“Temo el día que la tecnología superará nuestra interacción humana.
El mundo tendrá una generación de idiotas”
Albert Einstein
Dr. Héctor Cerezo Huerta
I. Los “nativos digitales”
En plena época post-contemporánea donde habitan los nativos digitales, tener una cita, intentar impartir una clase, dialogar mientras se degusta un café, tolerar la interacción laboral en los centros de trabajo, sostener una relación de pareja, establecer intimidad comunicativa mediante un intercambio genuino de ideas resulta un verdadero desafío por la acentuada tendencia a la frivolidad, tecnocentrismo, superficialidad y pragmatismo de los vínculos humanos. ¿Cuántas veces en plena conversación con una persona “digital”, aquella está prestando mayor atención al dispositivo en turno, llámese celular, blackberry, Iphone o cosa parecida? Tales conductas me recuerdan la imposibilidad comunicativa y bloqueo emocional de los síndromes autistas y psicóticos que apenas usan la mirada, el lenguaje y el cuerpo centrando sus recursos cognitivos en el fetiche, debido quizás a una intensa estimulación digital y permanente vinculación con el mundo virtual, que les ha generado una marcada inhabilidad y desapego por la interacción humana real.
Virginia Satir (1990) psicoterapeuta y en su momento investigadora del Mental Research Institute, afirmaba poética y contundentemente en la plenitud de su carrera: “Creo que el mejor regalo que puedo recibir de alguien es el ser vista por él, escuchada por él. El mejor regalo que puedo dar es el ver, escuchar, comprender, y tocar a otra persona. Cuanto esto se ha hecho siento que el contacto se ha realizado.” Más allá de la obvia e innegable importancia de los aspectos comunicativos que enfatiza la cita de Satir como los mecanismos básicos de interacción humana y como elementos esenciales para negociar los significados, creencias, costumbres y estilos de vida propios de cada cultura, es indudable que la generación Net (Tapscott, 1998, 2008), los “nativos digitales” (Prensky, 2001) los “millenials” (Strauss y Howe, 2003) o la denominada “generación Einstein” (Boschman, 2008), han comenzado no sólo a modificar -y me parece que a veces a pervertir- los patrones comunicativos, sino además a constituirse como una genuina y verdadera fuerza social, cultural, económica y política. Paulatinamente se han convertido en un segmento de consumidores con una influencia insospechada en el mercado. Han comenzado no sólo a ocupar sus respectivos espacios en las aulas universitarias, sino a egresar de ellas creando y buscando de modo innovador espacios profesionales. Han iniciado también una compleja transición generacional que viene precedida desde los “veteranos” (1920-1940), los “baby boomers” (1940-1960) y la generación X (1960-1979) a la que algunos de los que leen este artículo quizás pertenecemos.
Es probable que ya hayas visto en el portal de You Tube, un video publicado en 2011 que muestra el marcado contraste entre un niño de 3 años; Issac Martín y el anterior Papa Benedicto usando un iPad 2. Indudablemente el choque generacional es interesante y sobresaliente las formas adaptativas a la tecnología, pues mientras Ratzinger no sabe qué hacer y prácticamente despliegan la actividad tomándole la mano y los dedos; el menor es intuitivo, ingresa, juega y establece una relación inmediata con el dispositivo. Aquí te dejo el link por si quieres verlo. Lo que me interesa de tal video es usarlo como pretexto para enlistar algunos rasgos generales que definen a los nativos digitales, particularmente desde las visiones de Prensky (2001) y Tapscott (1998), a saber:
- Profundamente inmersos en la tecnología y sus dispositivos
- Procesamiento de la información en paralelo
- Son la nueva generación de consumidores y prosumidores activos
- Son sujetos “multitarea”
- Prefieren las imágenes al texto
- Se orientan a la búsqueda y al acceso aleatorio
- Prosperan con la satisfacción inmediata y bajo recompensas frecuentes
- Prefieren las actividades lúdicas al «trabajo serio»
- Libertad en múltiples medios virtuales para expresarse y elegir
- Necesidad de darle un “toque” personal a todo lo que les rodea para hacerlo más parecido a sí mismos
- Capacidad de escrutinio, análisis y comparación de productos y servicios
- Tendencia natural a la colaboración y trabajo en red
- Fuerte tendencia al entretenimiento y diversión
- Habituación a las respuestas inmediatas y velocidad informativa
- Tendencia a la innovación y a su implementación
Estos “nativos digitales”; jóvenes nacidos a mediados de los 80´s y los primeros años de los 90´s del siglo pasado, que han crecido con las tecnologías digitales y que son «nativos» del lenguaje de los dispositivos tecnológicos más diversos y plurales, de las redes sociales, de los ordenadores, los videojuegos y sobre todo de su apego o adicción al internet, suponen quizás por semejante sobre-estimulación de las TIC´s que, al deambular en los diversos espacios de la vida cotidiana las otras personas somos como un Iphone con botones manipulables.
