología, la cual ya convertida en fetiche conduce a contradicciones que hasta un amplio sector de científicos y tecnólogos se tragan sin chistar, tal vez no tan inocentemente.

Axioma tecnocrático: Si la ciencia y la técnica producen consecuencias indeseables, la misma ciencia y tecnología las corregirán.

El capitalismo te lastima, y te vende el remedio y el trapito:   el capitalismo construye destruyendo, produce ruinas y rechaza las ruinas, y busca ruina para destruirlas si no se pueden vender, o si se pueden vender construye ruinas para los buscadores de ruinas, cuando las verdaderas ruinas han desaparecido  ya para siempre.

¡Ah, esa nostalgia que se come hasta sus propias letras!

Si una economía basada en un consumo energético sustentado en tecnologías devastadoras causa problemas que parecen insalvables,  pues entonces véndeles el remedio y el trapito con las mismas tecnologías. ¿Cambiar el modelo? ¡No jodas, hermano!

Mira, si el planeta se está asfixiando por el calentamiento global, aquí te tengo el remedio, especialmente reservado para ti, en producción especial, con aceite de víbora de cascabel: la Ge-o-in-ge-nie-rí-a, compadre. Para tu mayor comodidad y disfrute viene en un empaque de lujo, científicamente diseñado por nuestros innovadores expertos del MIT, MOT, MUT, METE Y SACA.

-Pero habrá que escuchar a los otros expertos, los nunca candidatos a premios como el NO VE EL- interviene el metiche Mané: como Silvia Ribeiro, del grupo ETC, quien afirma lo siguiente: “El trabajo de hacer que algo tan absurdo y con tantos impactos negativos como la geoingeniería suene como una opción normal se allanó significativamente después de la conferencia de Naciones Unidas sobre cambio climático (COP 21) que culminó en París en diciembre de 2015. Fue quizá una de las peores maniobras en esa reunión, porque, además de los riesgos que implica, la mayoría de la gente no advirtió lo que estaba sucediendo. Lo cierto es que de ser un plan B, que algunos científicos decían era para usar sólo en caso de emergencia por sus graves efectos secundarios, se transformó en un Plan A, sin el cual, sostienen, no tienen sentido las metas de reducción que estableció la COP 21.

La geoingeniería es la manipulación tecnológica intencional, en gran escala, del clima planetario. Incluye una serie de propuestas que sus promotores agrupan en dos modalidades: remover de la atmósfera el exceso de dióxido de carbono y bloquear los rayos del sol, para que disminuya la radiación solar que llega a la tierra y supuestamente baje la temperatura. La geoingeniería no se ocupa de las causas del cambio climático, solamente propone actuar sobre los síntomas (temperatura y exceso de gases), en general como forma de crear nuevos negocios para quienes controlan la tecnología.

Entre otras cosas, proponen fertilizar los mares con hierro, mezclar las capas del oceáno, cambiar la química de los mares, absorber CO2 por medios mecánicos o químicos y enterrarlo en fondos geológicos. En manejo de la radiación solar, incluyen desde blanquear nubes y sembrar árboles transgénicos más brillantes para que reflejen la luz solar, hasta crear enormes nubes volcánicas artificiales para tapar el sol. En 2010, el Convenio de Diversidad Biológica de Naciones Unidas, decidió una moratoria internacional contra la aplicación de geoingeniería, por sus impactos en el ambiente, la diversidad biológica y las comunidades.” (Silvia Ribeiro:Hacia una nueva normalidad climática,http://www.jornada.unam.mx/2016/01/23/opinion/021a1eco)

Además tiene que tomarse en cuenta que intervenciones como las propuestas por la geoigeniería tienen efectos caóticos, pues –abunda Ribeiro- cualquier forma de manipulación del clima global afectará negativamente algunas regiones. En 2014, modelos matemáticos de un amplio equipo integrado por científicos de 21 países mostraron que cualquier forma de alteración tecnológica de la radiación solar desequilibrará (aún más) el clima en los trópicos y subtrópicos, haciendo más extremos los eventos de lluvias, vientos, inundaciones o sequías que ya existen en cada lugar, con efectos que pueden llegar a catastróficos.

No obstante, a partir de que la COP21 acordó que no se debería pasar de 1.5 a máximo 2oC de aumento de temperatura promedio, los científicos que promueven la geoingeniería, algunos vinculados a las empresas petroleras más grandes del planeta, se han dedicado a difundir en los medios que sin aplicar estas tecnologías, esas metas serán imposibles. Critican los resultados de la COP 21 por no tomar medidas más enérgicas ante el cambio climático, tema compartido por muchos, pero apremian a promover activamente y con subsidios públicos el desarrollo de la geoingeniería. Este es precisamente el caso de una carta firmada por 11 científicos que fue publicada recientemente por el diario británico The Independent (reseña en La Jornadahttp://goo.gl/QVDbQ4).

Otros científicos denunciaron el verdadero rol de estas propuestas. Kevin Anderson, director adjunto del Centro Tyndall de Estudios sobre Cambio Climático del Reino Unido, advirtió sobre los peligros de la geoingeniería, que se presenta como solución al cambio climático, cuando no lo es y por el contrario, crea nuevos riesgos. En un artículo publicado en la revista Nature(http://goo.gl/KaluPq), Anderson expresa que es de gran preocupación que la COP 21 haya aceptado usar el concepto de tecnologías de emisiones negativas, eufemismo para nombrar propuestas de geoingeniería como bioenergía con captura y almacenamiento de carbono. Se trata de sembrar grandes monocultivos (mínimo tres a cinco veces la superficie de todo México), quemarlos para generar energía, absorber el carbono resultante, transportarlo en largos ductos o camiones y enterrarlo en fondos geológicos. Pero, además de de otros problemas, es una idea irrealizable. ¿Ficción científica, o simple engaño?

Ciencia y tecnología para remediar los devastadores efectos del ejercicio enajenado de la tecnociencia no puede traer más que una mayor devastación planetaria y una mayor enajenación pintada con maquillaje pseudocientífico.

¿Y esa montaña? –pregunta Orihuela- Se llama orden social,/ por ella baja la dominación/ tan natural como la lluvia.

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