A los organismos asociados a los fondos marinos se les conoce como bentos y tienen un papel relevante en los procesos primarios y los ciclos biogeoquímicos del mar; un ejemplo de esto son los corales que capturan carbono y participan en la regulación del clima del planeta, y “aunque los procesos que realiza el bentos son muy valiosos, no tienen un precio económico y no son apreciados lo suficiente”, dijo Elva Escobar Briones, directora del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El bentos es la fauna o flora asociada – a lo largo de su ciclo de vida – al sustrato marino y por ello sus características, como son forma, color, tamaño y fisiología, van asociadas a la obtención de alimento en el sedimento de los ambientes marinos. El material que conforma el sedimento marino tiene origen en el continente o en el océano, y puede ser de naturaleza inorgánica, como los minerales, u orgánica como son los restos y/o desechos de diferentes organismos. Al igual que las especies que habitan los fondos marinos, las características de los sedimentos dependen de las condiciones ambientales del lugar donde el material sedimentado se originó, así como por donde pasa y del lugar en el que se deposita.
Cuando se habla de ecosistemas bentónicos, casi todos los hábitats pueden considerarse vulnerables, por ello las acciones y esfuerzos requeridos a futuro en la conservación de las comunidades bentónicas deben incluir estudios de ciencia básica, explicó la también integrante de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).
Los hábitats bentónicos están asociados al fondo marino y dependen de los procesos que se llevan a cabo en el subsuelo y en la interfase sedimento-agua. En los primeros 10 centímetros superficiales de sedimento, arenoso o lodoso, habitan organismos que realizan servicios ecosistémicos como es el reciclaje de la materia orgánica para integrarla a los ciclos del carbono, nitrógeno, azufre y fósforo, o la bioturbación que promueve la oxigenación del sedimento. Además, la fauna que habita en los fondos es una fuente de alimento para especies de interés económico como lenguados, cangrejos, langostas y otros.
En cuanto a los hábitats rocosos del fondo del mar, éstos dan complejidad arquitectónica, promueven la rugosidad, son el sustrato de especies sésiles -fijas al fondo-, y refugio de muchas otras como lo son camarones, langostas, moluscos, estrellas, esponjas y pepinos de mar.
La especialista, que ha estudiado el bentos del Golfo de México, considera que los hábitats bentónicos de esta región son poco conocidos y vulnerables ante diferentes actividades, ya sea de origen natural o antropogénico, que lo modifican o destruyen. Tal es el caso del dragado continuo de sedimentos en la zona costera para la navegación, el relleno de playas, la minería y la pesca de arrastre que afecta la diversidad y con ello a potenciales recursos bentónicos.
El mar profundo, su gestión y su conservación
El mar profundo describe a los ecosistemas de agua y de fondos marinos a profundidades mayores a 200 metros, los cuales se caracterizan por la ausencia de luz, mayor presión y baja temperatura conforme aumenta la profundidad, y en algunas regiones se presenta una reducción del oxígeno disuelto.
Los fondos marinos son resultado de la tectónica de placas que se expresa en las diferentes formas del relieve oceánico cuya clasificación está englobada en cinco regiones: tres mayores y que comprenden las cordilleras meso-oceánicas, el piso de cuencas oceánicas y el margen continental; y dos menores, los arcos de islas y el mar marginal. Todas son, en su origen, rocosas y a lo largo de millones de años quedaron cubiertas por un fino manto de sedimento, razón por la cual los fondos de roca que no han sido cubiertos son raros y a la vez valiosos para la vida marina, ejemplo de ellos son los fondos de nódulos polimetálicos.
Entre las principales amenazas para el mar profundo en México se encuentran el desecho de basura industrial y urbana, la pesca profunda, la extracción de minerales, petróleo y gas. Por ello, para poder utilizar los recursos del mar profundo de manera sustentable y con conocimiento científico, 28 expertos de 14 instituciones académicas de los cinco continentes han creado la “Iniciativa de Gestión del Mar Profundo” (DOSI, siglas en inglés de Deep Ocean Stewardship Initiative).
“Durante mucho tiempo el mar profundo permitió a la humanidad soñar y explorar para tener nuevos descubrimientos. Hace años se le atribuyó a los fondos marinos la existencia de recursos minerales y las expediciones permitieron reconocer la vastedad de vida asociada a los fondos marinos, aunque aún conocemos muy poco acerca de ella”.
La especialista en ecología y biodiversidad acuática señaló que después de 1994 las concesiones para explorar minerales en el fondo marino eran ocho, y al día de hoy las solicitudes de concesión han incrementado a 26, y siguen aumentado en áreas fuera de la jurisdicción nacional. Éste es un patrimonio común de la humanidad y con la iniciativa de mar profundo DOSI, lo que se busca es invitar al mayor número de interesados en los recursos y servicios del mar profundo, para establecer un marco para su gestión y conservación.
“DOSI está a favor de cuidar lo que tenemos, y proteger el mar profundo es equivalente a guardar un bosque para el futuro, y así poder utilizar los recursos de los fondos marinos cuando tengamos el mejor conocimiento y la tecnología para hacerlo de manera sustentable”.