Entre 2013 y 2018, ocurrirán entre cuatro y siete súper huracanes (categoría 5 en la escala de Saffir-Simpson) que afectarán desde el noreste de Estados Unidos hasta el sureste de México, así como el Caribe y América Central, de acuerdo a los estudios realizados por el doctor Víctor Manuel Valenzuela, investigador del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México.

 
Desde hace cuatro años el especialista se ha dedicado a la investigación del clima espacial y del cambio climático natural con las herramientas de la ciencia y la tecnología aeroespacial, centrandose en el análisis de los huracanes categoría 5, lo que le ha permitido afirmar que no son fenómenos fortuitos porque “se ha observado que tienen fases muy definidas, y no se originan en cualquier lugar, y determinamos que ocurren en ciclos de 10 años y no de manera aleatoria” mencionó el especialista.
 
Para entender este fenómeno a profundidad fue necesario hacer un modelo electrodinámico que permitiera observar la evolución de los súper huracanes categoría 5 en el Atlántico, a partir del año 1950 hasta 2007, tomando en cuenta los factores externos como los fenómenos niño, e internos como la temperatura o los vientos. Al estudiar las zonas donde se forman estos fenómenos se comprendió la importancia de las aguas profundas del Atlántico.
 
“Siempre se ha estudiado a estos fenómenos desde la parte atmosférica, pero este es un estudio desde la física espacial, observamos desde el cosmos cómo se ve el fenómeno” Cuando se sincronizan las oscilaciones oceánicas y atmosféricas un huracán ocurre; y alcanza mayor potencia en las “zonas cuna” determinadas por el investigador, como las zonas más profundas en el océano.
 
Para que se forme un huracán categoría 5 debe haber ciertas condiciones. El Golfo de México funge como una alberca termal de aguas profundas, en la que solo hace falta la periodicidad y la sincronización atmosférica y oceánica para que se de este fenómeno.
 
En México no hay suficientes radares que ayuden a prevenir los huracanes, pues solo existen 13 radares meteorológicos distintos entre sí que no brindan datos homogéneos; la opción es crear un sistema nacional de alerta temprana que contemple radares doopler de polaridad dual en la banda “C” (4-8GHz) o “S” (2-4GHz), y que sea compatible con la Red NexRAD de Estados Unidos; ya que cada polaridad da una perspectiva que resulta complementaria para entender el fenómeno.
 
“México debe preparar especialistas y tener centros de investigación en el Pacífico y en el Atlántico, pues hasta ahora no existe ningún centro dedicado al estudio de este fenómeno” finalizó el especialista.

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