Académicos brasileños que presentaron resultados de sus investigaciones en el coloquio internacional Paradojas de la Seguridad Ciudadana en América Latina, coincidieron en señalar una ausencia de política de seguridad pública nacional que permita reducir los índices de robos y homicidios en las principales ciudades.

Al asistir como ponentes al evento que coordina el Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales (IIH-S) de la Universidad Veracruzana (UV), los investigadores presentaron tres escenarios distintos, analizando la evolución de los homicidios, la victimización en el transporte urbano, así como las muertes violentas y la inseguridad en las ciudades.

José Luis Ratton, profesor de la Universidad Federal de Pernambuco, habló sobre la dinámica y evolución de los homicidios en las grandes ciudades como Sao Paulo y Río de Janeiro.

“La única capital con tasa inferior a 20 por ciento es Sao Paulo, las otras ciudades que son sedes del Mundial de Futbol tienen tasas superiores complejas y difíciles de manejar.”

En ese sentido, manifestó que “la tasa de homicidios en nuestro país es mayor que el número de muertos de varios conflictos armados en todo el mundo”.

El país ha experimentado un estado de violencia crónica durante 30 años, por ello “los homicidios se han constituido como un problema complejo, público y de gran magnitud, pero es invisible como objeto de políticas públicas”.

A continuación, Eduardo Paes-Machado, investigador de la Universidad Federal de Bahía, presentó “El lado sombrío de la ruta. Estudios sobre la dinámica social de víctimas en rutas interprovinciales y no urbanas”.

Los robos de este tipo son mucho más complejos y secuenciados que los robos comunes, dijo, por cuatro razones: la necesidad de bloquear la ruta, ya que se trata de un blanco en movimiento; se tienen dos categorías distintas de víctima: el conductor y el pasajero; en tercer lugar se consideran las pertenencias que van en el maletero del vehículo, y finalmente el tipo de artículos que son robados.

El delito se constituye como un “emprendimiento violento”, apuntó, al ofrecer productos obtenidos de manera ilícita pero a bajo costo, por lo cual “amplios sectores de la población quieren participar del mercado de consumo, comprar iPhones, computadoras, pero a un precio más barato del que tienen los productos”.

César Barreira, académico de la Universidad Federal de Ceara, en su ponencia “Muertes violentas y escenarios urbanos: inseguridad, miedo y crueldad” planteó que cada vez se vuelve más complejo definir las prácticas violentas.

Calificó como fundamental destacar que la violencia debe enmarcarse dentro de una especificidad histórica, enmarcada en el hecho de que se refiere a las formas actuales de sus manifestaciones, provocando un cambio en el enfoque sociológico y configurando nuevas prácticas de sociabilidad.

No obstante, dichos elementos que constituyen las prácticas violentas “pasan por un cuadro de indefinición” el cual considera las vulnerabilidades sociales.

“No se puede negar la insistencia de víctimas y lugares preferenciales para las prácticas violentas”, reconoció el ponente; sin embargo el fenómeno se ha diversificado, generando nuevas interacciones y distintas situaciones que se relacionan con el estatus social.

El tráfico de drogas ocupa un gran espacio en el tejido de prácticas violentas, surge como el gran responsable del incremento de homicidios e inseguridad, en particular de los homicidios, dentro de los escenarios urbanos, causando graves problemas, en particular con los jóvenes, quienes se convierten en “los brazos armados de los grandes traficantes”.

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