Los equipos de buceo de PharmaMar se sumergen hasta 100 metros de profundidad en la búsqueda de organismos marinos, sobre todo invertebrados, como tunicados y esponjas, moluscos y equinodermos, de los que luego se obtendrán fármacos oncológicos. Hacen siete u ocho expediciones al año y recogen muestras a mano, casi todas en el denominado triángulo de la biodiversidad, entre los océanos Pacífico e Índico. Sin embargo, en su colección de 165.000 organismos “hay especímenes de todos los mares del mundo”, comenta a Sinc José María Fernández Sousa, presidente de la firma.
El equipo cataloga cada muestra en el mismo barco y la congela. “Tenemos la mayor librería de macro y microorganismos marinos del mundo conservados en nuestras neveras”, añade Fernández Sousa. En esta labor de recolección, los biólogos marinos y taxónomos de la empresa biotecnológica han encontrado una gran cantidad de nuevos organismos. Entre otros, una especie bacteriana denominada Streptomyces pharmamarensis, aislada de una muestra de sedimentos del Mediterráneo.
Pero uno de sus tesoros más preciados es un tunicado con el nombre deEcteinascidia turbinata, procedente del Caribe y del que se obtuvo Yondelis, el primer fármaco oncológico de origen marino del mercado, que ya se comercializa en 80 países para el tratamiento de sarcoma y cáncer de ovario. El medicamento –con el que ya se ha tratado a 50.000 pacientes– “ejerce su actividad en las células tumorales a través de su interacción con el complejo de transcripción y bloqueando la reparación del ADN”, explica a Sinc Carmen Cuevas, directora de I+D de la firma.
Luis Mora, director general de la empresa, señala en una entrevista a tres bandas con Sinc que este medicamento, que salió al mercado en 2007, “generó el pasado año unas ventas de unos 100 millones de euros, procedentes de venta directa en Europa y de licencias a socios en el resto del mundo”.
Yondelis se produce íntegramente en España, en una planta que tiene la firma en su sede de Colmenar Viejo (Madrid) y que cuenta con el visto bueno de la Agencia Europea del Medicamento y de su homóloga estadounidense.
Los analistas financieros indican que el negocio de este fármaco podría triplicarse cuando comience a venderse a finales de año en los mercados de EE UU y Japón. En estos países, la comercialización se realiza a través de sus socios Janssen Products yTaiho Pharmaceutical, respectivamente.
Tres nuevos medicamentos en cartera
Hasta ahora, agrega Mora, “la buena marcha de Yondelis nos ha ayudado a financiar la I+D de PharmaMar que se ha traducido en el desarrollo de otros tres compuestos antitumorales muy prometedores”.
Uno de estos nuevos fármacos es Aplidin, basado en el compuesto plitidepsin para el tratamiento de mieloma múltiple. “La molécula fue aislada originalmente de un tunicado encontrado en Baleares, denominado Aplidium albicans, y actualmente se obtiene mediante síntesis química. Ya se ha probado en 260 pacientes en hospitales de Europa, EE UU Australia y Nueva Zelanda y Corea”, destaca Fernandez Sousa.
Otro compuesto es el PM1183. “Se trata de un análogo de Yondelis y está indicado para el tratamiento de cáncer de pulmón de célula pequeña”, indica el presidente. El nuevo medicamento fue objeto de debate oral en el congreso de la Sociedad Estadounidense de Oncología Clínica (ASCO), celebrado hace tres meses en Chicago, y ya se está probando en enfermos.
“Además, hemos visto que esta molécula es activa frente al tumor de ovarioresistente a un tipo quimioterapia basada en platino, con lo cual hemos iniciado también el procedimiento de registro para este tipo de cáncer”, agrega el responsable.
El tercero de los fármacos desarrollados es el PM60184 para cáncer colorrectal y de mama. Fue obtenido por síntesis química a partir de una molécula aislada de una esponja marina llamada Lithoplocamia lithistoides, hallada en Madagascar. El medicamento está en desarrollo clínico. Acaba de finalizar la fase 1 e iniciará la fase 2 antes de final de año.
Con estos productos en la batería de salida, además de otras cuatro potenciales moléculas antitumorales que aún están en etapa preclínica –de las que Carmen Cuevas no prefiere no hablar, debido a que “aún están sin patentar”– la firma necesita buscar fondos para cubrir todo el proceso hasta su salida al mercado. Por ello, ha dado una sacudida a su estructura con la vista puesta en los Estados Unidos.
