En las crónicas mitológicas de los japoneses del shinto, la poesía aparece cuando los dioses Izanagi e Izanami se encuentran por segunda ocasión y se dan cuenta de lo hermosos que son. De acuerdo con el Nihonshoki (el segundo libro más antiguo sobre la historia de Japón) Susanoo o Susanowo, dios del mar, fue el primero en escribir versos con métrica de cinco y siete sílabas alternadas de diferente manera, forma que perdura en la actualidad.
A decir de Alejandro Sánchez, profesor en las facultades de Letras Españolas y Artes Visuales, el haiku no se aleja de esta métrica en su forma ortodoxa. El haiku consiste en un poema breve, formado por tres versos de cinco, siete y cinco moras.
Lo anterior, durante su participación en la mesa redonda “Peregrinaciones del haiku. Su historia y espiritualidad desde la mirada mexicana”, actividad correspondiente a la semana cultural “La misión Hasekura, de Sendai a Veracruz”, organizada por la Universidad Veracruzana (UV).
En el panel también participaron la escritora Antolina Ortiz y Mariana Barajas, estudiante de la Facultad de Letras Españolas de esta casa de estudios.
Alejandro Sánchez mencionó que en el Manyōshū (colección de poesía japonesa más antigua y de más relevancia histórica) se empezaron a usar los versos con cinco o siete sílabas sin rima denominados “ku”, los cuales empezaron en la tradición oral y en la música.
“En esta antología se muestra el interés de los japoneses por la naturaleza, y habrá ‘kigo’ que son palabras claves para saber si se habla de primavera, verano, otoño e invierno. Incluso se hicieron diccionarios de kigo para identificar a qué estación del año se refería el poema”, expuso.
En el Kokin Wakashū, otra antología japonesa que data del 905 antes de Cristo, la forma poética es llamada waka y se estructura de la siguiente manera: el primer verso es de cinco sílabas; el segundo, de siete; el tercero, de cinco; y los dos últimos versos, de siete.
Tiempo después se empezó a practicar el “haikai renga”, que no es más que la poesía colectiva; es decir, gracias a esta práctica el hoku (verso de tres sílabas, que tiempo después se conocería como haiku) será más importante al ser la piedra clave de todo el poema.
“El haiku tradicional aparece mientras uno va viajando”, finalizó Alejandro Sánchez.
A decir de Antolina Ortiz, el haiku es un camino, una forma de vida, ya que tiene 88 reglas que deben cumplirse estrictamente, por ello no es un poema lindo, resultado de la inspiración.
“Es una venta a la vida, porque reproduce el tiempo presente, nos habla del aquí y el ahora, de la naturaleza como una esencia mística”, destacó.
Minutos después de concluir el diálogo, Esther Hernández Palacios, directora general de Difusión Cultural, inauguró la exposición gráfica La procesión japonesa de Alejandro Sánchez.
“Toda la serie de imágenes expuestas es un poema escrito en español, inspirado en la caligrafía japonesa; es un homenaje a los poetas japoneses, a la pintura y a la poesía, y es un homenaje a este peregrino que por azares del destino se le atravesó la Nueva España en su viaje hacia Europa”, describió Sánchez.