A las 9:20 horas (local, las 03:20 hora del Meridiano de Greenwich) del 15 de febrero de 2013, un meteoroide explotó a 20 kilómetros de altura, aproximadamente, sobre la ciudad de Chelyabinsk, en Rusia, provocando destrozos materiales, personas heridas y un pequeño terremoto.
Su detonación en el aire, a una altitud de alrededor 20 kilómetros, produjo una onda expansiva lo suficientemente poderosa como para levantar y tumbar a la gente a su paso, enviando a casi 1,500 personas a los hospitales en el área de Chelyabinsk. Esto fue parte de lo que hizo particular a éste bólido, porque aún cuando caen varios de estos objetos durante el año, por lo regular se queman a mayor altura, entre los 30 y los 50 kilómetros.
Su entrada a la atmósfera terrestre se considera que pudo darse al variar su órbita, que lo acercaba al Sol a una distancia similar a la que tiene Venus al astro rey, alejándose hasta el cinturón de asteroides; otra teoría es que chocó contra otro objeto.
La explosión fue equivalente a una bomba de 500 kilotones, 30 veces superior a la bomba atómica de Hiroshima, por lo que las propiedades también se vieron afectadas. En concreto 3.313 edificios de apartamentos fueron dañados y multitud de ventanas y cristales quedaron destrozados.
El asteroide se volvió más brillante y caliente a unos 30 kilómetros de la superficie terrestre, cuando viajaba a unos 18,6 km/s. Se estima que su diámetro era de 19,8 metros con un margen de error de 4,6 metros, aunque el agujero que dejó en el hielo del lago donde cayó fue tan solo de 7 m.
La revista Seismological Research Letters publicó un estudio sobre el temblor que generó la explosión del bólido, apuntando que se propagó por la superficie de la Tierra como ondas Rayleight, semejantes a las olas causadas por el viento en la superficie del agua, pero mucho más rápidas, que viajaron a cerca de cuatro kilómetros por segundo y llegaron a registrarse por sismómetros situados hasta distancias de 4,100 kilómetros desde el lugar de origen”, añade el investigador.
El trabajo concluye que la principal onda de choque la causó la explosión final del meteoro en la estratosfera, a 23 kilómetros de altitud, al suroeste de la ciudad de Chelyabinsk.
El temblor fue equivalente al de un terremoto de magnitud 3,6, comparable al causado por una explosión nuclear atmosférica. Esta es la segunda mayor sacudida sísmica jamás registrada causada por un meteoro, sólo superada por la de Tunguska (Siberia) del año 1908, que tuvo magnitud 5.
La altitud calculada explica que la onda de choque tardase al menos casi minuto y medio en llegar al suelo. Así, los vídeos grabados en las proximidades de la explosión muestran ese desfase entre el momento de máximo brillo del meteoro y la llegada de la onda de choque.
Estos cálculos son comparables a averiguar la distancia a una tormenta teniendo en cuenta la diferencia de tiempo entre el rayo y su trueno correspondiente, sabiendo la velocidad a la que viaja el sonido en el aire.
Las conclusiones concuerdan con las reconstrucciones de la trayectoria del meteoro y de su explosión final, publicadas en Nature y Science, y calculadas a partir de las observaciones directas del meteoro (testimonios, fotografías y vídeos).