La esquizofrenia es un trastorno mental devastador pues deteriora la calidad de vida en todos los ámbitos de quien la padece: familiar, laboral y de amistad. Incluso está ubicada entre las causas líderes de discapacidad en el mundo y de pérdida de años de vida saludable, según la Organización Mundial de la Salud.
 
Los síntomas del padecimiento más popularmente conocidos son las alteraciones del pensamiento y de la conducta, como las alucinaciones y los delirios. No obstante, hay otros síntomas quizá menos evidentes que tienen el mismo impacto. Por ejemplo, los esquizofrénicos suelen presentar afecto adormecido (disminución en su capacidad afectiva), anhedonia (incapacidad para sentir placer), depresión, hostilidad y ansiedad, explicó la doctora Julieta Ramos Loyo del Instituto de Neurociencias de la Universidad de Guadalajara e integrante de la Academia Mexicana de Ciencias.
 
También se ha observado que se les dificulta decodificar las expresiones emocionales del rostro y el lenguaje de los otros, “tienen problemas en encontrar una relación entre lo que ellos observan, lo que experimentan y la manera en cómo lo expresan; es como un desfasamiento en los diferentes niveles de procesamiento emocional. Todo esto limita mucho sus capacidades para establecer relaciones sociales”.
 
De acuerdo con la especialista en psicobiología, un aspecto que se ha indagado poco respecto al reconocimiento emocional en los pacientes esquizofrénicos es determinar si existen diferencias atribuibles al sexo.
 
Esta inquietud fue la que guió una las investigaciones más recientes donde participó Ramos Loyo, en la cual se evaluó el desempeño de los participantes -en grupos divididos por sexo- en tres modalidades: facial, prosódica (referente a la acentuación y pronunciación durante el habla) y contexto social, esta última fue la prueba más compleja pues involucra a distintas personas expresando emociones similares o diferentes en un comportamiento dinámico. Los resultados se publicaron este año en la revista Schizophrenia Research and Treatment.
 
Los autores encontraron que los hombres fueron menos empáticos con la emoción de felicidad respecto a las mujeres en la tarea de reconocimiento emocional dentro de un contexto social -la cual consistió en presentares una serie de cortometrajes que tenían distintos personajes y diálogos que representaban situaciones para las emociones básicas de felicidad, miedo, enojo y tristeza- explicó la especialista. Es decir, a los hombres les costó más trabajo ponerse en el lugar del otro e identificarse con él cuando presencian una situación de felicidad.
 
En cambio, no encontraron diferencias contundentes debidas al sexo cuando a los pacientes esquizofrénicos (y a un grupo de pacientes sanos) solo les mostraron imágenes de rostros que expresaban emociones distintas (felicidad, tristeza, miedo, sorpresa y disgusto) y uno neutral; ni tampoco cuando se les puso a reconocer elementos de la expresión oral tales como la entonación y acentuación.
 
A pesar de lo anterior, el trabajo sugiere “realizar estudios con emociones complejas, como el orgullo, pena, culpa, frustración, entre otras, porque en la vida cotidiana, los pacientes están continuamente expuestos no solo a las emociones básicas. Es posible que cuando estén expuestos a expresiones emocionales complejas, los esquizofrénicos muestren una mayor discapacidad y haya diferencias más marcadas entre sexos”.
 
Algunas pistas que podrían explicar estos resultados, de acuerdo con Ramos Loyo, son el hallazgo del deterioro bioquímico en la corteza prefrontal en los hombres esquizofrénicos principalmente, “eso lo que provoca es que les cueste más trabajo regular su conducta y en particular sus emociones; o hay daños en el núcleo accumbens, estructura que tiene que ver con la sensación de placer y de bienestar”.
 
La doctora Ramos Loyo añadió que es necesario seguir estudiando las diferencias de sexo no solo al nivel de los síntomas sino de los procesos neuronales porque, de acuerdo con la investigadora,  el cerebro de hombres y mujeres funciona de manera distinta. Esto se refleja en que “la enfermedad es más agresiva en los hombres mientras que las mujeres tienden a presentarla más tardíamente, sus síntomas son de menor intensidad y tienen una mejor respuesta a los tratamientos. Además es menor el número de hombres que de mujeres que presentan este trastorno”.
 
Los autores del estudio apuntan que “el conocimiento de las deficiencias o de la discapacidad en la esquizofrenia puede ser útil para el diseño de estrategias terapéuticas, tomando en cuenta las emociones que presentan mayores dificultades en una modalidad sensorial particular”, con lo cual se mejoraría la formación y el mantenimiento de las relaciones interpersonales”.
 

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Pie de foto:
Regiones activadas para la tarea de identificación de emociones. Controles (fila superior), pacientes esquizofrénicos (fila del centro), y el contraste control-pacientes (fila inferior). Tomada de: Raquel E. Gur. 2010. Functional magnetic resonance imaging in schizophrenia. Dialogues Clin. Neurosci. 12(3): 333–343.

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