¿Cómo y con qué intensidad se afecta la trayectoria de vida de los jóvenes que nacen y habitan en zonas urbanas estigmatizadas donde hay una fuerte concentración de desventajas sociales?; ¿cuáles son los procesos o mediaciones que intervienen en las trayectorias de quienes logran integrarse socialmente y qué sucede en los casos en los que, por el contrario, se verifica unafractura social?
Estos fueron los cuestionamientos que guiaron el trabajo de Fabiana Espíndola Ferrer, una de las ganadoras del Premio a las mejores tesis de doctorado en Ciencias Sociales y Humanidades 2013 de la Academia Mexicana de Ciencias. La investigadora se propuso conocer las experiencias biográficas de aquellos jóvenes que, nacidos entre fines de los setenta y mediados de los noventa del siglo pasado, vivieron su niñez y adolescencia en un periodo de gran deterioro de la matriz social en la capital uruguaya.
“El estudio pone el acento sobre las diferencias territoriales en las que se manifiestan las desigualdades sociales, así como en las formas en que se acumulan las desventajas”, dijo la galardonada.
Para responder sus preguntas, Espíndola realizó una aproximación etnográfica en dos barrios de Montevideo, Uruguay, en un contraste entre jóvenes residentes en enclaves de pobreza estructural (barrio Casavalle) y jóvenes residentes en un contexto popular más heterogéneo en su composición socio-económica y con una fuerte cultura política (barrio El Cerro).
Tras visitar y entrevistar a vecinos, trabajadores, jóvenes y familiares en ambos barrios, Fabiana seleccionó 46 jóvenes entre 20 y 30 años a quienes acompañó en distintas actividades cotidianas durante varios meses.
Esta selección la hizo con la intención de poner a prueba un argumento central en esta línea de investigación que supone que la segregación residencial propicia las condiciones para un proceso denominado desafiliaciónsocial -que ocurre cuando hay un distanciamiento de los vínculos que hacen a una persona pertenecer a su sociedad- y que, en caso extremo, puede derivar en una “fractura social” entre los jóvenes.
La investigadora señaló que al comparar los resultados del proceso de integración-desafiliación social entre los jóvenes de Casavalle y El Cerro, estos se ordenan de acuerdo con la hipótesis de partida: entre los primeros encontramos mayor presencia de casos que se ubican en situaciones más cercanas al polo de desafiliación social que al de integración.
Más aún, agregó, cuando consideramos la ubicación residencial de los jóvenes al interior de cada uno de los barrios para tomar en cuenta si habitan en la zona más deprimida del barrio o no, hallamos que ninguno de los jóvenes que residen en la zona mejor posicionada, tanto al interior de Casavalle como en El Cerro, se encuentran en una situación extrema de desafiliación social.
No obstante, Espíndola Ferrer observó que hay casos que no se ajustan con el argumento clásico. “Entre los jóvenes con quienes trabajamos en uno y otro barrio encontramos que predominan las situaciones que caracterizamos como de integración sea ‘lograda’ o ‘anhelada’, que muestran la posibilidad de existencia de casos intermedios.
“Claramente estos resultados interpelan el poder explicativo del efecto segregación del barrio como determinante de las trayectorias y rutas individuales, y hacen posible una conjetura acerca de la existencia de elementos mediadores fundamentales en el problema que nos ocupa”, explicó.
La científica social sostuvo que sus hallazgos señalan, por un lado, que habitar en comunidades barriales segregadas no conduce a un efecto determinante ni ineludible sobre el proceso de integración-desafiliación social. Por otro lado, ayuda a especificar los mecanismos que actúan como mediaciones en el curso de la experiencia biográfica de los jóvenes. Más aún, consideró que estos casos muestran hasta dónde la adopción acrítica de teorías foráneas nos impiden ver otras posibilidades.
Uno de los mediadores clave que identificó es elrelacionamiento familiar. “Nuestros hallazgos rebaten los postulados analíticos que limitan la influencia de la familia a características vinculadas a su composición y tamaño. La familia juega un rol fundamental como ‘factor de protección’ o ‘de riesgo’: aquéllos jóvenes que no pueden contar con apoyo de su familia, resultan más vulnerables a la desafiliación social.”
Asimismo encontró que la capacidad de agencia que ciertos jóvenes han desarrollado les permite tomar decisiones adecuadas para aprovechar las oportunidades que se les presentan. Esto implica, que el efecto de segregación no produce individuos pasivos, apáticos, desalentados, agregó. “Para ello se preparan, combinan actividades estudiantiles y laborales, reflexionan acerca de las distintas alternativas que se les presentan y cuando han evaluado las posibilidades, actúan”.
Otro de los hallazgos interesantes es la participación en grupos sociales, una dimensión clave para aquellos jóvenes que conforman el tipo de “desafiliación resistida” (caracterizado la búsqueda de metas sin llegar a concretarlas), que incluso presentan aquellos con desafiliación consumada.
Una conclusión principal que Fabiana Espíndola extrajo de esta investigación es que, para ella, la sociabilidad debería tener un nivel de importancia mayor en el tema de integración social cuando se trata de sociedades latinoamericanas. “Muchas veces pensamos desde teorías más europeas o norteamericanas que están más centradas en el trabajo y perdemos de vista que en nuestras sociedades tenemos un capital muy fuerte en términos de lo que se genera en la sociabilidad, en la participación en actividades con otros y en la construcción colectiva”, reflexionó.
La investigadora añadió que el aporte en el plano conceptual de su trabajo es la generación de un modelo que no tiene pretensión de generalización estadística pero sí teórica, analítica. “Uno puede abordar otros estudios en otros lugares teniendo este modelo como referencia, teniendo mucha apertura al contexto y a los factores que pesan más en cada caso”.
Fabiana Espíndola Ferrer recibió el reconocimiento por la excelencia de su tesis doctoral el pasado jueves 26 de junio durante el Inicio del 55 Año Académico de la AMC.