Doña Inés, de Don Juan Tenorio

Doña Inés, de Don Juan Tenorio


La figura del “Don Juan” o “el burlador” como también se le llamaba en esa época a quienes buscaban seducir a la mayor cantidad de mujeres posible, la lleva hasta la literatura española Tirso de Molina, con su obra El Burlador de Sevilla, escrita por 1612.

En cambio la obra de “Don Juan Tenorio” de José Zorrilla, (Una historia de maldad, amor y perdón) pertenece a una etapa altamente productiva del creador, de 1840 a 1845, cuando estuvo contratado en exclusiva por Juan Lombía, empresario del Teatro de la Cruz (que es donde se estrena la obra el 28 de febrero de 1844), en la que durante cinco temporadas presentó por primera vez 22 dramas.

«Don Juan Tenorio», con el tiempo, se convirtió en una tradición para ser representada en los días de Todos Santos y Fieles Difuntos, 1 y 2 de noviembre y las vísperas de los mismos. Algunas versiones anotan a que esto se dio, sobre todo en el siglo XIX, porque su parte culminante y acto final, se da en el Día de Todos los Santos; sin embargo, también están las versiones que apunta a que se volvió tradición porque la obra fue terminada el 1 de noviembre.

La historia cuenta como Don Juan y Don Luis Mejía hicieron una apuesta doble, en la cual se trataba «quién de ambos sabía obrar peor, con mejor fortuna, en el término de un año» y «quien de los dos se batía en mas duelos y quien seducía a mas doncellas». La historia inicia un año después de esa apuesta, por lo tanto, Don Luis Mejía y Don Juan se vuelven a encontrar en la hostería del Laurel de Buttarelli, en Sevilla; donde comparan sus hazañas.

La apuesta se ha vuelto un gran escándalo en Sevilla, sin embargo, nadie sabe a ciencia cierta lo que sucede. Durante la noche, arriban a la Hostería del Laurel, propiedad de Butarelli, en busca de conocer a fondo los detalles de dicha apuesta.

Don Gonzalo, padre de doña Inés, la prometida de Don Juan, se ha enterado de la apuesta, y va a la hostería a asegurarse de lo que ha oído. Igualmente Don Diego, padre de Don Juan, quiere ver «el monstruo de liviandad a quien pude dar el ser».

Los rivales cuentan los muertos en batalla (Don Luis 23, Don Juan 32) y las mujeres seducidas (Don Luis 56, Don Juan 72), al finalizar Don Juan queda como vencedor, sin embargo Don Luis lo vuelve a desafiar diciéndole a Don Juan que lo que le falta en la lista es «una novicia que esté para profesar», entonces Don Juan le vuelve a apostar a Don Luis que conquistará a una novicia, y que además, le quitará a su prometida, Doña Ana de Pantoja.

Don Luis, ante las palabras del otro, envía a su criado, Gastón, a avisar a la justicia; mientras que don Juan hace lo mismo con Ciutti.

Al oír el desafío, el comendador Don Gonzalo de Ulloa, padre de Doña Inés, que llevaba en un convento desde su infancia y estaba destinada a casarse con Don Juan, deshace el matrimonio convenido.

A la hostería llegan dos rondas de alguaciles que ponen bajo arresto a los dos nobles.

Don Luis logra salir de la cárcel y va con doña Ana para suplicarle que se mantenga firme ante Don Juan, que irá tras ella. Don Juan también sale, y en la calle de la casa de Doña Ana, hace encerrar a don Luis. Luego, conversa con Brígida, la beata comprada del convento, que le explica como entrar en el convento sin ser visto.

La última acción de Don Juan, para asegurar la apuesta, es llamar a Lucía, la sirvienta de Doña Ana, para pedirle que abra las puertas de la casa a cambio de dinero y a las diez de la noche. Lucía accede.

En tanto, Doña Inés lee una carta de Don Juan, en la que declara abiertamente su amor hacia ella. Cuando ha concluido, Don Juan penetra en la celda, lo que provoca que se desmaye. Don Juan la toma y la lleva a su casa. Don Gonzalo llega tiempo después, a contarle a la madre abadesa que la dueña de Doña Inés está comprada, y teme por su bienestar. Aparece entonces la hermana tornera, anunciando la desaparición de Doña Inés.

En la casa de Don Juan, doña Inés cae en las redes del galán. Unidos por su amor, están dispuestos a todo. En ese momento, llega Don Luis, que quiere matar a Don Juan. Casi después, llega Don Gonzalo, con gente armada. Don Juan manda a Don Luis a una habitación contigua para que espere.

Don Juan se humilla ante Don Gonzalo suplicando que le conceda a su hija a cambio de pruebas que él mismo dispone. Don Gonzalo se niega. Don Luis sale del cuarto y trata de aliarse con el comendador para matar a Don Juan, pero finalmente resulta ser éste último el matador, dándole un balazo a Don Gonzalo y una estocada a Don Luis.

Don Juan huye de Sevilla en un bergantín hacia Italia.

Segunda parte

Cinco años después de la acción anterior, Don Juan vuelve a Sevilla, buscando el antiguo palacio de la familia de los Tenorio y encontrando en su lugar el cementerio donde están enterrados Don Luis y El Comendador, además del resto de las víctimas muertas a manos de él. Admirando las estatuas, don Juan descubre un sepulcro inesperado, el de doña Inés (que muere de pena al comprender que Don Juan y ella jamás podrán estar juntos a pesar de amarse profundamente).

Llegan al lugar Centellas y Avellaneda, la presencia de estos dos viejos amigos hace que don Juan los invite a su casa a cenar junto con el espíritu de Don Luis, de donde viene la idea de haberse basado Zorrilla en «El Convidado de Piedra» de Tirso de Molina. Más tarde mientras se encuentran cenando, suena un aldabonazo y hace su aparición el espectro del Comendador que acude con el objetivo de conducir a Don Juan al Infierno. Sin embargo Doña Inés intercede y logró que ambos suban al Cielo entre una apoteósis de ángeles y cantos celestiales.

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