En opinión de Rosler (2011) los nativos digitales tienen en su haber unas 10 mil horas de videojuegos, 20 mil horas de televisión y han escrito al menos 200 mil correos electrónicos o mensajes de texto. Las cifras mencionadas me parecieron interesantes de inicio y sospechosamente contundentes, por ello apliqué una encuesta exploratoria a 100 de mis estudiantes universitarios para identificar el número de horas dedicadas al mundo digital desde el nivel educativo secundario hasta su trayectoria profesional actual y los hallazgos si bien modestos y limitados por el tamaño de la muestra y el énfasis cuantitativo del instrumento, indican que tales nativos habrán dedicado en promedio unas 4,500 horas a permanecer absortos en su celular, 2,700 horas a videojuegos, 13,000 horas a ver televisión y películas; particularmente programación basura y 15,700 horas en promedio a «navegar» sin rumbo claro ni inteligente en las redes sociales, contestar correos electrónicos, realizar búsquedas de ocio en internet, consultar al oráculo «San Google» y platicar en chats.
En este sentido, parece ser que la nueva prisión reside en los dispositivos y que son presos de un «goce» que regula su existencia. Este precisamente es la crítica y reflexión que pretendo construir en relación a los nativos digitales, pues si bien es abundante en la literatura las versiones sobre los aspectos positivos de esta generación, exaltando sus innegables virtudes, no se detallan sus defectos, paradojas, vicios y riesgos. No es mi intención, lo aclaro argumentar un determinismo tecnológico, ni pretendo que mi retórica polarice dramáticamente las sombras de los nativos digitales; simplemente pretendo invitarlos al equilibrio de ideas, a la acción propositiva y al cambio fundamental.
II. Las paradojas del “nativo digital”
Jonassen, Peck, y Wilson (1999), afirman que todos los individuos aprenden de sus experiencias al tener contacto con los objetos que les rodean, y al participar en actividades, eventos, y procesos, interpretando esas experiencias en base a lo que ellos ya saben, razonando y reflexionando acerca de la naturaleza de esas experiencias y de su proceso de razonamiento. En este sentido, lo que me resulta más preocupante de los nativos digitales es, por una parte cierta limitación para el uso del pensamiento crítico y reflexivo en un entorno socio-cultural que demanda una participación activa y no periférica, y por otro lado; la profunda modificación que ha sufrido su personalidad debido a la excesiva relación por el uso de las redes sociales, particularmente Facebook al concebirla como un espejo narcisista, al usar tal red social como un fin y no como un medio.
Los hogares de los nativos digitales se han convertido en los “muros” de la red social, el cordón umbilical con la vida real y cotidiana es la conexión virtual con el “chat”, los secretos e intimidad comunicativa ahora son “inbox”, las demostraciones de afecto ahora son un “toque”, los intereses, acuerdos, “te quiero” o “me gustas” ahora equivalen a un simple y ansiado “Like”. Antes en los hogares de cualquiera de nosotros era común encontrar en las salas, fotografías de los miembros de la familia, ahora esas mismas las encontramos como imágenes completamente egocéntricas colgadas en el Facebook. Cada “like” equivale a un apapacho a la autoestima, similar a cómo el ruso Ivan Pavlov condicionaba a sus perros. Ahora hasta los vínculos amorosos no son tales si no se confirman con el cliché “en una relación” en Facebook.
El nativo digital en buena medida es un adolescente que no decide madurar. Hace unos días en mis limitados momentos de ocio, hojeaba algunas revistas que dispararan pretextos, ideas, pensamientos y disonancias sobre los cuales escribir y mi sorpresa fue mayúscula al encontrarme un reportaje donde un grupo de amigos –adultos jóvenes- festejaban el cumpleaños número treinta –léase 30- de uno de ellos en una “pool party”, donde hubo obviamente convivencia, bebida y diversión en una alberca, pero además ¡mesa de dulces, juguetes, piñata, payaso y paletas de hielo! Quizás los chapuzones excesivos de bits los hacen tomarse muy en serio la idea del “niño interior” o definitivamente sus valores y suposiciones sobre la madurez y comportamientos apropiados a cada etapa de desarrollo son sesgados. Quizás sus cerebros están sufriendo cambios neuroplásticos atribuibles a la excesiva estimulación digital.
