El doctor Jorge Alberto Álvarez Díaz, profesor visitante del Departamento de Atención a la Salud de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) recibió el Mark S. Ehrenreich Prize in Healthcare Ethics Research en el marco de la duodécima edición del Congreso Mundial de Bioética que se celebró en la Ciudad de México del 23 al 28 de junio.
El médico sexólogo, especialista en bioética, es el primer mexicano y latinoamericano en recibir la distinción que otorga cada dos años la International Association of Bioethics y The Pacific Center for Health Policy and Ethics de la University of Southern California, a dos investigaciones terminadas y aún no publicadas realizadas por jóvenes investigadores en el área de la bioética, con el fin de impulsar sus carreras.
Álvarez Díaz participó con la investigación Donación de embriones entre latinoamericanos que han recurrido a técnicas de reproducción humana asistida (TRHA): Primera aproximación empírica, un estudio que indaga, en un primer acercamiento con los involucrados en estos procesos, lo que piensan los pacientes que originan los embriones respecto al destino de los mismos.
Desde el punto de vista teórico especulativo mucho se ha escrito al respecto, sin embargo, poco se ha investigado sobre la opinión o los conflictos que viven los involucrados en estas prácticas –pacientes, donantes de células, gestantes subrogadas y profesionales de la salud–, por lo que esta aproximación empírica obtiene relevancia.
El experto llamó la atención sobre la falta de regulación de estas prácticas en América Latina: “En ausencia de marcos legales existe una autorregulación desde la ética de los pacientes en conjunción con la de los profesionales”.
El académico pretende que en el mediano plazo los hallazgos de esta investigación contribuyan a generar políticas públicas sobre el tema de la reproducción humana asistida.
La investigación cualitativa y cuantitativa que el especialista ha realizado en diferentes países de Latinoamérica en los últimos años, ha evidenciado que una mayoría significativa –75 por ciento de los pacientes encuestados– estaría dispuesto a donar sus embriones para investigación; lo lamentable es que salvo en Brasil, la legislación que existe al respecto en los países latinoamericanos prohíbe la investigación con embriones humanos.
El dato, considera el investigador, es importante en materia de políticas públicas, porque refuerza ciertos valores o los anula, lo cual es importante para el diseño de un marco legal.
En México la Ley General de Salud prohíbe la investigación con fetos y embriones, lo que resulta lamentable en opinión del científico, porque el país tiene la capacidad científica y tecnológica para avanzar en este campo, pero el conservadurismo político lo impide.
Otro de los descubrimientos de los estudios de Álvarez Díaz es que una cuarta o quinta parte de pacientes de la muestra –dependiendo del país donde se realizó la encuesta– refirieron su disposición de donar sus embriones a parejas o individuos homosexuales para que pudieran tener hijos, lo que indica la existencia de sectores liberales aún dentro de los católicos –la mayoría de quienes recurren a las TRHA son de religión católica–.
Esto es, interpretó el sexólogo clínico, que hay una forma de vivir la fe desde las instituciones religiosas y otra desde la sociedad civil, lo cual es relevante para abrir la discusión sobre la materia en otros ámbitos sociales.