Científicos del Instituto de Fisiología de la UNAM buscan un método que permita suprimir la emoción aversiva del miedo, cuando ésta es originada por experiencias negativas. Para lograr tal objetivo, los especialistas universitarios llevan a cabo manipulaciones de tipo conductual o intracerebral en modelos animales, en la intención de modificar o suprimir su memoria.
Aunque se conoce que el miedo, como una emoción, corresponde a una respuesta defensiva animal que favorece la evolución de las especies, la mayoría de temores son más bien respuestas fisiológicas provenientes de experiencias negativas. “Los miedos son aprendidos a través de vivencias, y su probable manipulación resulta de interés para el tratamiento de diversos desórdenes psiquiátricos”, señaló el doctor Francisco Sotres Bayón, titular de la investigación.
¿Cómo funciona el cerebro cuando éste aprende miedos o deja de sentir temor por algo? En respuesta a esa pregunta, el doctor Sotres Bayón averiguó que una región cerebral conocida como amígdala se intercomunica con la corteza prefrontal, una región cerebral involucrada en acciones como: planificación de comportamientos y toma de decisiones para cada instante. “Cuando hay alguna disfunción o defecto en esa intercomunicación ocurren trastornos de estrés postraumático, ansiedad generalizada y en algunos casos depresión”, expuso el especialista de la UNAM.
A través de experimentaciones en modelos animales, los investigadores del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM corroboraron que al inactivar por completo la amígdala, el miedo y las conductas defensivas de algunas ratas desaparecían por completo. Además, confirmaron que la corteza prefrontal es capaz de suprimir la actividad de la amígdala de manera natural.
“Al observar ese fenómeno, consideramos que una región de la corteza prefrontal que se hace cargo de suprimir la respuesta defensiva ante eventos aversivos podía ser estimulada, sin la necesidad de administrar fármacos”, refirió Sotres Bayón. Agregó que actualmente esa manipulación de la corteza prefrontal ya se lleva a cabo con técnicas eléctricas y también métodos conductuales, que se sabe aumentan la actividad de la corteza prefrontal, ya que acrecientan la producción de químicos como las neurotrofinas, una familia de proteínas que favorecen la superviviencia de las neuronas.
La pertinencia de estudiar la relación entre la corteza prefrontal y la amígdala en modelos animales, sentenció Sotres Bayón, reside en el diseño de posibles nuevas terapias que ayuden a pacientes a vencer problemas de expresión emocional con miedos exagerados. “Después de un miedo excesivo, una persona podría tomar una terapia de extinción de tal emoción aversiva, pero hay personas que no logran disminuir ese temor; es por eso que a través de manipulaciones del circuito amígdala-corteza prefrontal sería posible disminuir esa afección”, señaló el especialista universitario.
El investigador refirió que actualmente uno de los más grandes problemas que implican los estudios relativos a la supresión del miedo, en personas y animales, se refiere a que éstos han sido realizados de forma pasiva; es decir, que el animal no aporta información para conocer si el miedo ha disminuido. Por lo tanto, actualmente los científicos de la UNAM desarrollan una línea de investigación que pretende suprimir el miedo de manera activa, para prescindir de terapias más prolongadas.
“De esa forma no tendríamos que esperar un tratamiento, sino que buscamos disminuir inmediatamente, en segundos, la actividad cerebral que detona el miedo aprendido. Eso ayudaría a que se reduzca el lapso que requieren esos procesos para apreciar resultados”, destacó Sotres Bayón.