
El 9 de octubre de 2012 era un martes que transcurría apacible en Mingora, una ciudad en el Valle de Swat, al noroeste de Pakistán, al atardecer, después de salir de la escuela, Malala Yusafzai esperaba el autobús escolar que la llevaría de regreso a su casa cuando un hombre barbudo, un guerrillero del Movimiento Talibán de Pakistán (TTP), se le acercó y le disparó con un fusil, impactándole en el cráneo y cuello