Un debate que se ha desarrollado desde hace un par de años, sobre si el gas natural es mejor o peor que el carbón y el aceite, desde la perspectiva del calentamiento global, por fin ha llegado a su término, con el pronunciamiento del gas natural como ganador.
El artículo publicado en el journal Geochemistry Geophysics Geosystems, titulado “Assessing the greenhouse impact of natural gas”, toma en consideración ciertos factores para sacar sus conclusiones, por ejemplo, el tiempo que se demora en extraer diversos combustibles como el aceite, carbón, gasolina y el gas natural, así como su eficiencia para generar electricidad y la cantidad de desechos que emiten a la atmósfera.
El estudio, escrito por J.M. Cathles, concluye que un escenario en el que el gas natural substituya a otros combustibles para generar electricidad, al menos, en lo posible, reducirá 40 por ciento de los gases de efecto invernadero que provocan el calentamiento global.
Este beneficio de debe, simplemente, a que la emisión de dióxido de carbono producida por la combustión de gas natural es significativamente menor a las emisiones producidas por la combustión de carbón y aceite.
Por otro lado, Cathles habla del componente principal del gas natural (junto con otros gases como nitrógeno y helio): el metano, el cual se libera a la atmósfera cuando se extrae el gas natural de los yacimientos y atrapa más radiación saliente que el dióxido de carbono, es decir, que almacena más calor. Ante esta aparente desventaja el autor dice que aunque es un hecho, sus estudios pudieron comprobar que la concentración atmosférica del metano es menor y que se disipa más rápido que las emisiones de dióxido de carbono. Cathles sugiere que con el paso del tiempo y ante una necesidad a gran escala de aminorar el calentamiento global, el efecto del metano será inconsecuente.
Bibliografía:
L. M. Cathles. “Assessing the greenhouse impact of natural gas”. Geochemistry Geophysics Geosystems.