¿Qué niño diría ‘no’ a una fiesta de pijamas entre tortugas, jirafas y leones? Algunos museos en el mundo ofrecen a pequeños y grandes explorar sus exposiciones bajo una luz totalmente diferente. La idea es acampar y dormir rodeado de obras de arte, objetos históricos, esqueletos, tiburones, piedras preciosas o animales ya extinguidos.
Por la noche la iluminación interior se reduce, las sombras parecen moverse y cobrar vida, el silencio amplifica cualquier sonido, y el museo ofrece una faceta totalmente distinta a la diurna.
Leslie Martinez, organizadora de esta actividad en el Museo Americano de Historia Natural (AMNH) de Nueva York, cree que es una oportunidad única, “en parte porque normalmente tenemos miles de visitantes en el museo, y durante la noche no hay más de 480 personas. Es muy especial para los niños, una experiencia a la vez divertida y de aprendizaje con la que les animamos a explorar”.
En España solo unos pocos centros ofrecen esta experiencia a grupos de escolares. Uno de ellos es el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) en Madrid. Cada viernes, dos grupos de niños entre 8 y 12 años llevan sus sacos y esterillas hasta el museo para participar en la Noche de los Animales o la Noche de los Dinosaurios, dos veladas llenas de actividades.
El 31 de mayo fueron los alumnos de los colegios madrileños Benito Pérez Galdós y de Tres Olivos quienes, emocionados ante la idea de dormir entre sus animales favoritos, bombardearon a los monitores con sus acuciantes dudas nada más llegar: “¿Por qué las tortugas chillan?”, “¿Las arañas comen niños?”, “¿Tú sabes por qué el pez globo se hincha?”. Mientras, en medio de tanta excitación, comentaban entre ellos las ganas que tenían de ver el calamar gigante, el leopardo, las serpientes o el caballo: “Estoy tan emocionado que tartamudeo”.
Por una noche, iban a convertirse en investigadores. Buscarían animales microscópicos en una gota de agua, aprenderían a diferenciar el sexo de las mariposas, a conservar animales en alcohol y a identificar fósiles de dinosaurios.
Dormir con los tiburones del Zoo Aquarium de Madrid nadando silenciosamente alrededor de uno es otra de las posibles aventuras nocturnas en centros de ciencia para los estudiantes más jóvenes. El Aquarium Finisterrae de A Coruña también tiene un programa que niños entre siete y once años pasen alguna de sus noches durante las vacaciones de navidad o semana santa en su sala Nautilus, que está sumergida en un enorme tanque de agua donde vive Gastón, un impresionante tiburón toro. “Lo ven a través del cristal, así que no pasan especial miedo” dice a SINC una portavoz de los Museos Científicos Coruñeses.
Dormir bajo la ballena neoyorquina
En Nueva York, el AMNH ofrece la oportunidad de pasar la noche bajo la gran ballena que cuelga de una de sus salas principales. Leslie Martinez explica que en su museo la experiencia está concebida para familias. “Aunque las actividades están pensadas para niños de entre seis y trece años, tenemos a los adultos en mente. ¡Queremos que los chicos se diviertan tanto como los mayores!”, asegura.
Los niños tienen la oportunidad de conocer a científicos y artistas, hacer manualidades y escuchar historias antes de irse a dormir. “Tenemos educadores que hacen presentaciones con animales vivos donde los más pequeños pueden conocer al lobo, un cachorro de oso negro, águilas y otras criaturas. También los científicos del museo participan en la celebración para compartir sus artefactos y su pasión con las familias”, explica Martínez.
El ronquido de los dinosaurios
Uno de los pocos que ofrece una acampada solo para adultos es el Museo de Historia Natural (NHM) de Londres. Aunque originalmente su programa “Dino Snores” (Dino Ronca) fue creado para niños de 7 a 11 años, se reserva cuatro noches al año de “Dino Snores for Grown-ups” (“Dino Ronca para mayores”), en la que ofrece una sofisticada programación con cena, música, ciencia, arte y una velada bajo el esqueleto del enorme diplodocus que se encuentra en la sala central del edificio.
“La experiencia para adultos es más flexible, los participantes pueden elegir a qué actividad quieren asistir. Además el programa incluye una cena de tres platos en nuestro restaurante” explica Aliena Dowling, organizadora en el NHM.
Los visitantes aprenden sobre la vida sexual de los insectos, ciencia forense y pueden ver una maratón de documentales de terror. Toda una experiencia en medio del espectacular edificio que aloja el museo, iluminado en penumbra. Pero no todo es ciencia, actividades artísticas y un espectáculo de comedia son otras de las posibilidades para entretenerse, conocer gente y hasta (¿por qué no?) ligar. Quizá se encuentre a la media naranja mientras se aprende sobre fósiles del cretácico.
Otros museos, aunque no ofrecen la posibilidad de acampar, abren sus puertas hasta tarde y organizan fiestas con música. Es el caso del Art After Dark del museo Guggenheim en Bilbao, que un viernes de cada mes abre las puertas solamente a mayores de 18 años para que disfruten de las exposiciones al ritmo de los DJ.
Ante la pregunta de cuál es la clave del éxito de estas fiestas de pijamas en museos, Dowling explica que hicieron mucha investigación previa. “Nos informamos sobre qué era lo que buscaba la gente y nos aseguramos que usábamos los puntos fuertes del museo para atraer su atención, por ejemplo, los dinosaurios”, explica.
Martinez, por su parte, confiesa: “El gran secreto es que preparo las veladas como si las estuviera organizando para mi mejor amigo”.