Las lunas Ío, Europa, Ganímedes y Calisto orbitando alrededor de Júpiter

Las lunas Ío, Europa, Ganímedes y Calisto orbitando alrededor de Júpiter


Sandra Isabel Jiménez Mateos *

La noche del 7 de enero de 1610 ya era una buena noche para Galileo Galilei, porque ya no pasaba apuros económicos, como ocurrió hasta antes de agosto de 1609. Esa fue la noche en que miró por primera vez a las lunas de Júpiter, que después se convirtieron en base para soportar el desengaño de la época, de que la Tierra no era el centro del Universo.

El astrónomo veneciano ya había construido para entonces varios telescopios, que fueron entregados sobre todo a la República de Venecia, cuyo gobernante, Cosme II de Médicis, IV Gran Duque de Toscana, inmediatamente vio las utilidades militares que le podía dar.

Cosme II, fue su alumno y también por eso luego de aceptar que Galileo le cediese los derechos de su telescopio, le otorgó una pensión y lo nombró “Matemático y Filósofo del Duque de Venecia», además de que se le da un lugar de por vida en la Universidad de Padua, con lo cual sus emolumentos se duplican.

Ya no había más dificultades financieras ni penurias por vivir.

Bueno, eso pensaba -muy probablemente-, esa noche del 7 de enero de 1610, cuando vio por primera vez las lunas de Júpiter, sin sospechar los sinsabores que sus descubrimientos le traerían después.

Pero esa fue una gran noche.

Ese fue el día en que comenzaría a confirmarse la teoría copernicana de que la Tierra no era el centro del Universo, si no tan sólo otro planeta que gira alrededor del Sol.

Y también esa fue la noche en que se considera que nació la astronomía moderna.

Galileo hizo varios telescopios para la República de Venecia, pero guardo el mejor, el más potente, para sí, para poder ver los planetas y las estrellas. Era un telescopio con 8 aumentos, como nadie había visto antes.

Esa noche apuntó su telescopio hacia Júpiter y descubrió lo que en un principio consideró 3 estrellas pequeñas cercanas al planeta, “tres estrellas fijas, totalmente invisibles por su pequeño tamaño”, fue lo que anotó en su diario.

Fascinado por su descubrimiento, la siguiente noche volvió a apuntar su telescopio en la misma dirección y notó que las “estrellas” se habían movido de una forma rara, lo que hizo que las siguiera observando, junto con Júpiter, durante la siguiente semana, lo cual lo llevó a encontrar el 11 de enero a otra “estrella” que se movía también de forma rara, que a la larga se le llamaría Ganimedes, la cuarta luna de Júpiter descubierta por Galileo, de las 95 que hasta ahora se tienen registradas.

Ganímedes, es el más grande de los satélites de Júpiter, con un diámetro de 5,262 kilómetros.

Las tres primeras lunas que descubrió Galileo fueron Io, Europa y Calixto. Y a las cuatro juntas se les denominó con el tiempo Satélites Galileanos, precisamente en su honor.

Galileo publicó su Sidereus Nuncius (traducido como Mensajero Sideral, o Mensajero Estrellado o Mensaje Sideral) un breve tratado astronómico escrito en neolatín, el 13 de marzo de 1610 y ahí develó su descubrimiento:

«Debo revelar y hacer público al mundo la ocasión del descubrimiento y observación de cuatro Planetas, nunca vistos desde el principio del mundo hasta nuestros días, sus posiciones, y las observaciones hechas durante los dos últimos meses de sus movimientos y sus cambios de magnitud; y yo convoco a todos los astrónomos que se apliquen en su examen y determinen sus períodos, que no me ha sido permitido conseguir hasta la fecha . . . El séptimo día de Enero del presente año, 1610, en la primera hora de la siguiente noche, cuando estaba yo viendo las constelaciones de los cielos a través de un telescopio, el planeta Júpiter se presentó ante mi vista y como quiera que yo me había preparado un instrumento excelente, observé una circunstancia que nunca antes había sido capaz de ver, a saber, tres pequeñas estrellas, pequeñas pero muy brillantes, estaban cerca del planeta; y aunque yo creí que pertenecían al conjunto de estrellas fijas, hicieron sin embargo que reflexionase, porque parecían estar situadas formando una línea recta perfecta, paralela a la eclíptica, y ser más brillantes que el resto de las estrellas, igual que ellas en magnitud . . . Cuando el 8 de Enero, guiado por una cierta fatalidad, volví a mirar a la misma zona de los cielos, encontré un estado de las cosas muy diferente, ya que las tres pequeñas estrellas estaban todas al oeste de Júpiter, y más cercanas entre si que la noche anterior».