No hace mucho tiempo, los psicólogos discutíamos sobre el fenómeno familiar del “nido vacío” pero ahora estamos asistiendo al síndrome de “puerta giratoria”; los nativos digitales –hijos adultos, profesionales y productivos- están regresando a sus hogares primarios después de haber intentado sin éxito formar una familia o establecer una identidad propia debido al desempleo, al divorcio, a las limitaciones financieras y también a la inmadurez acumulada por el hartazgo difundido e infectado por las redes sociales en las que las concepciones ideales de amor y de pareja que gritan al mundo virtual están en el “muro”, pero nunca plenamente concretados ni practicados en la realidad, y ello les impide reconocer y reflexionar que cualquier relación se ve sometida a peligros, crisis y oportunidades de crecimiento personal.
El acceso a internet ha generado avances inconmensurables, pero también han minado la capacidad de filtrado cognitivo y la toma de decisiones trascedentes y repentinas. Al
mismo tiempo, en opinión de Small y Vorgan (2008) los nativos digitales se muestran menos capaces de reconocer rostros, micro-expresiones comunicativas o interpretar gestos sutiles. En una interesante publicación “A nation of wimps” de la psicóloga norteamericana Hara Estroff (2008) revela como la sobreparticipación paternal ha dificultado seriamente el desarrollo de los actuales jóvenes a nivel social, emocional e incluso neurológicamente. Los nativos digitales no alcanzan a descubrir del todo que los hace felices y menos aún que deben hacer para desarrollarse como un adulto equilibrado, responsable e independiente. Ya no es sólo la televisión, sino también Facebook, Twitter, Ask. Fm, Instagram, Badoo, Pinterest, You Tube, Linkedin, Tumblr y otras decenas de redes saturan la vida de los jóvenes con publicidad, contenidos mediáticos, vínculos superficiales y carentes de significado ético, ciudadano, político, socio-cultural o artístico, por lo que se desalienta la imaginación, el pensamiento innovador y el análisis crítico de la realidad nacional e internacional.
En un artículo recientemente publicado por Valenzuela (2013) se analiza la cantidad de adeptos a nivel mundial de Facebook, los cuales han superado los 800 millones de usuarios y en el caso de México representa la red con mayor acceso con alrededor de un 90% de ingresos, Twitter que cuenta con 200 millones, y Google+ que registra 62 millones. Sin embargo, se aclara que el dinamismo en la actividad de estos espacios provoca que todas estas cifras se vuelvan obsoletas en cuestión de días. Así mismo, la autora propone el uso de redes sociales con fines académicos, productivos y de verdadero apoyo a los procesos cognitivos y de enseñanza-aprendizaje tales como los espacios de Edmodo.com, Eduredes.ning.com, GoingOn.com, Academia.edu y Mendeley.com.
A diferencia de generaciones anteriores, algunos nativos digitales no trabajan ni aportan económicamente al sustento familiar, sino que incluso los padres los mantienen financieramente a edades laboralmente productivas. Por utilizar una analogía que sirva de ejemplo lúcido en relación a generaciones anteriores, como decía mi abuelo cuando siendo un niño de 7 años me llevó a mi primer trabajo…”Sí no se les pide que empujen la carreta, nomás bájense”. Las redes sociales parecen mostrar personas más frágiles emocionalmente, poco tolerantes a la frustración, habituados a la gratificación inmediata y al merecimiento sin esfuerzo consistente, menos felices, más tendientes a la depresión, a la ansiedad crónica y a la procastinación. Son más distraídos y manejan con dificultad emociones que los derivan a un hoyo existencial, muestran un marcado énfasis a no establecer contactos cara a cara, además de que sus interacciones familiares, laborales, amistosas y amorosas parecen renunciar involuntaria e inconscientemente a las formas más completas de los vínculos humanos; la intimidad, la cercanía, el compromiso emocional, la fidelidad consigo mismo y la autocrítica permanente.
Hoy parece que, para inferir el tipo y grado de trastorno de personalidad -en especial borderline y narcicista- es suficiente con echar un vistazo clínico al contenido de los «muros». Hoy, mis alumnos universitarios y hasta de posgrado me insisten en que no me «encuentran» y que me han buscado en “todas” partes…por supuesto que esa arriesgada búsqueda alude prioritariamente a Facebook, pero ya no ven ni se aproximan a las personas. Algunos de mis estudiantes me divierten tanto quejándose del “desgaste” al que se sienten sometidos por “tantas” tareas, lecturas, proyectos, presentaciones y de lo complejo que les resulta operar en la realidad en sus prácticas o servicio social que incluso en su práctica profesional que ya les deja muy poco tiempo para entrar a su alter ego: Facebook, Yo les contesto ácidamente que “no deben angustiarse” pues tendrán mucho mejores maestros que yo. Aún les resta que les den “clases magistrales” tres docentes expertos; el Dr. Hambre, el Dr. Desempleo y el Dr. Experiencia.
