En América Latina tendrá lugar, en el futuro inmediato, un proceso de reformas educativas de tercera generación que traerán consigo un mayor control financiero sobre el sector, flexibilidad para la libre contratación de profesores y una tendencia cada vez más favorable hacia la privatización, todo esto bajo la idea de que la educación es una mercancía, advirtió el doctor Virgilio Álvarez Aragón, investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Estocolmo, Suecia, durante la conferencia magistral que ofreció en la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Invitado por la maestría en Desarrollo y Planeación de la Educación de esta sede académica, el doctor en Estudios comparados de la Universidad de Brasilia señaló que a esta tendencia es posible que se oponga otra a la que denominó “reforma ciudadana” que buscaría controlar los efectos perversos de las reformas de primera y segunda generación, y tendría como foco el énfasis de “la socialización del compromiso público; es decir, una escuela vinculada a la sociedad y un debate ciudadano de la educación como un derecho, no como mercancía”.
El doctor Álvarez Aragón sostuvo que en los países latinoamericanos se impulsaron dos generaciones de reformas educativas; la primera iniciada al comienzo de los setenta, que buscaba ajustarse a los lineamientos de organismos internacionales como el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo, la preeminencia de la teoría del capitalismo humano.
Y la segunda generación, reformas “impuestas por la globalización”, que a partir de los años 90 se enfocan al tema de la calidad y por ello genera todo un debate al discutirse temas como la constante revisión de los planes de estudio, el énfasis en el dominio de la matemática, el descuido de las humanidades y la estética, así como la discusión en torno a la carrera docente.
El problema con estas reformas, dijo el doctor Álvarez Aragón, es que 90 por ciento de ellas fue hecho sin tener una base de comparación. “Nadie midió cuáles son los aprendizajes con que se cuenta para ver hacia dónde se quiere cambiar”. No se tuvieron ni se tienen “espacios experimentales, entendidos como aquellos donde los métodos y sobre todo las políticas puedan ser puestos a prueba.
El investigador reconoció que no puede negarse que en el mundo entero se ha ampliado la cobertura en enseñanza básica, y “si lo que se quiere es que los individuos permanezcan mayor tiempo en la escuela, las reformas indudablemente lo han logrado” y son escasos los que no han conseguido la universalización en educación básica, aunque en América Latina, sólo Haití y Guatemala registran un decrecimiento en este índice en los últimos cinco años, así como los países “altamente conservadores” del mundo musulmán, como Afganistán e Irak.
Dijo que en algunos países de América Latina está consolidándose la identidad nacional de que la educación es un derecho y “me parece que el movimiento chileno por la educación es ejemplar en el mundo”. Es en este país, donde luego de establecidas las reformas desde los años setenta hasta hoy, se ha puesto a la educación en el centro del debate de la sociedad.
El académico comparó este proceso con el que dio paso al 68 francés, pues en aquel entonces el movimiento “pudo romper la relación entre la sociedad civil y sociedad pública, juventud adulto y educación, y tal pareciera que el movimiento chileno es casi un 68”.
Señaló que con las reformas impuestas en las últimas tres décadas se puso a la educación al servicio de la economía, y “yo creo que es momento de poner la economía no al servicio de la escuela, sino del ciudadano”.