Manuel Martínez Morales
A pesar de las crecientes inversiones en los campos científico y de la innovación, México aún enfrenta rezagos en cuanto a su capacidad de generar y aplicar el conocimiento; además, mantiene una insuficiente vinculación con el ámbito productivo.
En su diagnóstico, dado a conocer en marzo del presente año sobre el Programa de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico, la Secretaría de Educación Pública (SEP) advierte que esto se debe en gran medida a baja inversión, tanto pública como privada, pero también a un sistema educativo rígido, que no promueve la innovación, e insuficientemente vinculado con el ámbito productivo.
Detalla el documento que la contribución de México a la producción mundial de conocimiento no alcanza uno por ciento del total; los investigadores mexicanos por cada mil miembros de la población económicamente activa, representan alrededor de un décimo de lo observado en países más avanzados y el número de doctores graduados por millón de habitantes (29.9 por ciento) es insuficiente para lograr en el futuro próximo el capital humano que requerimos.
El informe, elaborado como parte del Programa Anual de Evaluación del Ejercicio Fiscal 2015 de los Programas Federales de la Administración Pública y para la integración del proyecto del Presupuesto Federal de Egresos 2016, advierte que si bien México ha buscado impulsar el posgrado como un factor que estimule el quehacer científico, la innovación tecnológica y la competitividad, en las décadas pasadas avanzó en esta meta, pero no a la velocidad que se requiere y con menor celeridad que otros países.
Destaca que la investigación de frontera es un elemento importante para que el país transite hacia su inserción en la sociedad del conocimiento. Sin embargo, se detectó que los recursos promedio invertidos por miembro del Sistema Nacional de Investigadores en proyectos de investigación científica básica por conducto del Fondo Sectorial de Investigación en Educación SEP-Conacyt, ascendieron en 2007 a 58 mil 600 pesos, a precios de 2012.
Pese a que este fondo aumentó su asignación a 937.1 millones de pesos en 2012, el promedio recibido por investigador fue de 50 mil 500 pesos, monto menor al de 2007. El diagnóstico subraya que es necesario que México invierta más recursos conforme aumente su capital humano dedicado a labores de investigación.
En la evaluación del programa se indica que una de las características más evidentes en el caso de México es la desvinculación entre los actores relacionados con el desarrollo de la ciencia y la tecnología, y las actividades del sector empresarial.
El sector empresarial históricamente ha contribuido poco a la inversión en investigación y desarrollo, se dice en el informe, situación contraria a la que se observa en otros países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, donde aporta más de 50 por ciento de la inversión total en este rubro.
Señala que la desarticulación del sistema se debe revertir en la administración pública federal y entre las entidades federativas, pues considera que en su mayoría estimulan débilmente la participación de sus sociedades en actividades de ciencia, tecnología e innovación, desaprovechando sus capacidades y sus vocaciones.
Se recomienda aumentar la disponibilidad de capital semilla o de riesgo para incentivar la generación de empresas con base tecnológica, pues advierte que se requiere consolidar la continuidad y disponibilidad de los apoyos necesarios para que los investigadores en México puedan establecer compromisos en plazos adecuados con la finalidad de abordar problemas científicos y tecnológicos relevantes, permitiéndoles situarse en la frontera del conocimiento y la innovación, y competir en los circuitos internacionales.
Si bien el informe destaca puntos importantes sobre las limitaciones y carencias en el sector de ciencia y tecnología, omite hablar de la necesidad de elaborar un programa de desarrollo científico y tecnológico, pertinente y factible para el país, cuya elaboración y ejecución correspondería a las dependencias del ramo, las instituciones de educación superior donde se desarrolla la mayor parte de la investigación científica en el país y los centros de investigación descentralizados, asociaciones científicas y a la propia comunidad de investigadores. Siendo deseable que la divulgación y socialización del conocimiento científico fueran consideradas parte del ciclo de la investigación, como ya sucede en otras partes del mundo.
Aun cuando se menciona de pasada que la situación en ciencia y tecnología se debe en gran medida a baja inversión, tanto pública como privada, se dice también que obedece a un sistema educativo rígido, que no promueve la innovación, e insuficientemente vinculado con el ámbito productivo.
Yo añadiría que se debe “desburocratizar” la investigación científica en México, pues el excesivo número de requerimientos puramente formales, ya sea para concursar por apoyos a proyectos, o para ser incluido en algún programa de estímulos, actúan como una camisa de fuerza, siendo contrarios al espíritu creativo que está en la base de los procesos de los que surge la investigación científica.
Reflexionar para comprender lo que se ve y lo que no se ve.