Integrantes del Laboratorio Universitario de Geofísica Ambiental (LUGA), de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), encontraron restos de plomo, vanadio y cromo, compuestos altamente tóxicos, en hígado y corazón de ratones a los que sometieron a inhalar polvo urbano. Los investigadores sospechan que lo mismo puede suceder en seres humanos dada la similitud de fisonomía de ambas especies.
Los doctores Francisco Bautista y Avto Gogichaishvili, coordinadores del LUGA, en el Campus de la UNAM con sede en Morelia, realizaron una investigación sobre contaminación por metales pesados en ciudades de Latinoamérica: Piriapolis y Montevideo en Uruguay; Bogotá y Medellín, en Colombia; Santiago, en Chile, en tanto que en México se incluyó a la Ciudad de México, Guadalajara, Morelia, Toluca, Ensenada, Mérida, Chetumal, Cozumel, Villahermosa, Tuxtla Gutiérrez y San Luis Potosí.
La investigación analizó la contaminación histórica, es decir, la que se acumula en lo suelos, así como el polvo urbano que se encuentra en banquetas y la “fracción retirable”, que es absorbida en los árboles, en especial por el ficus.
En el análisis de los suelos urbanos encontraron entre tres y seis veces más niveles de plomo que el que se presenta naturalmente en el aire, e igualmente se supera “en mucho” el contenido de vanadio, que debe ser de 78 milígramos, de acuerdo a lo establecido por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos.
“Vanadio y plomo nos preocupan porque son cancerígenos y altamente tóxicos y se distribuyen en más del 80 por ciento de la superficie de la Ciudad de México. La única manera de que podamos entender su presencia es por la contaminación vehicular”, explicaron los investigadores.
Como parte del estudio ambiental realizaron un experimento en colaboración con los Instituto de Toxicología y Biomedicina de la UNAM, en el que hicieron inhalar polvo urbano a ratones de laboratorio durante 21 días, los cuales fueron sacrificados para analizar las propiedades magnéticas de las partes de su cuerpo.
Encontraron en riñón e hígado pequeñas cantidades de cromo, vanadio y plomo, lo que da cuenta de que éstos pudieron penetrar en sus órganos a través de la respiración.
Los metales pesados son absorbidos al ingerir alimentos en la calle o cuando se respira por la boca, incluso las partículas más pequeñas llegan a la sangre a través de los alveolos.
Debido a la similitud fisiológica entre roedores y seres humanos, los investigadores advierten sobre la posibilidad de que éstos se vean afectados de igual manera. Si bien medir el daño ocasionado en los seres humanos es difícil de determinar, deben realizarse diversas pruebas que confirmen o descarten partículas de metales pesados por contaminación ambiental en hígado y corazón.
LUGA es el primer laboratorio sobre magnetismo en los suelos en el país y en Latinoamérica, que reúne esfuerzos del Instituto de Geofísica y el Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental, ambas dependencias de la UNAM Campus Morelia.