Las especies exóticas invasoras terrestres y acuáticas representaron un costo aproximado de 120 mil millones de dólares en Estados Unidos en el año 2005 por pérdidas económicas. Sólo por peces exóticos se destinaron hasta 5 mil 400 millones de dólares para hacerles frente, según Jordi Parpal Servole, del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
El término especie exótica hace referencia a la flora, fauna, hongos, virus y bacterias que no se distribuyen de manera natural en un sitio. Se les llama invasoras cuando, además de no pertenecer al lugar, sobreviven, se reproducen de manera descontrolada y se establecen fuera de su ambiente natural, causando daños a la biodiversidad, a la economía, a la salud y a la cultura.
En México no existen suficientes datos sobre los costos que representan estas especies, señaló Parpal, pero un ejemplo sería la presencia del pino salado (Tamarix ramosissima), un arbusto con presencia en el norte del país que crece a las orillas de los ríos y absorbe mucha agua, generando la desecación de las cuencas. En Estados Unidos ha costado 300 millones de dólares controlarlo.
La presencia del pez diablo o plecos en la presa El Infiernillo, Michoacán, es otro ejemplo: causó pérdidas a los pescadores de la zona por 36 millones de pesos. Hypostomus Plecostomus desplazó rápidamente a la tilapia, pez de consumo humano y sostén de la economía local. Originario de la cuenca del río Amazonas en Sudamérica, su depredador natural es el cocodrilo y en México no hay presencia de estos reptiles en presas.
“Si las especies exóticas invasoras no tienen depredadores ni enfermedades que las controlan, el clima les es favorable o cuentan con mucho alimento, es cuando representan una amenaza a ecosistemas, salud, economía y cultura de un país. Una vez que se establece la especie es muy difícil hacer algo al respecto o poder erradicarla”, señaló Ana Isabel González, subcoordinadora de Especies Invasoras de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).
La especialista señaló que deberían ser considerados un problema de seguridad nacional al ser el tercer factor de presión a la biodiversidad de México, detrás del cambio climático y destrucción de hábitat. El impacto social o cultural es la pérdida de identidad y tradiciones relacionadas con las especies nativas.
México ha asumido compromisos al respecto, enmarcados en el Convenio sobre Diversidad Biológica. En el artículo 8 se establece en términos generales que, en la medida de lo posible, cada parte impedirá que se introduzcan, controlará o erradicará las especies exóticas que amenacen a ecosistemas, hábitats o especies.
Con la finalidad de saber cuáles son, dónde están y evaluar su potencial riesgo, la Conabio cuenta con un Sistema de Información sobre Especies Invasoras en México. Además, el 7 de diciembre se publicó en el Diario Oficial de la Federación la Lista de las Especies Exóticas Invasoras para México, con el fin de “prevenir su introducción y evitar que causen graves desequilibrios ecológicos que implican cambios en la estructura y composición de las comunidades al desplazar poblaciones de especies de la vida silvestre o incluso causar la pérdida de las mismas, cambios en el funcionamiento de los ecosistemas con la consecuente degradación de su integridad ecológica, reducción de la diversidad genética de especies nativas y transmisión de enfermedades con efectos zoonóticos”.
Por su parte, Gerardo Suzán Azpiri, investigador de la Facultad de Medicina, Veterinaria y Zootecnia de la UNAM, indicó que «en fechas recientes se ha clasificado a bacterias, protozoarios, hongos y virus especies invasoras, patógenos que pueden tener como hospederos a flora y fauna y en algún momento afectar a seres humanos o causar muerte de ganado y especies silvestres».
Fue el caso de la rabia cuyos portadores son perros y gatos que en contacto con cánidos silvestres, cuyas poblaciones son genéticamente muy parecidas al perro, quedaban totalmente desprotegidas. Se ha relacionado a la rabia con la extinción del perro salvaje (Lycaon pictus) y el lobo etíope (Canis simensis).
“La salud está ligada totalmente a la conservación de la naturaleza. Estudios pequeños y casos específicos probaban que si se deforesta aumentan los roedores que transmiten el hantavirus, enfermedad que en los humanos causa fiebre hemorrágica viral, fiebre hemorrágica con síndrome renal y síndrome pulmonar con hantavirus”, apuntó Suzán Azpiri.
El científico indicó que su grupo de investigación hizo un meta-análisis de estudios realizados en el continente sobre el tema y demostraron que tanto en México como en Argentina, Canadá y Estados Unidos, todos los roedores que transmiten el hantavirus son favorecidos cuando se deforesta. “Es un problema de salud pública y de conservación”, sentenció.
Adenovirus, rabia, virus del Nilo, dengue, chikungunya y zika son patógenos que usan como vector a algún animal y que al salir de su lugar de origen han representado problemas de salud pública por entrar en contacto con las personas, por lo que la pérdida de biodiversidad, resaltó Suzán Azpiri, suele tener efectos negativos en la salud humana.
Los especialistas fueron ponentes en el seminario “Especies exóticas invasoras y sus impactos en ecosistemas y biodiversidad”, realizado en Valle de Bravo, Estado de México, del 24 al 26 de abril, e impartido por el Fondo para la Comunicación y Educación Ambiental.