El sitio Rincón Colorado, en el municipio General Cepeda, Coahuila, fue declarado estatalmente como la Primera Zona Paleontológica de México, el 28 de noviembre del 2012. Es uno de los lugares donde se ha encontrado gran concentración de restos de dinosaurios en el país, entre ellos de la especie Velafrons coahuilensis, que hasta el momento no se ha hallado en ninguna otra parte del mundo.
Con esta distinción, el sitio se convierte en un área educativa en la que los visitantes podrán observar siete ventanas de exhibición con reproducciones de fósiles de dinosaurios que habitaron hace 72 millones de años, que se han descubierto ahí.
“Rincón Colorado tiene un gran valor histórico porque detonó las primeras investigaciones paleontológicas mexicanas sobre dinosaurios, debido a la gran cantidad de materiales encontrados y su alta calidad de estado de conservación”, informó Felisa Aguilar Arellano, bióloga del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta).
“Asimismo —abundó—, el lugar destaca porque en él se encontró una especie del dinosaurio conocido como ‘pico de pato’ o hadrosaurio —herbívoro con poblaciones muy abundantes durante el periodo Cretácico Tardío (hace 72 millones de años)— del que hasta el momento no se ha tenido registro en ninguna otra región del orbe, se trata del Velafrons coahuilensis, cuyo esqueleto se halló en 1995”.
La declaratoria de Rincón Colorado como Primera Zona Paleontológica de México, fue realizada este 28 de noviembre, por Rubén Moreira Valdez, gobernador del estado de Coahuila, en compañía de José Francisco Aguilar Moreno, delegado del INAH en esa entidad, y las secretarias estatales de Cultura y Turismo, Ana Sofía García Camil y Claudia Morales Salazar, respectivamente.
Tras cruzar la fachada del sitio —localizado a 35 km de Saltillo—, se puede observar la silueta del Velafrons coahuilensis, que fue construida en una malla de metal con varas de albarda, planta característica del lugar. “La representación de este dinosaurio está hecha a escala natural (4 metros de alto y 7 de largo, del pico a la cola), aunque se refiere a un ejemplar juvenil, en realidad podían llegar a medir más”, explicó el delgado José Francisco Aguilar.
De acuerdo con la paleontóloga Felisa Aguilar Arellano, en los años 90, investigadores del Instituto de Geología de la UNAM hallaron 60% de los restos óseos fosilizados de un ‘pico de pato’, que fueron recuperados en dos etapas: la primera de 1993 a 2001 por investigadores de la UNAM y de la Coordinación de Paleontología de la Secretaría de Educación del Estado de Coahuila; y la segunda en 2002, cuando fue extraído el cráneo, por expertos del gobierno estatal, del Museo del Desierto (Coahuila) y de los museos de Historia Natural, de la Universidad de Utah, EU, y del Royal Tyrrell Museum of Palaeontology, Canadá.
“Debido a que el cráneo fue sometido a estudios comparativos con otros ejemplares del mundo, para determinar el tipo de especie, se concluyó que se trataba de un nuevo género que más tarde (2007) recibiría el nombre científico de Velafrons coahuilensis, el cual se convertiría en el emblema de Rincón Colorado”, mencionó.
En dicho sitio se muestran evidencias de especies que existieron durante el periodo Cretácico Tardío, entre ellos la huella original de un ornitomimido, que se conservó gracias a capas de arena que cubrieron y sepultaron la impronta en lodo; las réplicas de los huesos de ‘picos de pato’, y de un ceratópido o “dinosaurio con cuernos en la cara”, estos últimos considerados los rinocerontes de aquella época.
José Francisco Aguilar apuntó que Rincón Colorado ya tiene delimitado el polígono del área de visita —nueve hectáreas—, un nuevo recorrido con mayor cantidad de información sobre el lugar y los fósiles, así como una nueva fachada y senderos de acceso, lo cual se logró con la participación de la comunidad, que se involucró en la conservación y mejora del espacio a través del Programa de Empleo Temporal, impulsado por el INAH y la Secretaría de Desarrollo Social.
