El consumo de tomates en la dieta diaria tiene efectos significativos en la prevención del cáncer de próstata y las enfermedades cardiovasculares, gracias a un compuesto presente en estos frutos al que se conoce como licopeno, al que también se le han adjudicado propiedades antiinflamatorias.

Clasificado dentro del grupo de los carotenoides, pigmentos naturales responsables del color amarillo, naranja y rojo de las frutas, verduras y aves, el licopeno es capaz de proteger las células humanas del estrés oxidativo y regular la actividad molecular, según se desprende de los estudios realizados por Deissy Herrera Covarrubias, del Centro de Investigaciones Cerebrales (Cice) de la Universidad Veracruzana (UV).

“En el laboratorio trabajamos con modelos animales (ratas) promoviendo en ellos lesiones precancerosas de próstata a partir de la administración de prolactina y testosterona, que se ha demostrado son hormonas que inciden de manera contundente en las patologías prostáticas. Pudimos constatar que el licopeno detiene el avance de dichas lesiones”, apuntó la investigadora.

Confirmadas las propiedades preventivas del licopeno, la investigación apunta en su siguiente etapa a conocer su potencial para revertir la enfermedad. Los primeros resultados mostraron que aunque en etapas más avanzadas no revierte las lesiones cancerosas, sí atenúa su efecto y mejora el pronóstico de la enfermedad.

Atendiendo estos resultados, Deissy Herrera considera que incluir tomates en la dieta diaria de los jóvenes y los no tan jóvenes podría hacer una clara diferencia en la prevención de enfermedades de la próstata, así como en la evolución de quienes ya las padecen.

Aunque el porcentaje de absorción del licopeno puede variar de acuerdo al sexo, peso y estilo de vida de cada persona, la recomendación es consumirlo a través de la ingesta de tomates, pero no crudos, sino preferentemente cocidos y/o procesados.

“La cantidad de licopeno de un tomate que se aprovecha depende de la maduración, la variedad (el saladette es mejor) y hasta la forma en que se cultiva y almacena, pero en general se recomienda consumirlo en salsas, jugo, frito o triturado, o acompañado de aceite de oliva o girasol, porque la absorción intestinal es mejor cuando se acompaña de grasas y aceites y cuando se calienta, pues las altas temperaturas rompen las paredes celulares del fruto, que son las que hacen más difícil la absorción.”

Además de los efectos benéficos ya mencionados, el licopeno también puede incidir favorablemente en la prevención del cáncer de próstata, de pulmón, del tracto digestivo y del colon, así como de muchas enfermedades cardiovasculares.

“Otra propiedad importante del licopeno es que es capaz de reducir los niveles de colesterol causante de la aterosclerosis, ya que cuenta con el potencial de inhibir la enzima necesaria para que el cuerpo lo produzca”, finalizó Deissy Herrera.

El tomate, fuente de licopeno que ayuda a prevenir el cáncer. Investigación UV

Deissy Herrera Covarrubias

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