«Y por tanto yo concluí, y decidí sin dudarlo, que existen tres estrellas en los cielos que se mueven alrededor de Júpiter, como Venus y Mercurio lo hacen alrededor del Sol; lo que fue establecido de largo tan claro como la luz del día por otras numerosas observaciones posteriores. Estas observaciones también establecieron que no sólo existen tres, sino cuatro, cuerpos sidereos erráticos que hacen sus revoluciones alrededor de Júpiter».

Galileo, para mantener los favores de su mecenas, llamará a estos satélites los «astros mediceos» I, II, III y IV, en honor de Cosme II de Médicis, su antiguo alumno y gran duque de Toscana.

Las lunas de Júpiter descubiertas por Galileo también son de los primeros objetos del Sistema Solar invisibles al ojo humano, solamente detectados gracias al telescopio.

Con el tiempo, Galileo comprendió, y así lo dijo al mundo de ese entonces, los satélites de Júpiter eran como una replica del Sistema Solar, por los planetas que circulan en torno al Sol. Así, al observar que existían varios cuerpos celestes que atraían a otros, piensa que puede demostrar que las ésferas de cristal de Aristóteles no existen (planteaban que las estrellas estaban fijas en el cielo, como parte de una gran esfera) y que por lo mismo, todos los cuerpos celestes no giran alrededor de la Tierra.

Su descubrimiento también modificó la visión de algunos seguidores de Nicolás Copérnico, que desde un siglo antes ponderaban que los planetas y todos los cuerpos celestes giraba alrededor del Sol.

No era así.

Las cuatro lunas de Júpiter mostraron que su órbita era en torno a ese gigante gaseoso.

El 10 de abril del mismo año mostró su descubrimiento a la corte de Toscana. La fortuna le sonreía. El mismo mes, da tres cursos sobre el tema en la Universidad de Padua.

Con el estómago lleno, Galileo descubrió las lunas de Júpiter el 7 de enero de 1610, con el mejor telescopio que había hecho hasta entonces

Em ese abril, también, el astrónomo alemán Johannes Kepler ofrece su apoyo a Galileo para confirmar el descubrimiento. Galileo Galilei le manda uno de sus telescopios para que Kepler pueda observar el cielo. Kepler mira hacía Júpiter casi con ansia y en septiembre confirma el descubrimiento de Galileo.

Los nombres de las lunas de Júpiter descubiertas, se adoptaron de la descripción que hizo de las mismas el astrónomo alemán Simon Marius, quien decía haberlas observado antes que Galileo:

“Júpiter es mucho más culpado por los poetas debido a sus irregulares amores. Tres doncellas son mencionadas especialmente por haber sido cortejadas clandestinamente por Júpiter de forma exitosa: Io, hija del Río, Calisto de Lycaon, Europa de Agenor. Luego fue Ganímedes, el guapo hijo del Rey Tros, a quien Júpiter, habiendo tomado la forma de un águila, transportó en su lomo hasta los cielos, tal como los poetas narran de una forma fabulosa”, escribió Marius en 1614.

Galileo publicó en 1632 el Diálogo sobre los dos grandes sistemas del mundo, un ensayo sobre los méritos relativos de los sistemas ptolemaico y copernicano, con todas las pruebas que las observaciones con telescopio habían aportado a este último.

Aún con todos sus descubrimientos y su mérito científico, fue perseguido por la Iglesia Católica, porque desafiaba la enseñanza de que la Tierra era el centro del Universo.

Así, en 1642 murió preso y ciego, cerca de Florencia, después del juicio que le hicieron para que abjurase de sus descubrimientos de que la Tierra se mueve alrededor del Sol, y no el Sol en torno de la Tierra, por el cual se genera la famosa frase de «Eppur si muove» o «E pur si muove» “y sin embargo se mueve”, la cual se considera que no la dijo, si no que se le atribuyó años después.

Pero en definitiva, esa fue una gran noche para Galileo.

* Investigadora académica del Instituto de Investigaciones y Estudios Superiores

Económicos y Sociales (IIESES), de la Universidad Veracruzana

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