Entre 30 y 50 por ciento de agua potable que se distribuye en las ciudades de México se pierde por fugas en las redes hidráulicas. El problema es recurrente en casi todas las ciudades del territorio nacional, y las causas son prácticamente las mismas: ductos viejos y deteriorados, la presión variable del agua y el suministro intermitente.
Al respecto, el ingeniero Antonio Capella Vizcaíno, consultor del Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explica que los operadores acuden a un suministro intermitente, los tandeos de agua que reduce las fugas, ya que el tiempo que no hay el líquido en los tubos no hay pérdidas, pero se derivan dos problemas muy importantes:
“Variar la presión o vaciar los tuberías las deteriora; de acuerdo a estudios ingleses, las tuberías sometidas a estos procesos aceleran su deterioro hasta en 10 veces, y por tanto habrá roturas más frecuentes.
“Por otra parte, cuando el suministro es intermitente es posible que el agua se contamine con fluidos que vienen de fuera, de manera que no puede garantizarse su calidad. Por ambas razones, el suministro no debe ser intermitente”.
El especialista en hidráulica y también miembro de la Academia de Ingeniería acota que un sistema de agua potable que funciona bien cuenta con sistemas de distribución a presiones de 45 metros, donde el fluido es potable y llega directamente a las llaves no a cisternas y tinacos.
Aclara que cualquier persona puede darse cuenta que el suministro es intermitente en una ciudad cuando se ve la cantidad de tinacos en las casas, lo cual quiere decir que la red está muy estropeada.
Los operadores tienden a no reconocer que las redes están deterioradas y sólo ven las pérdidas. “Cabe señalar que parte del agua de las fugas va al drenaje, en mi experiencia puede llegar hasta en 75 por ciento, otra parte se evapora y una más se infiltra al manto freático. Pero los encargados de los sistemas de abastecimiento hacen más hincapié en el desperdicio que hacen los usuarios, cuando ello en realidad no es significativo porque en general los mexicanos cuidamos el agua”, puntualiza el ingeniero Capella Vizcaíno.
Por otra parte, el suministro de agua en zonas sísmicas implica un riesgo de fugas, pero es mayor el daño al haber hundimientos del suelo. Ante este caso se emplean tubos de polietileno de alta densidad que tienen la ventaja de ser flexibles y estar soldados en las juntas por termo-fusión y no se desconectan, lo cual representa una ventaja ante los fabricados con asbesto y cemento o PVC que sí se fracturan.
A decir del ex académico, los costos que implica resolver los problemas, están al alcance de la economía de las ciudades.
“El principal problema en las pérdidas es el deterioro de las redes, y la solución no es sólo llevar más agua a las ciudades, primero porque ello implica una gran inversión al traerla de más lejos, aunado al deterioro ambiental que ello implica, y después porque la mayor parte del agua adicional suele aumentar las fugas.
En la Ciudad de México si se mide el suministro, desde el flujo que ingresa del Cutzamala, en los pozos de almacenamiento y con los medidores domiciliarios, pero no sucede en todas las ciudades.
Finalmente, el especialista en hidráulica aclara que puede señalarse como generalizado en las ciudades mexicanas que el porcentaje de pérdidas es entre 30 y 50 por ciento por fugas en las redes. Las evaluaciones tienen que hacerse por cada población, pues no es lo mismo el suministro a una presión constante de 30 metros a que el mismo sea por solo seis horas al día y con presiones bajas, o cuando el abastecimiento se realiza por sólo días determinados a la semana. “Habría que comparar por presión y tiempo, y en cada ciudad es distinto”.
(Agencia ID)