En México 26 por ciento de los comerciales trasmitidos durante la programación infantil de los canales de televisión abierta promueven el consumo de bebidas y alimentos altos en grasas, azúcares y sodio. La ingesta elevada de estos componentes alimenticios está asociada a enfermedades como el sobrepeso, la obesidad, la diabetes, la hipertensión y las dislipidemias o alteraciones de lípidos en la sangre.

La licenciada en nutrición Diana Pérez Salgado, egresada de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), afirma que los niños son “bombardeados” con la publicidad de los llamados alimentos chatarra.

En el estudio Publicidad de alimentos en la programación de la televisión mexicana, Pérez Salgado apunta que hay una marcada diferencia entre los anuncios difundidos en programas infantiles y los que circulan durante la programación para adultos.

“Mientras que a los niños se les dirigen mensajes sobre bebidas y cereales azucarados, así como grasas; a los adultos se les venden bebidas sin calorías y alimentos que están asociados con un peso corporal saludable. Es irónico que a los niños, que son muy vulnerables, se les ofrezca los más dañino; y a los adultos, productos para no ganar peso y para perderlo”.

El trabajo fue distinguido en 2010 con el primer lugar del Premio Fondo Nestlé en Investigación en Nutrición en la categoría de Investigación Socioantropológica, entregado por esta empresa, la Fundación Mexicana para la Salud y el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, entre otras instancias.

En la investigación se expone que 17 por ciento de la programación de los once canales de televisión abierta está destinado a comerciales; 20 por ciento de la programación dirigida a niños son anuncios y del total de los comerciales vistos por el público infantil 26 por ciento son publicidad de alimentos y bebidas altos en grasas, azúcares y sodio.

Los alimentos chatarra, las bebidas azucaradas y los caramelos son los productos que más se anuncian en los horarios destinados al público infantil, seguidos por los cereales con azúcar añadido, los pastelitos, frituras y galletas; y en tercer lugar alimentos como  cereales, pan, tortillas, tostadas y grasas y aceites para cocina.

La principal estrategia utilizada para publicitar estos productos son las promociones, con un 56 por ciento del total de los anuncios: obsequiando juguetes u ofreciendo participar en algún concurso.

La segunda es la asociación con emociones positivas: niños alegres en alguna aventura o diversión. La aparición de algún cantante, actor, deportista o figura pública representa el tercer el método para anunciar estos alimentos.

El texto también indica que 15 por ciento de la programación vista por adultos son comerciales. De éstos, los dedicados a alimentos y bebidas, son sobre todo refrescos bajos en calorías, agua baja en sales y comestibles con edulcorantes.

Pérez Salgado asegura que estas cifras y la caracterización de los comerciales por edad de las personas a quienes están dirigidos nunca se habían registrado en algún estudio en México: “hacía falta el registro cuantitativo y cualitativo de los anuncios, evidenciar qué se publicita y cómo, ni siquiera esa información había para nuestro país, faltaba la evidencia de qué están viendo los niños”.

“A los niños se le anuncian más alimentos que a los adultos y son los que contienen más grasas, calorías y sodio por porción”. Y advierte: “cero anuncios de alimentos saludables en lo que nosotros monitoreamos”.

Para esta investigación se monitorearon los 11 canales de televisión abierta, cada uno un día entre semana y un día en fin de semana, de julio a octubre de 2007. Se grabaron 330 horas de programación y se registró la duración de cada comercial y el tipo de programa en que apareció.

La investigadora señala que la legislación en materia de regulación de publicidad en alimentos en México es escueta y poco clara.

En 2009 se firmó el Código de Autorregulación de Alimentos y Bebidas Dirigidas al Público Infantil entre productores, la Secretaría de Salud y la Procuraduría Federal de Consumidor, el cual no restringe el tipo de programación ni de productos, incluso carece de un apartado con la definición de sus conceptos básicos y de un capítulo con las sanciones a las empresas que infrinjan lo convenido.

Agrega que lo referido en el artículo 67 de la Ley General de Radio y Televisión es ambiguo. Esta ley consigna que la publicidad no debe ser engañosa, no debe exagerar o falsear las propiedades de los productos, ni distorsionar los hábitos de la buena nutrición. En opinión de la experta, la publicidad en televisión no cumple con tales características.

Pérez Salgado asegura que el último intento por llevar adelante una propuesta de regulación no procedió porque ésta se encontraba poco justificada con argumentos científicos y por la falta de énfasis en las encuestas nacionales de salud y nutrición.

Además quienes impidieron su avance afirmaron que se intentaba estigmatizar ciertos productos, que México está sujeto a numerosos acuerdos económicos que prohíben barreras injustificadas al comercio y que la obesidad es un problema de origen multifactorial, no sólo debido al consumo de algunos tipos de alimentos.

La investigadora sostiene que “la regulación en la publicad de alimentos ya no puede esperar más, si bien la obesidad es un problema multifactorial, hay que ir atacando cada uno de esos factores, entre ellos la publicidad”.

Considera que la regulación de los anuncios de alimentos no es una utopía, se logró con el tabaco, producto del cual se prohibió la publicidad en medios electrónicos, se aumentó el impuesto a su venta y se han hecho intervenciones educativas en las escuelas.

“Si el gobierno pone ciertos lineamentos, entonces las empresas se verán obligadas a desarrollar productos más saludables para que se puedan publicitar y promover; es cuestión de respetar los intereses comerciales y las decisiones individuales, pero viendo por el bienestar de la población”, concluye.

Los comentarios están cerrados.