¿Alguna vez has sentido un dolor muy fuerte y otras personas te han dicho que no es para tanto? Esto se debe a que cada humano desarrolla y percibe el dolor de manera única.
Y es que diversos factores personales influyen en la percepción del dolor, como el nivel de sociabilidad, o el padecer depresión o ansiedad, revela un estudio desarrollado por la investigadora mexicana Itzel Montserrat Lara Mayorga, especialista en biomedicina, quien realiza un doctorado en la Universidad Pompeu Fabra, España.
Lara Mayorga señaló que “los rasgos de personalidad tienen más influencia sobre la sensibilidad del dolor y en el desarrollo de sus manifestaciones”.
De acuerdo con la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP, por sus siglas en inglés), el dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable, relacionada con un daño tisular actual o potencial o descrito en términos de dicho daño.
Para Lara Mayorga “el dolor es una experiencia muy compleja, por esto se ha intentado clasificar de muchas maneras para entenderlo mejor y dar tratamiento. Se ha tomado en cuenta la duración, lugar donde se realizó el daño, severidad y respuesta al tratamiento, entre otras”.
No obstante, la investigadora mexicana —como parte de sus estudios de doctorado que realiza con apoyo de una beca del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt)— se centró en el dolor neuropático porque, dijo, es un tipo de dolor muy especial, es muy difícil de diagnosticar y por lo tanto de tratar, además está relacionado con una serie de condiciones muy frecuentes en la población mundial.
“Es un tipo de dolor crónico que se produce como resultado de una lesión en sistema nervioso. El daño puede afectar el sistema nervioso periférico produciendo dolor neuropático periférico, por ejemplo en pacientes con polineuropatía diabética o relacionada con el sida, neuralgia posherpética o radiculopatía lumbar”, explicó.
Abundó que también existe el dolor neuropático central, el cual ocurre cuando la lesión se produce a nivel sistema nervioso central, tal es el caso de lesiones medulares o esclerosis múltiple, entre otros padecimientos.
Por tal motivo y bajo la asesoría de los prestigiosos investigadores Rafael Maldonado, Josep Eladi Baños y Andreea Bura, realizó un estudio cuyo objetivo fue evaluar la influencia de diferentes rasgos de personalidad (sociabilidad, depresión y ansiedad) en los componentes nociceptivo, emocional y cognitivo del dolor neuropático utilizando enfoques comportamentales, electrofisiológicos y genéticos.
Detalló que “en una primera etapa, se seleccionaron ratones con fenotipos extremos de sociabilidad, depresión y ansiedad y se evaluó la correlación entre la actividad neuronal y las respuestas comportamentales. Posteriormente, se indujo dolor neuropático en estos ratones con fenotipos extremos para evaluar la posible influencia de los rasgos de comportamiento en la variabilidad interindividual de las manifestaciones del dolor”.
Finalmente, la expresión de perfiles genéticos se evaluó en áreas cerebrales responsables de la modulación de las respuestas emocionales y cognitivas, explicó la especialista.
El hecho de que la sociabilidad, la depresión y la ansiedad estén asociadas con la percepción del dolor se debe a que “las áreas cerebrales donde estas se regulan se encuentran involucradas en la modulación del dolor. La bioquímica de nuestro cerebro determina en gran manera cómo nos comportamos. Si ya partimos de estados basales diferentes, el desarrollo del dolor variará dependiendo de esta respuesta inicial”, indicó.
El estudio, que es parte del proyecto europeo Neuropain, es de gran relevancia ya que el dolor y sus alteraciones nociceptivas, emocionales y cognitivas pueden agravarse recíprocamente y llevar a un círculo vicioso que afecta negativamente la calidad de vida de los pacientes.
“A pesar de que es ‘el mismo dolor’, las respuestas al tratamiento del dolor neuropático pueden variar de paciente a paciente”, manifestó la investigadora quien fue una de las finalistas del concurso Tu Tesis en 3 minutos que organiza el Conacyt y la Universidad Politécnica de Cataluña.
“Así como existe una respuesta personalizada a los tratamientos, también hay una gran variabilidad interindividual en el desarrollo de las manifestaciones del dolor neuropático que depende de los rasgos de personalidad de cada paciente. Por lo tanto es muy importante considerar estas manifestaciones para dar un tratamiento adecuado a cada paciente”, dijo.
Hoy en día el tratamiento del dolor neuropático incluye terapias farmacológicas y no farmacológicas. Los pacientes reciben múltiples medicamentos con mecanismos de acción divergentes que trabajan de manera conjunta para disminuir las manifestaciones centrales y periféricas del dolor, resaltó Lara Mayorga.
“Desafortunadamente se ha reportado que después de un tratamiento farmacológico solo entre 60 y 70 por ciento de los pacientes logra un alivio moderado del dolor. Las terapias actuales además de la limitada eficacia están asociadas con importantes efectos secundarios que limitan su uso”.
De modo que el estudio realizado por la investigadora mexicana proporciona datos de la respuesta interindividual y bases para el desarrollo de tratamientos integrales más eficaces, con menos efectos adversos y específicos para cada persona, es decir, para realizar una medicina personalizada.