El pez pequeño se come al grande
PharmaMarnació en 1986 como una filial del grupo químico Zeltia y “fue concebida como una inversión de riesgo”, dice su presidente. La intención “no era competir con las grandes compañías farmacéuticas, porque no teníamos recursos. Así que decidimos hacer algo totalmente distinto: buscar en el mar potentes compuestos antitumorales y con mecanismos de acción completamente nuevos respecto a lo que había en el mercado. Era un área inexplorada, pese a que el 80% de la biodiversidad está en el mar”, destaca.
Casi tres décadas después, la última junta de accionistas del grupo, celebrada en junio, aprobó una fusión inversa. Es decir, la filial (PharmaMar) absorbe a su empresa matriz (Zeltia).
No en vano, dice Fernández Sousa, “de acuerdo con el consenso de los analistas, PharmaMar supone ahora mismo más del 90% del valor de Zeltia. Los inversores que compran acciones lo hacen movidos por su empuje en I+D y por las noticias sobre nuestros nuevos fármacos oncológicos”.
La empresa tiene filiales en varios países europeos y también cuenta con oficinas en EE UU –con sede en Nueva York–. Sus planes son seguir expandiendo su red internacional.
PharmaMar estará ahora a la cabeza de todo el grupo en su sede de Colmenar Viejo y “de ella dependerán las demás filiales de biotecnología que antes colgaban de Zeltia”, explica el presidente. Entre ellas, la firma Genomica, que utiliza tecnología del ADN en ensayos de identificación genética y diagnóstico molecular, y Sylentis, dedicada al desarrollo de fármacos para tratamientos oftalmológicos basados en técnicas de ARN.
A la busca de fondos en EE UU
La fusión estará finalizada el próximo mes de noviembre y a partir de ese momento empezará la carrera para empezar a cotizar en el índice de valores Nasdaq de la bolsa estadounidense. “Es muy importante para nosotros porque en Estados Unidos hay muchos más fondos especializados en biotecnología que no se atreven tanto a invertir en una empresa que cotiza en euros”, destaca.
Para preparar el terreno, los directivos de PharmaMar han llevado a cabo un maratón de reuniones por todo el país, que arrancó en enero en San Francisco con la conferencia de JPMorgan, en la que se dan cita los principales inversores.
Después, siguieron con reuniones en diversas ciudades de EE UU, con fondos como RA Capital, Deerfield, Fidelity, Black Rock y Bank of America. Según el presidente, en los primeros seis meses han mantenido 190 reuniones en ese país, con el objetivo de dar a conocer la compañía. “A los inversores estadounidenses les gusta lo que les contamos. A los encuentros llevan a oncólogos que nos hacen preguntas muy específicas”, dice.
El presidente se muestra entusiasmado ante las expectativas que se abren para la empresa. PharmaMar ha sido desde su fundación su ‘niña mimada’. “Apostamos por algo que no se había hecho nunca y al final se ha visto que el camino que elegimos era acertado”, concluye con una gran sonrisa.
Compuestos inspirados en la naturaleza
Un 42% de su facturación es el porcentaje que destina PharmaMar a I+D. “Creo que habrá muy pocas compañías en el mundo que hagan este esfuerzo de inversión en investigación”, dice Luis Mora, director general de la firma de biotecnología.
La empresa cuenta con una plantilla de 347 personas, casi todos en su sede central –donde trabajan 290 empleados– y las filiales europeas. Del total, 212 son investigadores, sobre todo químicos y biólogos.
Desde su fundación, los investigadores PharmaMar han descubierto 700 entidades químicas e identificado 30 familias nuevas de compuestos, todos ellos inspirados en organismos marinos. Además, la firma cuenta con más de 1.800 patentes, bien concedidas o en tramitación.
En las expediciones de buceo “se recogen sobre todo invertebrados marinos, exceptuando los que están en la lista roja de especies prohibidas, como es el caso del coral negro”, dice la directora de I+D, Carmen Cuevas.
“Una cosa que hay que aclarar es que el compuesto antitumoral no se obtiene directamente de los organismos marinos”, agrega Cuevas. “Los utilizamos para inspirarnos y para buscar nuevos compuestos –interviene Fernández Sousa–. Cuando encontramos una molécula interesante procedente de estos especímenes, la copiamos sintéticamente y la construimos como si fuera un lego”.
En sus proyectos, la firma colabora con 200 universidades y centros científicos de todo el mundo. En España, mantiene una estrecha cooperación con el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), varios centros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, además de universidades como las de Alcalá y Salamanca, entre otras instituciones.
(SINC/Ana Hernando)