Hace unos 20.000 años, durante la época de máxima extensión de las capas de hielo en la última edad del hielo, las aguas profundas del Pacífico este ecuatorial estuvieron menos ventiladas, lo que permitió acumular más CO2 y alejarlo de la atmósfera, según indica un estudio internacional con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
El trabajo, publicado en la revista Nature Communications, apoya la teoría de que los océanos podrían haber tenido un papel clave como responsables de los cambios en los niveles de CO2 registrados en la atmósfera durante épocas frías y cálidas.
“La ventilación oceánica hace referencia, principalmente, al tiempo que una masa de agua lleva alejada de la atmósfera, en profundidad, y que puede ser estimada a través del análisis del carbono 14 o radiocarbono”, señala María de la Fuente, investigadora del CSIC en el Instituto de Ciencias del Mar, de Barcelona.
Una masa de agua profunda y antigua
Los resultados del estudio muestran la existencia de una masa de agua profunda unos 1.300 años más vieja que la actual en el Pacífico este ecuatorial durante el último período glacial. Con el inicio de la deglaciación, la señal de carbono 14 indica una “reactivación” de la circulación oceánica, que coincide con el aumento de CO2 en la atmósfera.
«Estos resultados apoyarían la hipótesis de que los océanos almacenaron grandes cantidades de CO2 en profundidad durante el último glacial, pudiendo regular así la concentración atmosférica a escala glacial/interglacial”, apunta Eva Calvo, investigadora del CSIC.
De la Fuente explica que el radiocarbono decae con el tiempo, “lo que permite estimar la edad de una masa de agua”. De esta forma, señala, “cuanto más tiempo permanezca una masa de agua sin intercambiar gases con la atmósfera, menor contenido en carbono 14 tendrá y por tanto estará más envejecida y menor ventilada”.
“Una masa de agua envejecida, además, tiende a acumular más CO2 disuelto, procedente de la acción de los microorganismos que oxidan la materia orgánica”, indica la investigadora.
En el trabajo, los científicos han analizado la evolución de la ventilación del Pacífico este ecuatorial durante los últimos 25.000 años. El objetivo era detectar la existencia de una masa de agua profunda más envejecida que la actual que pudiese ser responsable de los cambios atmosféricos acontecidos durante la última deglaciación.
Los microfósiles marinos, claves para el estudio
Para ello se ha analizado la señal de radiocarbono preservado en el esqueleto de pequeños microfósiles (foraminíferos) acumulados en el sedimento marino del fondo oceánico durante los últimos 25.000 años.
“Algunos de estos foraminíferos vivían en la superficie y otros en el fondo, con lo que la diferencia de edad entre ellos aporta información sobre cambios en la tasa de ventilación del agua y, por tanto, de cambios en la circulación desde el último máximo glacial hasta hoy” señala De la Fuente.
Según los autores, en el contexto actual de aumento desproporcionado en las emisiones de CO2 antropogénico, el estudio y mejor comprensión de la evolución del ciclo del carbono en el pasado resulta imprescindible para poder predecir posibles impactos futuros, tanto sobre el clima del planeta como sobre la acidificación oceánica.
Referencia bibliográfica:
Maria de la Fuente, Luke Skinner, Eva Calvo, Carles Pelejero and Isabel Cacho. “Increased reservoir ages and poorly ventilated deep waters inferred in the glacial Eastern Equatorial Pacific”. Nature Communications. Doi: 10.1038/ncomms8420