El tratamiento de un paciente con diabetes contempla en primera instancia la prescripción de medicamentos y las indicaciones nutrimentales, pero un elemento esencial es el aspecto emocional, que no siempre es cubierto.
“Quien recibe la noticia de que es un paciente con diabetes ve afectado su estado emocional, pues enfrenta un periodo de duelo porque a partir de ese momento irá perdiendo salud”, expone la psicóloga Marisol Zariñana Gómez, socia activa de la Asociación Mexicana de Educadores en Diabetes.
Explica que aun quien asume la noticia con buen ánimo pasará por episodios de depresión que enfrentará el resto de su vida. Incluso, la desmoralización puede ser causada por los regaños del médico al no seguir las indicaciones, como el descuido al checar sus niveles de glucosa.
“El 51 por ciento del presupuesto para tratamiento es aporte del propio enfermo, lo cual puede disminuir si se le educa en su enfermedad. Aunque la palabra correcta es reeducar al paciente, porque ya tiene sus hábitos y estilos de vida, entonces él aprende qué debe comer, cómo y cuánto, a administrarse sus medicamentos, a hacer un poco de ejercicio, pero antes que nada a saber qué es la diabetes”, pormenoriza la educadora.
Otro elemento que influye para que el paciente no quiera medirse la glucosa es que no cuenta con elementos que faciliten la labor; ahora hay dispositivos para realizarlo (glucómetros) más eficientes, sencillos de usar, de fácil lectura con números grandes y que da resultados en tiempo corto.
A decir de la licenciada Zariñana Gómez, el auto-monitoreo de glucosa en sangre le permite al paciente tomar decisiones importantes, por ejemplo, si el azúcar es baja sabrá qué comer o tomar para subir los niveles, o por el contrario para que baje, al hacer ejercicio o al administrar insulina.
“Hace unos años se creía que haciendo un monitoreo una vez al mes sería suficiente; ahora sabemos que la glucosa cambia a lo largo del día, por ejemplo, si tengo estrés, si me enojo, si comí o dejé de hacerlo, si tuve que caminar por algún imprevisto. Entonces realizar evaluaciones periódicamente me permite saber cómo voy o qué debió hacer”.
El paciente puede encontrar pretextos para no hacerlo, como tener fastidio, el elevado costo o la incomprensión de realizar los monitoreos. “Entonces, al educador le corresponde explicar por qué debe medirse la glucosa para evitar complicaciones, pues mientras no acepte la enfermedad será más difícil que siga los tratamientos médicos”, puntualiza la especialista en salud mental.
Otra labor del educador al momento de evaluar los niveles de glucosa es enseñar al paciente a pincharse en los lugares en que puede hacerlo, pues generalmente lo hace en la yema del dedo y poco a poco irá perdiendo sensibilidad o se le va haciendo un callo en la piel; entonces puede aprender a hacerlo también en las laterales de las yemas, en cualquiera de los dedos de la mano.
Las veces que deben hacerse mediciones depende de cada paciente; lo más común es que sean tres veces al día, aunque habrá quienes requieran más. “Lo indicado es en ayuno, dos horas después de comer (cuando los carbohidratos empiezan a hacer su función) y antes de hacer actividad física; si hay alguna enfermedad puede elevarse la glucosa también, así que ahí deben seguirse las indicaciones del médico”, detalla Zariñana Gómez.
Agrega que en la educación se trabaja con la familia del paciente, se mide la glucosa a cada uno de los miembros y se les enseña a hacerlo, pues de esa manera se les sensibiliza sobre la enfermedad.
El educador en diabetes o el médico pueden orientar al paciente para elegir un glucómetro que se adapte a sus necesidades, además de educarlo para utilizar de manera correcta su dispositivo. Actualmente, existen dispositivos como Prestige fácil de Nipro, que utilizan la tecnología de no codificación (no coding), esto quiere decir que no es necesario que el paciente introduzca sus datos antes de cada medición. Esta característica permite obtener menos errores en mediciones y resultados más confiables en dos pasos muy sencillos: inserción de la tira de prueba y aplicación de la muestra de sangre.
“También sucede que el médico no sabe manejar las emociones del paciente. Entonces debe tener más empatía, tener sensibilidad, y de preferencia contar con el apoyo de un especialista en la salud mental, lo cual no sucede en todos los casos.
“El tratamiento para el paciente diabético debe ser multidisciplinario, desde lo emocional, la terapia farmacológica y la instrucción nutricional —refiere la psicóloga—. Cada procedimiento es individualizado, pues cada quien tiene necesidades distintas; es difícil trabajar en grupo”.