Cigarro electrónico, un regalo de adicción y muerte


Los cigarros electrónicos por lo general cuentan con atomizadores rellenables y baterías recargables, sus componentes son un generador de aerosol, un sensor de flujo, baterías, cargadores y un área destinada a contener la solución que administra nicotina. ¿Qué tal si se los regalamos a los papás fumadores? Se dice que los cigarros electrónicos son más seguros que los cigarros convencionales, por lo que considerando una estrategia de reducción del daño, podrían ser una opción ¿o no?

A diferencia de los cigarros, los cigarros electrónicos no queman tabaco. En su lugar, vaporizan un líquido humectante, comúnmente propilenglicol y glicerina en una mezcla 70/30%, más nicotina, sabores y otros aditivos que no conocemos, puesto que las empresas no están obligadas a difundir sus contenidos químicos. El líquido está contenido en cartuchos desechables o recargables. Cuando los usuarios succionan la boquilla (o presionan un botón en los modelos de tanque), se activa el elemento calefactor, vaporizando el humectante en una niebla que puede ser inhalada para administrar nicotina.

Los cigarros electrónicos aparecieron por primera vez en el mercado en China en 2003 y desde entonces han llegado a ser ampliamente disponibles en todo el mundo. La mayoría se vende a través de distribuidores por Internet, de una variedad de puntos de venta o en centros comerciales. El público ha identificado cada vez con más regularidad la existencia de estos dispositivos y su uso está creciendo rápidamente. Es curioso que veamos las mismas estrategias que vimos cuando las tabacaleras promocionaban el consumo de tabaco indiscriminadamente.

Hasta la fecha, se han realizado pocos estudios sobre los cigarros electrónicos fuera de Europa, América del Norte y Australasia. El conocimiento sobre la conciencia, el uso y otros aspectos de estos productos y sus usuarios es muy limitado para gran parte de la población del mundo, incluyendo México, donde nuestras encuestas indican que muy pocos consumidores conocen que están inhalando nicotina, un insecticida natural muy potente que llega directo al cerebro a través de la vaporización de un compuesto identificado como cancerígeno.

Hay que destacar que la nicotina sigue siendo 60% más venenosa que el arsénico. Esto se demuestra con la medición LD50, la cual identifica cuánta cantidad de un compuesto sería letal para la mitad de las personas de 72.5kgs a las que se les administrara. En el caso del arsénico, su LD50 es 50mg/Kg, en el caso de la nicotina, 30mg/Kg. El vehículo de administración de este alcaloide vasoconstrictor venenoso es irrelevante, lo relevante es que sigue irrigando las conexiones neuronales y degradándolas, explicó en entrevista el autor del libro Cómo dejar de fumar ¡definitivamente!, Eduardo Hernández.

Por otro lado, habría que reflexionar sobre el hecho de que por medio de estos dispositivos, los niños y adolescentes podrían entrar en contacto con la nicotina a edades muy tempranas, lo que degrada con más fuerza las conexiones neuronales en pleno proceso del desarrollo de la corteza cerebral y el lóbulo frontal, que es el que más tiempo tarda en completar su proceso de maduración, tanto fisiológico como cognitivo. La nicotina es casi dos veces lo tóxica que el veneno de la araña viuda negra.

Por otro lado, la FDA (Food and Drug Administration) de los Estados Unidos ha identificado en muestras analizadas de cigarros electrónicos, cancerígenos que se encuentran en los vapores que se desprenden en la niebla que se exhala a través del uso del cigarro electrónico. Las referencias de dichos estudios pueden encontrarse en www.clinicadeltabaco.org. El grupo I del IARC (International Agency for Research on Cancer) de la Organización Mundial de la Salud también ha identificado componentes de las vaporizaciones de los cigarros electrónicos de los que se sospecha causan cáncer.

Considerando lo reciente de la aparición de estos dispositivos en el mercado, se carece de pruebas sobre los efectos a largo plazo. Esto lo sabremos en los próximos años que la evidencia de los daños a la salud se haya acumulado lo suficiente para poder hacer estudios estadísticos que determinen la magnitud y profundidad de las consecuencias que inhalar nicotina y dietil glicol tiene en el cuerpo humano. Hemos oído a los pacientes referir que sienten como “agua en los pulmones” después de un tiempo de haber usado este tipo de dispositivos. ¿Desearíamos que nuestro padre formara parte de las estadísticas?

Las estrategias de comercialización con el único objetivo de generar utilidades indiscriminadamente a costa de la salud pública deben ser expuestas como lo que son. Una vez entendido el funcionamiento y componentes del cigarro electrónico, tal vez sea mejor regalarle a papá una corbata y motivarlo a que busque ayuda profesional para detener la enfermedad crónica y degenerativa que es el tabaquismo. El sistema de salud público e instituciones privadas como la Clínica del Tabaco S. C. están para ayudarles a controlar esta adicción.

(Clínica del tabaco)

Los comentarios están cerrados.