Con datos de 25 años de temblores, investigadores mexicanos buscan construir un modelo predictivo que tomará en cuenta las diferentes capas de sedimentos del subsuelo y las velocidades de las ondas superficiales de los sismos que se han registrado en el Valle de México. Lo que pretenden los expertos es tener un conocimiento más detallado de la configuración del suelo de la ciudad y su probable comportamiento ante eventos sísmicos.
De acuerdo con Francisco Sánchez Sesma, investigador del Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México, “se podrán estimar con mayor certeza las aceleraciones a las que estarán sometidas las estructuras” ante una excitación dada. En esta investigación se hará uso de los registros de aceleración en la Red Acelerométrica de la Ciudad de México (RACM) de los últimos 25 años:
“Si bien esos registros se obtuvieron para estimar las amplificaciones en las distintas zonas del Valle, se dejaron de lado el concepto de propagación de las ondas y el tiempo absoluto”. Actualmente la tecnología ya está disponible y la RACM cuenta desde hace dos años con una base común de tiempo.
Aunque hoy en día existen mapas de peligro sísmico para prácticamente todo el país, estos estudios son importantes pues se enfocan en los efectos de sitio. A partir de los resultados obtenidos se buscará contribuir a caracterizar mejor el peligro sísmico y optimar los diseños estructurales de las edificaciones e infraestructura que se construya en sitios con alta sismicidad, como es el caso de la Ciudad de México, lo que impactará en la preservación de la vida, explicó el también miembro de la Academia Mexicana de Ciencias.
“A través de estos estudios particulares se obtiene información que los ingenieros estructuristas utilizan en el diseño de las edificaciones, para entender qué tipo de fuerzas sísmicas deben resistir las estructuras; asimismo, los datos obtenidos pueden ser empleados en los códigos para diseño sísmico que existen en el país”, destacó.
Francisco Sánchez Sesma recordó que la vulnerabilidad de las edificaciones en la Ciudad de México es un tema de gran relevancia debido a las condiciones particulares del subsuelo, aunado a la cercanía de fuentes sísmicas importantes; por lo tanto, estos trabajos se enfocan en un objetivo común que es el de tener ciudades más seguras ante eventos sísmicos.
Ese riesgo que se pretende reducir, es el que resulta de la combinación de la amenaza o peligro (sismo) y la vulnerabilidad de los lugares por diferentes situaciones.
“Se han realizado numerosos estudios al respecto desde hace mucho tiempo, y gracias a los avances tecnológicos y científicos estos trabajos han permitido estimar de manera fidedigna el peligro sísmico en el país”, señaló Sánchez Sesma.
Pero podría haber mayor información gracias al proyecto denominado “Uso de registros históricos de aceleraciones de la RACM como campos difusos generalizados para hacer tomografía del Valle de México”, el cual está financiado por la multinacional francesa AXA, uno de los grupos aseguradores más grandes del mundo, con una cantidad de 150 mil euros, y tiene una duración de tres años; actualmente se encuentran en el segundo año de trabajo.
La investigación detrás del proyecto
Durante los últimos 10 años se ha consolidado la teoría de campos difusos y han florecido diversas aplicaciones en sismología. Esta teoría establece que el promedio de las correlaciones cruzadas del movimiento durante la vibración ambiental permite estimar la respuesta impulsiva del sistema y de ahí se obtienen las ondas superficiales.
La novedad es que en vez de ruido ambiental se usarán registros de sismos históricos de los últimos 25 años. Por ello, Francisco Sánchez Sesma, Marcela Baena –quien dentro del proyecto realiza su tesis doctoral-, y otros investigadores, extraerán las ondas superficiales y aplicarán técnicas de inversión para construir perfiles de velocidades de corte, que finalmente serán validados con características geológicas conocidas, resultado de investigaciones previas en la cuenca, y con registros de perforaciones existentes.
El incremento en las amplitudes y la duración de los sismos en los sedimentos lacustres que constituyen una buena parte del Valle de México, generan un incremento en las acciones sísmicas a las que son sometidas las estructuras, por lo cual es necesario conocer con mayor certeza los niveles de diseño de las fuerzas sísmicas con las que se proyectarán las estructuras.
No hay más temblores, ahora se tiene un mejor registro de ellos
Actualmente se registran más temblores que hace 20 años porque hay más estaciones de registro que detectan sismos que antes hubieran pasado inadvertidos. En el Valle de México son 70 las estaciones, por ejemplo. Pero si se comparan las tasas de ocurrencia de los grandes sismos en el mundo, lo que se observa es que ha habido estabilidad a lo largo de los años, dijo Sánchez Sesma.
En promedio, en el mundo se registra un temblor de magnitud 6 o más cada tres días, al menos uno de magnitud 7 o más al mes y uno de magnitud 8 cada año. Los sismos de magnitud 9 ocurren aproximadamente cada 50 años.
Entonces, ¿por qué a veces parece que los temblores son más frecuentes? pues por las razones expuestas. “La gente nota cuando los sismos golpean zonas pobladas. Un gran terremoto en Japón es noticia, pero un gran sismo en el Pacífico sur es de interés sólo para los sismólogos. Así, varios temblores que de manera aleatoria afectan lugares poblados hacen pensar que la actividad está incrementándose, aun si esto no es así”, explicó el experto.