Representa una observación meramente empírica, pero Facebook, hace creer a los nativos digitales modelos exóticas de pasarela, y además les sugiere pensar y sentir que la amistad real y sincera se reduce al número de contactos. Algunas conversaciones y mensajes en la red social Facebook son tan primitivas que logran modificar mi funcionamiento cerebral, activando intensamente mi giro del cíngulo y entorpeciendo de forma ruda mi corteza frontal dorsolateral inhibiendo las funciones ejecutivas. El punto es que el uso de las redes sociales no es para nada inocente; nuestro cerebro y personalidad son atrapados por su peculiar estructura tendiente al hedonismo, gratificación inmediata, activación erótico-sexual y dependencia gradual para lograr la socialización y vínculos que paradójicamente buscan el contacto “personal” en la virtualidad pero no se logran en la realidad. ¿Cuánto tiempo pasan en Facebook y qué uso le das a la red social?……No me contestes; hazlo de forma que nadie lo sepa…..Sin embargo, ¿sabes una cosa? E
l abuso de las redes sociales también constituyen un verdadero imán para personas obsesivas-compulsivas, depresivas y profundamente neuróticas que reafirman su gran afinidad a relacionarse mejor a través de un dispositivo tan frío cómo un ordenador o en palabras más simples y llanas: “Patología llama Patología”. Yo siempre adoraré tocar, oler, sentir, besar, lamer, morder y sobre todo ver y dialogar gente real, aunque eso me cueste involucrarme de modo humanizante.
Cuánta falta les hace a los nativos digitales leer y comprender: «Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj« de Julio Cortázar. Quizás podrían entender que la nueva prisión está en el dispositivo y que la esclavitud reside en el objeto, el cual quizás es su nuevo y verdadero amo. Un nuevo pedazo de ti, pero no eres tú, no te pertenece ni eres capaz de reconocerlo como propio, “eso” se te impone y se anuda a ti, exactamente como el reloj se aferra a tu muñeca. Los nativos digitales son los nuevos presos “libres”, presos de un «goce» que regulará su existencia y no les permite ubicarse en el tiempo, espacio y persona. No lo saben, pero tienen un sufrimiento que atienden, cuidan y mantienen funcionando creyéndose dueños cuando en realidad son esclavos. Realmente creo que en algunos casos extremos que antes de que aparecieran las redes sociales, la patología y cierta dosis de estupidez era un asunto doméstico y por ello no tan peligroso, pero en plena sociedad del conocimiento donde según Drucker (1959) priman las ideas, los saberes y los “trabajadores del conocimiento”, los nativos digitales no parecen asumirse como el recurso estratégico para moldear un nuevo orden social y adicionalmente parecen olvidar que a pesar de la consolidación de las tecnologías de información y comunicación (TICS) y de los entornos virtuales de aprendizaje muchos de estos medios pueden debilitarse a la larga por el uso bizarro e improductivo que se haga de ellas.
Referencias:
- Boschman, J. (2008). Generación Einstein. Barcelona: Gestión 2000.
- Drucker, P. (1959). Landmarks of tomorrow. Nueva York: Butterworth-Heinemann.
- Estroff, H. (2008). A nation of wimps: The high cost of invasive parenting. Phoenix: Crown Archetype.
- Jonassen D., Peck, K., y Wilson, B. (1999). Learning with Technology (A Constructivism Perspective). USA. Prentice-Hall.
- Prensky, M. (2001). Digital Natives, Digital Immigrants. en On the Horizon.
- Rosler, R. (2011). Principios neurocognitivos para la enseñanza de nativos digitales. Congreso de Ciencias y Neurociencias aplicadas el Desarrollo Humano. Buenos Aires, Argentina, 3 de Junio, (paper).
- Satir, V. (1990) En contacto íntimo. Como relacionarse con uno mismo y con los demás. México, Concepto, S.A.
- Small, G; Vorgan, G. (2008). iBrain. Surviving the technological alteration of the modern mind. New York: Publisher: Collins.
- Strauss, W. y Howe, N. (2003). Millenials Rising. The great next generation. Nueva York: Vintage.
- Tapscott, D. (1998). Growing up digital: The rise of the net generation. Nueva York: MacGraw Hill.
- Tapscott, D. (2008). Grown up digital. How the net generation is changing your world. Nueva York: McGraw Hill.
- Valenzuela, R. (2013). Las redes sociales y su aplicación en la educación. Revista Digital Universitaria UNAM [en línea]. 1 de abril de 2013, Vol. 14, No.4. Consultada el 20 de julio de 2013. Disponible en http://www.revista.unam.mx/vol.14/num4/art36/index.html. ISSN: 1607-6079.
Doctor en Psicología Educativa y del Desarrollo por la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México. Instructor de Educación Continua de la Facultad de Estudios Superiores de Iztacala, UNAM. Profesor de Cátedra de la División de Profesional y Posgrado del Departamento de Estudios Humanísticos y Formación Ética del Tecnológico de Monterrey, Campus Puebla.
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