CONICET/DICYT El objetivo del trabajo fue lograr un mejor entendimiento en relación a la ancestría de los europeos actuales. Para ello se secuenciaron genomas completos de un agricultor temprano de Stuttgart (Alemania) de unos 7 mil años de antigüedad, un cazador-recolector antiguo de Luxemburgo de 8 mil años (Loschbour), y siete cazadores-recolectores antiguos de Suecia de 8000 años (Motala). Estos datos fueron analizados junto con otros genomas antiguos y contemporáneos de 2.345 personas de 203 poblaciones actuales, y demostraron que en Europa las migraciones tuvieron un rol protagónico en la introducción de la agricultura.
Estos resultados surgieron de un trabajo multidisciplinario realizado por 120 co-autores de 88 instituciones de 35 países liderado por investigadores de la Universidad de Tubinga (Alemania) y de Harvard Medical School (Estados Unidos), con la participación del CONICET, entre otras, a través de la colaboración de Graciela Bailliet y Claudio Bravi, investigadores independientes en el Instituto Multidisciplinario de Biología Celular (IMBICE, CONICET-CIC). El logro fue publicado en la destacada revista Nature, en Inglaterra.
“Nosotros colaboramos aportando muestras de poblaciones actuales argentinas que tienen una composición aborigen importante”, comenta Bailliet, y luego agrega: “Lo central de este trabajo es hablar de qué se trata la población europea, qué vertientes genéticas tuvo, cómo se introdujo la agricultura en Europa, y qué complejidad poblacional dio origen a las poblaciones actuales”. En la misma línea, Bravi resalta la importancia del aporte “por lo que representa para entender el origen de las poblaciones pero sobre todo desde el punto de vista metodológico”, y después completa: “Poder acceder directamente a la información genética de restos humanos antiguos abre un camino totalmente nuevo a los estudios de orígenes de poblaciones humanas”.
El estudio señaló que la gran mayoría de los europeos actuales derivan de al menos tres poblaciones distintas: los cazadores-recolectores de Europa occidental (WHG), los euroasiáticos antiguos del norte (ANE), y los agricultores tempranos europeos (EEF). A través de los modelos empleados se estableció que los agricultores tempranos europeos presentaron un 44 por ciento de ancestría proveniente de linajes basales euroasiáticos que fueron los primeros que se separaron del resto de los linajes no-africanos.
En estas muestras antiguas se caracterizó el ADN mitocondrial: Stuttgart perteneció al haplogrupo T2, típico de los europeos neolíticos, Loschbour y todos los individuos de Suecia pertenecieron al haplogrupo U5 y U2, típicos de europeos pre-neolíticos. Stuttgart fue una mujer, mientras que Loschbour y cinco Motala fueron varones, y mostraron el haplogrupo I del cromosoma Y, sugiriendo que este fue el haplogrupo predominante en los europeos pre-agricultores del Norte.
Los científicos calcularon cuál es la proporción de componentes genéticos ancestrales en los europeos actuales: los del norte tienen más ascendencia de cazadores-recolectores, mientras que los europeos del sur tienen más ascendencia de los primeros agricultores. Sin embargo, en un principio, los propios agricultores tenían alguna ascendencia de cazadores-recolectores.
El análisis de los genomas antiguos aporta datos acerca, por ejemplo, del color del pelo o los ojos de aquellas personas. Se comprobó que algunos de los cazadores-recolectores probablemente tenían los ojos azules y la piel más oscura, mientras que los primeros agricultores tenían la piel más clara y ojos marrones.