Arquitecto, diseñador e inventor, el estadounidense Richard Buckminster Fuller dedicó su vida a tratar de responder a la pregunta: “¿Tiene la humanidad una posibilidad de sobrevivir final y exitosamente en el planeta Tierra y, sí es así, cómo?”. Para ello acuñó varios conceptos que hoy se utilizan asiduamente, como ‘sinergia’, impulsó una filosofía consistente en ‘hacer más con menos’ y apostó decididamente por las energías renovables y la conservación del medioambiente.
Nació el 12 de julio de 1895, en Los Ángeles, EEUU. Durante su vida se consideró a sí mismo un individuo medio, sin especiales medios económicos o título académico, eligió dedicar su vida a esta cuestión, intentando descubrir si un individuo podía mejorar la condición humana de una forma que no podían hacer los gobiernos, las grandes organizaciones o las empresas privadas, aunque su capacidad inventiva se mostró desde los 12 años, cuando mostró un sistema que permitía remar mirando en el sentido de la marcha del bote.
De hecho no ejerció una profesión determinada, además de que fue expulsado de Harvard dos veces: primero, por derrochar su dinero en juergas con una compañía de vodevil y más tarde por su «irresponsabilidad y falta de interés».
Aún así, por su trabajo y su contribución a la humanidad, recibió múltiples títulos de Doctor Honoris causa.
Fuller se dio a conocer en 1949 con uno de sus inventos más populares, la cúpula geodésica, de las que se hicieron cientos en todo el mundo.
En 1927, a los 32 años, en quiebra y sin trabajo, viviendo en un bajo de Chicago, su hija menor Alexandra murió de polio y meningitis espinal. Se sintió responsable, lo que le llevó a beber y estuvo al borde del suicidio. En el último momento decidió en cambio embarcarse en «un experimento, para descubrir si un individuo puede contribuir a cambiar el mundo y beneficiar a toda la humanidad».
Fuller aceptó un puesto en una universidad pequeña de Carolina del Norte, el Black Mountain College. Allí, con el apoyo de un grupo de profesores y estudiantes empezó a trabajar en el proyecto que le haría famoso y revolucionaría el campo de la ingeniería, la cúpula geodésica.
Era una cúpula de 14 pies (4,2 metros) de diámetro construida con tubos de aluminio y una cubierta de vinilo en forma de tetraedro. Para probar su diseño, Buckminster y muchos estudiantes que habían ayudado en su construcción se colgaron de la estructura ante los atónitos espectadores. El gobierno estadounidense reconoció la importancia del invento y le contrató para hacer pequeñas cúpulas para el ejército. En pocos años había miles de estas cúpulas en todo el mundo.
Hoy llamamos fullerenos a los ‘balones’ o esferas moleculares de carbono por su parecido con esa estructura. También aportó grandes innovaciones en el campo de la vivienda y el transporte baratos y sostenibles, y desarrolló el concepto de ‘dymaxion’ aplicado a objetos como una casa, un coche o un mapa, por ejemplo, con la idea de conseguir un aprovechamiento máximo con la mínima energía.
Falleció el 1 de julio de 1983 a causa del cáncer que le provocó un infarto al miocardio