Durante el verano de 2003 se produjo una ola de calor de las más intensas a nivel mundial desde que existen registros. La temperatura de las aguas superficiales en el Mar Balear fueron en torno a 2.7ºC superiores a la media, lo que no solo afectó al crecimiento del atún rojo sino tuvo sus consecuencias sobre el ecosistema marino.
“Afectan, por ejemplo, a algunas comunidades de fondo en el Mediterráneo occidental o al patrón de circulación de algunas áreas”, explican los científicos.
Los científicos han demostrado con este trabajo como el aumento de la temperatura del agua potenció el crecimiento de las larvas por medio del estudio de las microestructuras de deposición diaria que se observan en el otolito, una estructura ósea de los peces que sirve para calcular su edad y estudiar su tasa de crecimiento.
El aumento del crecimiento durante la etapa larvaria puede tener consecuencias en el posterior reclutamiento de la especie, tal y como se ha demostrado en algunas especies de peces de la familia de los cupleidos, como son las sardinas o los arenques, en los que una mayor tasa de crecimiento larvario se ha traducido en un mayor reclutamiento.
Las larvas que se utilizaron en este estudio fueron muestreadas en las campañas TUNIBAL, llevadas a cabo en aguas del archipiélago balear.
Referencia bibliográfica:
García, A., D. Cortés, J. Quintanilla, T. Ramirez, L. Quintanilla, J. M. Rodríguez and F. Alemany (2013) Climate-induced environmental conditions influencing interannual variability of Mediterranean bluefin (Thunnus thynnus) larval growth. Fish. Oceanogr. 22:4, 273–287.