Estado laico y educación, para combatir al fanatismo y al populismo


Para combatir el fanatismo hay que preservar el Estado laico -porque permite las diferencias religiosas y otras- así como una educación sólida, que incluya el respeto y la apertura para que todos los integrantes de la sociedad convivan en armonía, señalaron expertos durante la mesa redonda “Más ciencia, menos fanatismo” que se realizó ayer en el Museo de las Ciencias Universum, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

 

“El Estado laico es una estructura jurídica que permite la convivencia entre diversos. La laicidad del Estado es fundamentalmente para garantizar la creencia o la no creencia en un ambiente de armonía que garantiza el Estado, pero al mismo tiempo el Estado laico lo que plantea es una cierta separación de lo político con lo religioso, es decir, que las concepciones religiosas no invadan la toma de decisiones en la esfera pública, pero también, que la esfera pública no incida en el desarrollo de los sentimientos espirituales de una población”, explicó Bernardo Barranco, maestro en sociología del catolicismo contemporáneo.

 

Agregó que en una democracia, el Estado debe garantizar el sano desarrollo de las minorías, las cuales, no deben “ser aplastadas”.

 

México no es homogéneo

El Estado laico permite la convivencia, por eso, la escuela pública laica es muy importante para garantizar que no haya alguna intromisión o amenaza de grupos que quieran incidir, por ello, hay que preservar estos espacios que ayudan a entender que la sociedad es diversa, señaló por su parte José Ignacio Cuevas de la Garza, asesor del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación de la Secretaría de Gobernación.

 

“Se empieza a atacar todo lo diferente como algo que nos afecta y creíamos que los mexicanos teníamos que ser todos homogéneos (…) México no es homogéneo, quizá hay una matriz fuerte de identidad, pero podemos ser diversos y no pasa nada; somos diversos en lo político, en lo social, en las preferencias y es una sociedad más rica”, explicó el analista del Observatorio Eclesial, espacio ecuménico de reflexión y análisis del contexto socio-eclesial mexicano.

 

La palabra fanático viene del latín fanaticus, un derivado de fanum que significa templo, por lo que fanático quiere decir, el encargado del templo.

 

En su sentido más religioso y político, el fanático es aquel que tiene una fe ciega, un comportamiento radical que no tiene límites con tal de conseguir lo que sus convicciones y creencias le dictan, por lo que puede ser violento, iracundo, sin capacidad de escuchar y dialogar porque atentaría las verdades absolutas de Dios, explicó el maestro Barranco, especialista en religiones.

 

Enfatizó que el fanatismo no se combate con fanatismo porque terminaría en guerra, sino con actitudes culturales, y la educación crítica y abierta es un espacio básico, además de la participación conjunta de maestros, medios de comunicación y líderes.

 

La ciencia y el fanatismo

La ciencia no convence y con frecuencia ni siquiera conmueve a los fanáticos, su tarea no es sumar adhesiones sino simple y sencillamente ofrecer razonamientos y resultados. La ciencia no termina con el fanatismo pero puede contribuir a explicarlo, debilitarlo y aislarlo, subrayó Raúl Trejo Delarbre, investigador titular del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.

 

“Más ciencia no implica menos fanatismo, pero es deseable es exigible incluso que haya un desarrollo del conocimiento científico para entender la realidad, incluso la realidad del fanatismo y para contribuir en esta tarea hay que acotar al fanatismo no solo explicándolo, sino creándole un contexto de creciente exigencia. Frente a los dogmas de los fanáticos hay que anteponer un afán de diálogo pero también presentando evidencias”, dijo el doctor en sociología.

 

Por su parte, el catedrático de la Universidad Iberoamericana, José Ignacio Cuevas de la Garza, agregó que la sociología y la psicología contribuyen a entender los fenómenos internos de las personas fanáticas. “El terrorismo siempre digo que no es ilógico -aunque es inaceptable e inmoral- pero tiene algunas razones que hay que tratar de entender para poder desentrañarlas”.

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