Demencia de Doña Isabel de Portugal

Demencia de Doña Isabel de Portugal


Afortunados aquellos poetas que pueden escribir aun estando en un psiquiátrico, porque de ellos será el reino de las aves.

Por Mirna Valdés V.

Caminaba por una calle céntrica de nuestra ciudad. El calor, los autos, el ruido, en fin un mundo muy loco para una grinch como yo, que todo le enfada. Iba distraída pensando en lo terrible que se ha vuelto ser un peatón. Como casi siempre sucede, suele uno encontrarse a los amigos. Así, de repente escucho que alguien pronuncia mi nombre y volteo. Era el poeta Edgar Aguilar a quien hacia unos segundos acababa de saludar. Me presentó su más reciente libro de poesía: Poemas de un loco, editado por Praxis en el año 2016.

Ustedes pensarán que es un invento lo que escribo, y que lo hago para hablar del libro que ahora tengo en mis manos. Es una bella edición, de tamaño media carta, blanco. En el centro de la portada, la imagen de un pequeño pájaro posado en una rama. El pájaro se encuentra en la posición de querer levantar el vuelo, su mirada es inquietante, parece abarcarlo todo. En su interior, una espiral infinita con el título y nombre del autor: Poemas de un loco, Edgar Aguilar.

Podrán o no creer en la sincronicidad del universo, pero a mí me sucede muy a menudo. Abro el libro y leo, un poco con sorpresa: “Extraña coincidencia. /Extraña forma de coincidir. /Las coincidencias son privativas /de un hombre de excelso carácter. /Las coincidencias siguen su curso. /Los sueños se aniquilan /como una falsa vedette. /Los sueños perdidos /serán mi testamento. /Y las coincidencias /mantendrán su curso.

Y digo que fue una extraña coincidencia el saludar a Edgar Aguilar, que él me presentara su libro y que al abrirlo pudiera leer a vuelo de pájaro, su poema: “Extraña coincidencia”. Pues yo iba pensando sobre la locura de vivir en este mundo moderno, las dificultades para relacionarnos como seres humanos; en pocas palabras, para sobrevivir en esta jungla de asfalto, donde la locura es un remedio eficaz para resistir.

En la contraportada del libro se lee: “La poesía es cosa de locos. Pero un loco que se asume poeta es algo especial. O quizá ambos entes sean en todo caso lo mismo, pues poesía y delirio mantienen esa oscura, aunque vital, necesidad de expresar lo que el lenguaje y el hombre comunes no expresan”. Y es que Edgar Aguilar se inspira en la obra de Nicolai Gógol, Diario de un Loco, para inventar un personaje, “Mijda”, que no está del todo cuerdo y es poeta. Es a través de él que nos acerca con sus poemas surgidos de la locura, a los abismos del alma humana.

“Ayer visité la tumba /de un hombre que no existe. /Esa tumba y ese hombre /—que no existe— /me hicieron recordar /lo frugal de la existencia. /De haber existido /ese hombre que no existe / la tumba me hubiera /parecido inexistente. /Algo, me digo, /debo pasar por alto”.

Edgar Aguilar (Xalapa, Ver., 1977). Narrador, poeta y editor. Obtuvo el Premio de Poesía Jorge Cuesta en 2000, convocado por la Universidad Veracruzana. Ha publicado el libro de poesía Ecos (Ediciones Safari, 2007) y el libro de cuentos La torta y otros relatos menos crueles (Ediciones Cultura de Veracruz, 2010). Dirigió la revista literaria Artemisa.

Afortunados aquellos poetas que pueden escribir aun estando en un psiquiátrico, porque de ellos será el reino de las aves. “Casi no hay amigos /Pero unos pocos pájaros para decir lo que has dicho”.

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