Para mejorar la capacidad de memorización, estudiantes de Ingeniería Eléctrica de la Universidad Nacional de Colombia Sede Manizales crearon un biosensor de aprendizaje para mejorar la concentración y la capacidad de memorización mediante el llamado «ruido rosa»
El soporte es aparentemente sencillo, pues el dispositivo electrónico, que se puede adaptar a cualquier audífono, cuenta con un micrófono por el cual se captura la respiración, que se convierte en ruido rosa mediante un transistor interno; al escucharse por medio de audífonos contribuye a modificar las ondas adecuadas para la concentración y la memorización. El prototipo cuenta, además, con una entrada de audio para grabar palabras desconocidas.
El objetivo de esta iniciativa se dirige a que el dispositivo se utilice en los institutos de idiomas como una herramienta útil para incrementar la posibilidad de memorizar, teniendo en cuenta que mediante la utilización del ruido rosa se logra una onda apta para la concentración.
“El ruido rosa, cuyo nivel sonoro se caracteriza por una densidad espectral inversamente proporcional a la frecuencia, es una señal de valores aleatorios, pero bajo en amplitud para las frecuencias altas. Se utiliza también para analizar el comportamiento de altavoces, equipos de sonido, etc., y es generado entre 20 Hz y 20 kHz”, detallaron Sergio Martínez y Valeria Villegas, los estudiantes creadores del prototipo.
Los creativos explicaron que dicho ruido, como método de aprendizaje, trata de elevar la conciencia a otros estados al generar un movimiento capaz de alterar las ondas Beta y Alfa cuando la persona lo escucha, lo que aumenta su grado de conciencia. “En otras palabras, el ruido rosa tiene como objetivo cambiar el estado en que se encuentra el cerebro mediante la difusión de una frecuencia de onda determinada; la persona que esté conectada con el dispositivo logra sentir sus efectos en el organismo”, sostuvieron los investigadores.
En la actualidad no hay un dispositivo que por medio del biofeedback se aplique en la memorización de su función al cambiar el procesamiento de las ondas cerebrales.
Para la educación
Los estudios previos al diseño del biosensor permitieron advertir que hay estudiantes de colegios y universidades con dificultad para aprender otros idiomas o manejar correctamente el propio. “Un análisis de la Revista Dinero muestra que el 37,8 % de los alumnos en el país tienen un nivel básico de lengua extranjera, que para nuestro caso es el inglés, y un 5,5 % tiene un nivel intermedio”, sostuvo la pareja universitaria.
Por otro lado, como se planteó en la investigación, al tratarse de un dispositivo electrónico, el biosensor no causa mayores impactos ambientales o ecológicos. En el ámbito donde tendrá mayor impacto será en el social, al poder implementarlo como herramienta de trabajo de quienes deseen aprender idiomas sin ningún límite de edad, optimizar el tiempo de estudio y mejorar la capacidad de memorización.
“Teniendo en cuenta que el biosensor puede causar un impacto negativo en las personas al crear cierta dependencia, se sugiere un límite de horas diarias o semanales, según la intensidad con que se estudie el idioma”, comunicaron los futuros ingenieros.
Por último, el circuito se diseñó con ayuda de simuladores (Isis, Ares y Proteus), después se imprimió en una baquela de cobre, luego de lo cual se ensamblaron los componentes y se realizó el montaje del prototipo.