“Durante las temporadas de trabajo realizadas en 2011 y 2012, se mejoró el camino de acceso, se pintó la fachada y se le hizo un techo con varas gruesas de albarda, se crearon los senderos, se rediseñó la plazoleta central, se reubicaron las cédulas informativas y se generaron espacios de descanso para el público, todo ello representó una inversión de 500 mil pesos por parte del Instituto”, mencionó el delegado.
Adelantó que con el nuevo recorrido los visitantes observarán siete canteras o ventanas de exhibición con reproducciones de restos óseos de dinosaurios encontrados ahí. Además, en los senderos se colocó cedulario que proporciona información adicional, como el proceso de fosilización, datos de algunos animales que habitan actualmente el desierto coahuilense, como víboras y lagartijas, y de plantas características de la región, entre ellas, agave, lechuguilla, cactáceas, gobernadora y candelilla.
La primera cantera exhibe la impronta que quedó en tierra de un ornitomimido —especie de gran parecido a las avestruces actuales—, que se caracterizaba por ser omnívoro (se alimentaba de plantas, frutos, insectos y pequeños mamíferos y reptiles); llegaba a medir hasta 3 metros de largo y 2 de alto, y alcanzaba hasta los 200 kg.
La segunda ventana de exhibición recrea un espacio de excavación arqueológica, con el fin de que el público comprenda cómo se hacen las investigaciones en campo; en tanto, las ventanas tres y cuatro contienen reproducciones de los restos óseos de dos ‘picos de pato’ o hadrosaurios, uno de los cuales corresponde al de la especie que hasta el momento solo se ha encontrado en México, es decir, del Velafrons coahuilensis.
Las canteras cinco y seis muestran las reproducciones de los primeros huesos de dinosaurios descubiertos y recuperados de 1993 a 2000, mismos que están bajo análisis comparativos para dilucidar a qué especie corresponden.
Finalmente, la ventana siete exhibe réplicas de los restos de un ceratópido (Ceratopsidae), animal que llegó a medir 6 metros de largo y 2500 kg aproximadamente, que se caracterizó por ser cuadrúpedo, tener cuernos en la nariz, un collar óseo en la parte trasera de la cabeza sobre el cuello y un pico curvo en la mandíbula superior. Además, se muestran algunas reproducciones óseas de otro ‘pico de pato’ que se encontró en el mismo espacio.
“Contrario a lo que se pensaba hace algunos años, en el periodo Cretácico Tardío lo que hoy es México no estaba totalmente sumergido, sino que tenía áreas continentales con vegetación y un ambiente húmedo y tropical por donde caminaban los dinosaurios, tanto en la zona norte del país como en la que ahora ocupan los estados de Michoacán, Puebla y Chiapas (estas últimas quizá eran islas)”, refirió Felisa Aguilar.
“Esta idea —subrayó— se confirmó con los restos óseos encontrados en Coahuila, así como por la evidencia de fondo marino hallada en Rincón Colorado, la cual se litificó (compactación y conversión de los sedimentos en rocas) y conserva evidencias de fauna que habitaba en él, pues se hallaron restos de conchas de ostras y de caracoles”.
Coahuila, tierra de dinosaurios
Además de Rincón Colorado, especialistas del INAH continúan con exploraciones y estudios en otros puntos de Coahuila, tal es el caso de los huesos de una cola de un dinosaurio articulada localizada en el ejido Guadalupe, municipio General Cepeda, que fueron reportados en julio de este año por el ciudadano José López Espinoza.
“De inmediato, se hicieron labores de inspección y se confirmó que los restos corresponden a un dinosaurio. Posteriormente, se elaboró una propuesta de delimitación del área y un proyecto de investigación y rescate del ejemplar, que se comenzará a mediados de enero del próximo año, en colaboración con el Instituto de Geología de la UNAM”, concluyó la bióloga Felisa Aguilar.
A la Zona Paleontológica Rincón Colorado se llega a través del km 43.5 de la carretera Saltillo-Torreón, donde se localiza la desviación que conduce al ejido de Rincón Colorado, y de allí se toma el camino de terracería que conduce al sitio. Horario: Lunes a domingo de 10:00 a 17:00 horas. Entrada gratuita.