Hace más de dos décadas, la joven Anne Christine Gschaedler llegó a México proveniente de Francia para hacer una estancia posdoctoral de un año. Sin darse cuenta, sus planes cambiaron y el periodo se amplió por tiempo indefinido. Adoptó este país como suyo y ha contribuido con él siguiendo múltiples líneas de investigación.
El Centro de Investigación y Asistencia en Tecnología y Diseño del Estado de Jalisco (CIATEJ) le abrió las puertas para abordar diversos proyectos enfocados en biología molecular y biotecnología. Su carrera científica ha sido en México trabajando intensamente en el estudio de microorganismos involucrados en la fermentación de alimentos tradicionales, especialmente de bebidas derivadas de agave, como el tequila y el mezcal. Actualmente es la directora del área de Biotecnología Industrial en la unidad Zapopan.
La doctora en biotecnología e industrias alimenticias por el Instituto Politécnico de Lorraine, en Nancy, Francia, recuerda la época en que inició esa aventura y, a la distancia, dice estar contenta con la experiencia profesional y personal que ha tenido en México.
En 1994 llegó al CIATEJ como parte del programa Cátedras Patrimoniales nivel II del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), dirigido a profesores extranjeros visitantes con interés de desempeñar actividades docentes y de investigación en una institución mexicana por un año renovable a dos.
Potencial de crecimiento
En entrevista, comparte con la Agencia Informativa Conacyt que permanecer un año fue —al principio— un plazo que veía difícil de cumplir, pues el primer obstáculo que tenía enfrente era el idioma, y es que decidió venir a México sin hablar español.
“Mi mayor duda para venir a México era el idioma, porque no hablaba nada de español. Me vine pensando que si no funcionaban las cosas, en tres o cuatro meses regresaba a Francia”, explica.
El trabajo arduo, las ganas de hacer investigación pero, sobre todo, el potencial de crecimiento que veía en ese centro público de investigación, hicieron que en poco tiempo se convenciera más que en tierra azteca estaba su futuro profesional.
Esos factores contribuyeron a que su falta de dominio del idioma no fuera una barrera, por el contrario, de manera natural y en poco tiempo logró entenderlo y hablarlo con facilidad, aunque todavía conserva el acento de su lengua materna.
Su trabajo habló por sí mismo y una vez concluido el año de estancia le propusieron ampliarlo uno más, y este a su vez se convirtió en un contrato por tiempo indefinido cuando le propusieron una plaza como profesora investigadora.
“No me arrepiento de haber tomado la decisión de quedarme en México a hacer mi carrera profesional”, dice segura.
Y es que, señala, la atrajo el potencial del CIATEJ para convertirse en un centro tecnológico con gran investigación que impactará a la industria de la región, pero también la oportunidad de crecimiento personal.
«Yo llegué en 1994 y a partir del año siguiente hubo una encomienda por parte del Conacyt de que el centro se vinculara más con el sector productivo», dice.
Anne Christine Gschaedler Mathis narra que al principio les costó trabajo acercarse al sector productivo de la región occidente del país, pero conforme adquirieron experiencia lograron alianzas con empresas de diversas áreas que redituaron en la generación de conocimiento con impacto económico y social.
“En la actualidad somos un centro que hace ciencia de buen nivel; ya tenemos investigadores casi todos con doctorado y que son integrantes del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), varios con nivel II; pero también tenemos un vínculo muy importante con la industria, con proyectos de gran impacto”, asegura.
La investigadora, quien es la responsable de la Red Temática Mexicana para el Aprovechamiento Integral Sustentable y Biotecnología de los Agaves (AGARED), ha visto crecer al CIATEJ y ha crecido con él. Cuando ingresó solo cuatro investigadores tenían el grado de doctor, y ahora laboran en la institución 77 doctores, 18 maestros en ciencias y 57 tecnólogos y técnicos.
A la fecha, este centro de investigación realiza actividades de investigación, desarrollo tecnológico e innovación, ofrece estudios de posgrado y cuenta con un gran número de patentes, además de ser un referente en transferencia de tecnología a la industria; «incluso estamos viendo espacios para formar pequeñas empresas a partir de los trabajos que hemos realizado», añade.
Vocación científica desde la infancia
De niña —cuando tenía alrededor de diez años— imaginaba su futuro profesional y siempre supo que debía dedicarse a la disciplina que la apasionaba: la biología.
“Desde siempre me interesó la naturaleza. Soy bióloga de formación porque de pequeña me encantaba la naturaleza, hasta la fecha soy una enamorada de ella”, puntualiza.
Ejemplo de ello, es una amante de los animales. Vive en el campo y tiene la oportunidad de contar con diferentes mascotas, “casi tengo un zoológico en mi casa”, bromea.
Por diversas razones, sus estudios de posgrado se centraron en la biotecnología, porque le interesaba la ciencia y su aplicación en diferentes áreas, una actividad que encontró en el CIATEJ.
“Me gusta mucho aquí poder hacer investigación de ciencia básica, pero también ir del otro lado a aplicar el conocimiento. Me satisface mucho esa variedad de que uno puede cambiarse la camisa en función del proyecto en que estás, me parece muy interesante, además de que tienes que mantenerte al día en las partes científicas y, por lo tanto, siempre hay que ser muy activo”, añade.
Esa faceta de la investigación le apasiona, sobre todo cuando se traduce en impactar de manera positiva a las comunidades del país, un área que pudo explorar en sus trabajos sobre bebidas alcohólicas derivadas del agave.
“He trabajado mucho con productores de mezcal en Guerrero y San Luis Potosí, y tener un contacto directo con productores y poder ayudar a la gente a mejorar sus procesos me ha parecido bastante interesante y enriquecedor porque puedes ver que tu trabajo impacta en comunidades muy marginadas, y a través de nuestra labor científica podemos aportar para que mejore su calidad de vida”, asegura.
Convencida de lo que México ha aportado en su vida, es que sigue desarrollando su labor científica impulsando redes de colaboración con instituciones académicas y centros de investigación en Francia, con el propósito de retribuir un poco a lo que este país le ha dado.