El Protocolo de Kioto, ratificado el 16 de febrero de 2005, después de 8 años de su firma inicial

Ocho años tardó el Protocolo de Kioto en poder entrar en vigor a partir de su firma el 11 de diciembre de 1997, siendo ratificado el 16 de febrero de 2005.

El Protocolo fue firmado en 1997, por los principales países industrializados, miembros de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), cuyos representantes se reunieron en Kioto (Japón) para buscar una solución conjunta al calentamiento global. Su objetivo era reducir las emisiones contaminantes a nivel global en un porcentaje de al menos un 5% en el periodo 2008-2012, tomando como referencia las emisiones de 1990.

El acuerdo entró en vigor hasta 2005, pues se había acordado que no sería de obligado cumplimiento hasta que los países industrializados responsables de al menos el 55% de las emisiones de Co2 ratificasen el acuerdo. Tras la firma de Rusia en 2004, gracias a un acuerdo con la UE, el protocolo pudo entrar en vigor. EEUU, el mayor emisor de gases contaminantes del mundo dijo asumir el acuerdo, pero el expresidente de Estados Unidos, Bill Clinton, no lo firmó y por tanto tampoco el Congreso de ese país lo ratificó, ante lo cual en 2001 se retiró por completo del protocolo, con el argumento de que lo consideraban ineficiente para lograr el objetivo planteado.

Según cifras de la ONU, si las emisiones de gases de efecto invernadero provocadas por el hombre siguen aumentando, la temperatura media de la atmósfera inferior de la Tierra podría incrementar en más de 4º C a finales del siglo XXI.

El protocolo busca la reducción de emisiones de seis gases de efecto invernadero: dióxido de carbono, (CO2), metano (CH4), óxido nitroso (N2O), hidrofluorocarbonos (HFC), perfluorocarbonos (PFC) y hexafluoruro de azufre (SF6).

Además del cumplimiento en la reducción de emisiones, el protocolo promueve la generación de un desarrollo sostenible mediante el uso de energías limpias y renovables.