Un estudiante de doctorado de Universidad Nacional de Australia (ANU, por sus siglas en inglés), Ilya Bobrovskiy, descubrió un fósil de un enigmático organismo llamado Dickinsonia muy bien conservado en un área remota cerca del Mar Blanco, en el noroeste de Rusia. El tejido de estos restos aún contenía moléculas de colesterol, un tipo de grasa que es marca distintiva de la vida animal.
Un equipo de científicos liderado por la ANU ha concluido, gracias al análisis de estas moléculas de grasa, que este ejemplar es el primer animal confirmado en el registro geológico, ya que vivió en la Tierra hace 558 millones de años.
El investigador principal del estudio que publica la revista Science, el profesor asociado Jochen Brocks, explica que la explosión cámbrica sucedió cuando animales complejos y otros organismos macroscópicos, como moluscos, gusanos, artrópodos y esponjas, comenzaron a dominar el registro fósil. «Las moléculas de grasa fósil que hemos encontrado demuestran que los animales ya eran grandes y abundantes hace 558 millones de años, mucho antes de lo que se pensaba», añade.
Este organismo formaba parte de la biota de Ediacara, formado por los primeros seres vivos que poblaron la Tierra 20 millones de años antes de la explosión cámbrica de la vida animal.
El ‘Santo Grial’ de la paleontología
«Los científicos han estado investigando durante más de 75 años sobre Dickinsonia y otros extraños fósiles de la biota de Ediacara. La grasa fósil confirma ahora a Dickinsonia como el animal más antiguo conocido, resolviendo un misterio de décadas de antigüedad que ha sido el ‘Santo Grial’ de la paleontología».
La grasa fósil confirma a Dickinsonia como el animal más antiguo conocido
Su descubridor, Bobrovskiy, apunta que el equipo desarrolló un nuevo enfoque para estudiar estos fósiles, que tienen la llave entre el viejo mundo dominado por las bacterias y el mundo de los grandes animales que surgió hace 540 millones de años durante la explosión cámbrica. «El problema que tuvimos que superar fue encontrar fósiles de Dickinsonia que habían retenido algo de materia orgánica», dice el científico.
La mayoría de las rocas que contienen estos fósiles, como las de Ediacara Hills en Australia, han soportado mucho calor, presión y erosión. Los paleontólogos llevan décadas estudiándolas, lo que explica por qué estaban atascados en la verdadera identidad de Dickinsonia.
Escaló un acantilado para hallar los restos
Los paleontólogos normalmente estudian la estructura de los fósiles, pero Bobrovskiy extrajo y analizó las moléculas de su interior. «Tomé un helicóptero para llegar a esta parte remota del mundo, hogar de osos y mosquitos, donde pude encontrar fósiles de Dickinsonia con materia orgánica aún intacta», relata.
Bobrovskiy se colgó del borde de un acantilado con cuerdas hasta encontrar los fósiles que buscaba
Estos fósiles estaban en medio de los acantilados del Mar Blanco que tienen entre 60 y 100 metros de altura. “Tuve que colgarme del borde de un acantilado con cuerdas y excavar enormes bloques de piedra arenisca, arrojarlos, lavar la piedra y repetir este proceso hasta encontrar los fósiles que buscaba», explica Bobrovskiy.
Para Brocks, el hecho de poder estudiar las moléculas de estos organismos antiguos es algo revolucionario. «Cuando Ilya me mostró los resultados, simplemente no podía creerlo. Pero también de inmediato comprendí su importancia», asegura.
ANU dirigió la investigación en colaboración con científicos de la Academia Rusa de Ciencias y el Instituto Max Planck de Biogeoquímica y la Universidad de Bremen en Alemania.