JPA/DICYT José Abel Flores Villarejo, catedrático de Micropaleontología y Oceanografía en la Universidad de Salamanca, España, pronunció hoy la conferencia ‘Elogio del blanco’ dentro de una sesión académica celebrada por la Universidad de Salamanca para conmemorar la festividad de Santo Tomás de Aquino, patrón de la enseñanza superior. El investigador zamorano del Departamento de Geología realizó un repaso por la historia de la ciencia vinculada al estudio del clima y en particular del hielo, que en los polos ve reducido su tamaño progresivamente como consecuencia del actual cambio climático de origen humano, el cual “no es cuestión de fe”, afirmó, “no se trata de creer o no creer, la evidencia existe”.
“Hielo, esqueleto, nieve y fósiles, han marcado mi trayectoria profesional”, aseguró en palabras recogidas por DiCYT justificando la referencia al color blanco que daba título a su ponencia, ya que se ha dedicado al estudio de los restos que ofrecen pistas sobre el clima de épocas pasadas, atrapados en el hielo o en rocas que a menudos también son blancas.
José Abel Flores explicó cómo el terremoto de Lisboa de 1755 fue trascendental para la historia del pensamiento, ya que obligó a plantearse el carácter sobrenatural de los hechos y sentó las bases para elaborar un método que sirviera para acumular conocimientos, como la evolución de los continentes.
Ya en el siglo XX desentrañar las incógnitas del fondo de los océanos se convirtió en una prioridad para las potencias y así se formó un gran consorcio científico para su perforación, el Deep Sea Drilling Project. El mismo José Abel Flores ha podido participar desde los años 90 en el programa heredero de aquel proyecto para estudiar los microfósiles que se asientan en el fondo del mar como “nieve marina” y ofrecen información de cómo eran las condiciones climatológicas del pasado. Ese trabajo lo ha desarrollado en barcos como el Joides Resolution, en el que sumando distintas campañas ha pasado más de un año de su vida.
Todo ello se debe a la necesidad de contar con “archivos climáticos fidedignos”, puesto que el registro instrumental del clima apenas abarca un siglo. Así, en la Antártida se ha conseguido recuperar secuencias de un millón de años de nieve acumulada, en la que quedó atrapada la primitiva atmósfera en forma de diminutas burbujas que se han fosilizado, un ejemplo de la información que los investigadores van acumulando y que hace que hoy en día no quepa duda de que el cambio climático es real y de que está provocado por el hombre.
A partir de ahora, en opinión de José Abel Flores, la ciencia debe proporcionar “modelos en los que se ajusten con precisión los tiempos en los que se pueden dar los cambios, así como la manera en que van a afectar a océano, atmósfera y biosfera”.