Ida Darwinius masillae, el antepasado mas primitivo del hombre

Ida Darwinius masillae, el antepasado mas primitivo del hombre


Sandra Isabel Jiménez Mateos *

Un equipo internacional de científicos presentó en Nueva York el estudio de los restos de un animal que presumieron como el ancestro más primitivo de los humanos y todos los primates modernos, descubierto hasta ahora: Un prosimio relacionado con los antropoides, similar a lo lémures actuales, que vivió hace 47 millones de años en Grube Messel, cerca de Darmstadt (Alemania).

Los investigadores localizaron el 95% del esqueleto fosilizado de esta especie, 20 veces más antiguo que la mayoría de los restos relacionados con la evolución humana y lo denominaron ‘»Darwinius masillae'», tanto en honor a Darwin, como por el lugar donde fue descubierto el fósil, el cual después se acotó a Ida.

Sir David Attenborough, durante la presentación de los restos en el Museo de Historia Natural de Nueva York, el 18 de mayo de 2009, lo llamó “el eslabón (que) ya no está perdido”.

Los científicos que trabajan en los restos consideraron que su impacto en el mundo de la paleontología sería como ‘»un asteroide caído en la Tierra'» al completar la búsqueda de una conexión directa entre los humanos y el resto del reino animal que inició Darwin con su Teoría del Origen de las Especies.

Los resultados de la investigación de este prosimio europeo se publicaron en la revista PLoS ONE.

Ida fue descubierto en 1983 unos cazadores de fósiles aficionados, quienes localizaron el ejemplar excepcionalmente bien conservado en el yacimiento de la caldera de Messel, cerca de Frankfurt, Alemania, una cantera abandonada calificada como Patrimonio de la Humanidad de la Unesco por sus pizarras que guardan abundantes fósiles del Eoceno, entre 56 y 34 millones de años atrás, que fueron vendiéndolo en partes.

Durante más de dos décadas, la pieza permaneció en manos privadas, hasta que en 2006, en una feria en Hamburgo, un tratante le mostró las fotografías a Hurum, quien supo que se encontraba ante un hallazgo ‘»sensacional'». ‘»Pasé dos noches sin dormir pensando en este espécimen'», relató.

Tras pagar un precio que el diario británico The Guardian sitúa en torno al millón de dólares, Hurum congregó a lo que él define como un dream team de expertos, capitaneado por el director del Museo de Paleontología de la Universidad de Michigan y uno de los principales especialistas de EEUU, Philip Gingerich.

Finalmente, pudieron recuperarse los restos y se inició la restauración, que se terminó en el 2009.

Su análisis ha revelado que se trataba de una hembra joven, tanto que todavía conservaba los “dientes de leche”. Por sus manos y sus pies, y la disposición de los dedos, se sabe que era un primate. También se ha podido averiguar, por su tripa, que era un herbívoro que comía frutas, semillas y hojas. Cuando murió, Ida no tenía más de nueve meses y apenas había crecido un 60% de su pesos adulto, que habría alcanzado unos 900 gramos.

Los investigadores, dirigidos por Jens L. Franzen, explican en su artículo que en el Eoceno, después de la extinción de los dinosaurios, comenzó a establecerse el modelo de mamíferos modernos que hoy conocemos, como los caballos, las ballenas y, cómo no, los primeros primates, que disfrutaban de un clima subtropical en Europa y buena parte de todo el planeta.

Ida carece de dos características anatómicas predominantes en los lemures: una especie de garra en formación en el segundo dígito del pie y una fila fundida de dientes en mitad de su quijada inferior. Además, el revestimiento de sus ojos es como el nuestro, por lo que quizás podían ver en tres dimensiones.

Como todos los primates, también tenía cinco dedos en cada mano, lo que era muy útil para subir a los árboles y recoger fruta, y unos brazos flexibles y cortos, como las piernas, y también como nuestra propia especie. Las radiografías han revelado que tenía una muñeca rota, fractura que pudo llevarla a una muerte temprana. En aquella época, el lago Messel se cubría a menudo de un gas de dióxido de carbono de origen volcánico, lo que hizo más difícil su supervivencia con un hueso roto.

Finalmente, se hundió en el agua, quedando atrapada en su parte inferior, donde unas condiciones únicas permitieron que sus restos se preservaran a lo largo de 47 millones de años.

‘»Este fósil va a obligarnos a reescribir nuestros conocimientos sobre la evolución temprana de los primates'», ha asegurado el paleontólogo Jörg Habersetzer, del Instituto Senckenberg de Frankfurt (Alemania).

* Investigadora académica del IIESES de la Universidad Veracruzana

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