Es un colectivo altamente vulnerable. Su género, procedencia y situación legal, junto al tipo de ocupación y los riesgos derivados del proceso migratorio, convierten a las mujeres latinoamericanas que trabajan en el sector doméstico en un grupo invisibilizado y con tendencia a la discriminación social. Investigadores de diferentes centros y universidades españolas acaban de presentar en la revista Gaceta Sanitaria los resultados de un estudio que evalúa la percepción que tienen de su propia salud 517 latinoamericanas que trabajan como cuidadoras en España.
Aunque el registro de mujeres inmigrantes que cotizan a la Seguridad Social aumentó un 500% entre 1999 y 2007 en nuestro país, el 65,7% de las trabajadoras domésticas latinas que fueron consultadas para este estudio carecía de contrato laboral. La gran mayoría de ellas (el 81,9%), además de cuidar de niños o ancianos (o de ambos), se encargaba de tareas domésticas. Son precisamente las dos situaciones, la irregularidad laboral y la multitarea, las que más influyen en una mala percepción de la salud en las cuidadoras latinoamericanas.
Los investigadores utilizaron como herramienta de trabajo el cuestionario validado SF-36, que analiza ocho dimensiones de salud para obtener la calidad de vida percibida. Los criterios de inclusión para el estudio requerían residir durante más de un año en España y haber trabajado al menos seis meses como cuidadoras en un domicilio. La muestra final presentó en casi todas las dimensiones del cuestionario medianas superiores a 60, salvo en los roles físico y emocional, en los que se concentran valores muy bajos.
Percepción negativa de su salud
Las empleadas del hogar latinoamericanas expresan un impacto negativo en su salud debido a problemas físicos y emocionales que dificultan su trabajo, aunque señalan una excelente capacidad y vigor para realizar actividades físicas y sociales.
La peor salud subjetiva se observa en las mujeres internas, seguidas de las que no disponen de contrato o acumulan múltiples tareas domésticas y de cuidado. Las participantes sin permiso de residencia, con las peores puntuaciones en la dimensión vitalidad del cuestionario, manifiestan una mayor fatiga, mientras que las más jóvenes son las que presentan más problemas emocionales.
“Deberían potenciarse políticas migratorias y de salud desde un enfoque de género, que refuercen programas específicos para apoyar y empoderar a las mujeres recién llegadas o en situación irregular, y especialmente aquellos destinados a mejorar sus condiciones laborales posibilitando la reducción de las inequidades en salud”, recomiendan los autores de este estudio, realizado por el Grupo de Investigación Crítica en Salud.
Referencia bibliográfica:
Andreu Bover et al. Calidad de vida de trabajadoras inmigrantes latinoamericanas como cuidadoras en España.Gac Sanit 2015;29:123-6 – Vol. 29. Disponible en:
(Gaceta Sanitaria)