A diferencia del norte y sur del Continente Americano, en donde los grupos humanos se dedicaban a la caza, en el sur de Colombia hubo comunidades que se alimentaban casi exclusivamente de frutos silvestres.

A 40 kilómetros de Araracuara, en el resguardo indígena de Peña Roja, habitada hoy por los Nonuyas, se encuentra uno de los pocos yacimientos arqueológicos descubiertos, de mayor antigüedad en la cuenca amazónica.

En excavaciones arqueológicas realizadas entre los años 2012 y 2013, los investigadores encontraron que allí vivieron comunidades humanas hace 10.000 años; estos grupos, además de ser nómadas, desconocieron la elaboración de la cerámica y la agricultura, pero ya habían iniciado la domesticación de especies vegetales como lo evidencian los restos macro y microbotánicos (semillas, fitolitos y almidones fósiles).

La alta presencia de restos botánicos y ausencia de vestigios óseos indican que “estos grupos humanos enfatizaron mucho en el mundo vegetal, especialmente en las palmas”, advierte el profesor de la U.N. Gaspar Morcote, quien agrega que también consumían frutales silvestres, tubérculos y raíces.

Para ello, el investigador recuperó semillas arqueológicas, almidones y fitolitos (estructuras microscópicas de sílice que se encuentran en las plantas y que pueden perdurar miles de años en el suelo) del yacimiento.

Estos vestigios fueron descritos y determinados utilizando colecciones científicas contemporáneas del Instituto de Ciencias Naturales de la U.N. Para conocer la antigüedad de los humanos en esta región amazónica, se seleccionaron algunas semillas arqueológicas de palmas, las cuales fueron enviadas a un laboratorio estadounidense para su datación.

Grupos recolectores del siglo VIII antes de Cristo (a. C.) y ¿pescadores?

“Tratamos de conocer la composición de la selva en ese tiempo y cómo los grupos humanos manejaron ese bioma”, explica el profesor, quien argumenta que en la zona de Peña Roja grupos de recolectores establecieron reiteradamente sus campamentos durante 1.700 años entre el 9.800 y 8.100 antes de nuestra era.

También en Peña Roja se encontraron evidencias de grupos agricultores, asociados a Terras Pretas, quienes vivieron en esta zona, entre el año 50 y el 1.565 d. C.

El investigador –con ayuda del profesor de la U.N. Tomas León, experto en suelos, y Francisco Aceituno, arqueólogo de la Universidad de Antioquia y experto en almidones– encontró que las comunidades recolectoras también seleccionaron y comenzaron a manipular tubérculos, que fueron fundamentales en la dieta.

Los datos de fructificación de las palmas y los frutales silvestres identificados indican que en la temporada de aguas bajas y escasa pluviosidad (noviembre, diciembre y enero) prevalecía un estrés alimenticio, el cual tuvo que afectar a estos grupos recolectores de la selva.

Cabe preguntarse entonces: ¿Qué comían durante esos periodos de escases? ¿Acaso levantaban sus campamentos y se iban a otras regiones de la selva?

Una de las hipótesis de los investigadores sugiere que la alternativa podría ser el recurso pesquero –que durante esos meses es abundante, ya que llega la “subienda” (migración de peces que vienen del bajo río amazonas hacia las cabeceras de los grandes afluentes, como el río Caquetá)–,complementado con el consumo de tubérculos y raíces ricos en almidones.

“Lo primero que queremos destacar es que la selva amazónica no fue un espacio vacío, sino que fue ocupada desde muchos siglos atrás, y ha existido un manejo muy complejo sobre esta”, puntualiza el experto.

De otro lado, resaltó que estos grupos humanos –nómadas de selva húmeda tropical– habrían incidido en la dispersión de algunas de las plantas manejadas, pues esta es una acción que los humanos hemos realizado en el transcurso del tiempo. “De este modo, las personas son fundamentales en la propagación de especies. Así develamos que la selva sí ha estado antropizada desde hace milenios”, asegura.

Los comentarios están cerrados.