La teoría del impacto de un cuerpo extraterrestre sobre la Tierra que hace 66 millones causó una de las extinciones masivas de organismos, entre ellos los dinosaurios, se planteó en 1980 en un artículo publicado en la revista Science por el físico Luis Álvarez junto con sus colegas de la Universidad de California en Berkeley, Estados Unidos.
En el estudio, Álvarez y sus colegas analizaron una delgada capa de arcilla que marca la frontera entre las eras Mesozoica y Cenozoica y que coincide en temporalidad con esa extinción masiva. Al tratar de estimar cuánto tiempo representaba la capa y la duración de la frontera, los científicos encontraron que contenía cantidades anómalas de iridio, un elemento raro en la corteza terrestre, pero abundante en los asteroides y núcleos cometarios. Esto hizo pensar que la gran extinción fue provocada por el impacto de un gran meteorito.
Esta hipótesis se reforzó luego de que se reportara, a principios de la década de los noventa, que en lo que hoy es la península de Yucatán se encuentra un cráter de unos 200 kilómetros de diámetro. El cráter había sido descubierto varios años antes por Glen Penfield y Antonio Camargo, a partir de las exploraciones de Petróleos Mexicanos en el sureste. La edad de la estructura sin embargo, no permitía una asociación clara con la frontera. Desde entonces, el cráter Chicxulub ha sido objeto de estudios geoquímicos, análisis de núcleos, microscopía electrónica y estratigrafía, entre otros, que han modificado en algunos aspectos la hipótesis inicial sobre cómo ocurrió el impacto y cuáles fueron sus efectos.
Se ha propuesto que, como resultado del choque, una parte del material fragmentado fue expulsado a velocidad de escape fuera de la atmósfera terrestre. El reingreso de parte del material a la atmosfera ocasionó, debido a la fricción con ésta, un pulso térmico que en superficie alcanzó entre los 500°C y 700°C (a este evento se le conoce como “Bola de fuego”) que tuvo efectos globales en el ambiente y en el clima, que llevaron a la extinción masiva, explicó Jaime Urrutia Fucugauchi, presidente de la Academia Mexicana de Ciencias, en su plática “Extinciones masivas de organismos e impacto Chicxulub”.
Una de las evidencias que se presentan para respaldar esta hipótesis proviene de caracterizar las zonas próxima, intermedia y distal del sitio de impacto, que presentan diferentes características. El registro estratigráfico difiere en el grosor de la capa y en su composición. A nivel global, la base está formada por gotitas de material fundido, llamadas esferulitas -que corresponde al material eyectado que se enfrió en el aire- y en la parte superior por una capa de arcilla -que corresponde al polvo que se dispersó en la atmósfera y que después se sedimentó.
“En los sitios próximos, en la zona del golfo de México y del mar Caribe, se puede encontrar en la parte media varias capas de areniscas con indicaciones de depósitos de alta energía y una capa con marcadores de alta temperatura. Estas capas se asocian a los depósitos de los tsunamis que causó el impacto y a la bola de fuego del pulso térmico”, dijo Urrutia en la charla que dio en el Segundo Encuentro Ciencia y Humanismo Centro, realizado por la AMC, en Morelia, Michoacán, en octubre pasado.
Las investigaciones también han dado pie a otras teorías. Una de éstas propone que las extinciones fueron provocadas por los efectos de las erupciones volcánicas de los Deccan Traps en la India. Otra propuesta plantea que no todos los organismos se extinguieron al mismo tiempo y que incluso algunos grupos de dinosaurios ya se habían extinguido cuando chocó el meteorito. Otra más que los organismos se extinguieron a lo largo de dos o tres millones de años y que lo que uno marca como una extinción masiva es solo un efecto acumulado de diferentes causas.
Evaluar estas teorías ha sido difícil ya que se requiere tener una resolución temporal alta en el registro geológico. La incertidumbre en la datación de estos eventos, explicó el geofísico, antes estaba del orden del 1% y ahora, con nuevos métodos de argón- argón, se encuentra menos de 0.5%, lo cual, para un evento ocurrido hace 66 millones de años sigue siendo mucho tiempo. El 1% de incertidumbre representa más o menos 660 mil años y un 0.5% de incertidumbre se tiene más-menos 330 mil años. En esos lapsos de incertidumbre podrían haber ocurrido una gran cantidad de eventos no correlacionados, aseguró.
“El límite de resolución temporal impone restricciones en la parte de las correlaciones de los eventos geológicos”. El también miembro de El Colegio Nacional –que tiene como una de sus líneas de investigación los estudios de la evolución paleogeográfica, tectónica y paleoclimática de México, con énfasis en procesos fundamentales y conexiones en un contexto global-, comentó que una forma de mejorar la resolución temporal es afinando la cronología de los eventos empleando varios métodos.
Para las extinciones masivas de los dinosaurios y su relación con el impacto, se ha propuesto que Chicxulub chocó 300 mil años antes de las extinciones y, por tanto, no hay relación entre estos dos sucesos. Otras propuestas involucran varios impactos múltiples a lo largo de la frontera entre el Mesozoico y Cenozoico y que el efecto acumulativo de los impactos es lo que provoca la extinción masiva.
“A lo largo del tiempo un buen número de grupos han intentado demostrar que no es un cráter o que no tiene relación con las extinciones. Sin embargo, la teoría del impacto Chicxulub ha sobrevivido por 30 años con evidencia cada vez más fuerte en correlacionar el impacto con las extinciones. Además, la dinámica del impacto y los efectos en los sistemas de soporte de vida en el planeta cada vez se conocen con mayor detalle”, comentó el presidente de la AMC.
Finalmente, mencionó que además de estas investigaciones, otros temas de interés científico han surgido respecto sobre las diferencias y similitudes de la extinción masiva del Mesozoico-Cenozoico con las otras extinciones (en la historia de la Tierra se han documentado otras cuatro extinciones masivas, además de la que llevó a la desaparición de los dinosaurios). “Las preguntas se vuelven más interesantes si uno considera que con la extinción de los dinosaurios viene la diversificación de los mamíferos”, concluyó.