Sandra Isabel Jiménez Mateos
El 5 de febrero de 1915, nació en Tulancingo, Hidalgo, quien es considerado el mejor cronista gráfico del siglo XX de México, el caricaturista Gabriel Vargas Bernal, creador de La familia Burrón, historieta que fue leída por más de dos millones de personas semanalmente, como miembro de una familia con 12 hijos.
A los 4 años, cuando su padre había fallecido, su madre se llevó a sus 12 hijos a la Ciudad de México.
Su centenario fue pasado por alto por las autoridades culturales, pero tuvo el reconocimiento de sus colegas, quienes revaloran su legado, y además una dedicatoria del Doodle de Google
La familia Burrón recrea a través de sus míticos personajes la vida cotidiana del mexicano del Distrito Federal, pero dándole una expansión de identidad que se expandió a todo el país, a partir de una vecindad ubicada en el Callejón del Cuajo.
En el centenario de su nacimiento, Guadalupe Appendini, su viuda, anunció que donaría todo su acervo, con sus respectivos derechos, a la editorial Porrúa, ante el desinterés de las autoridades culturales; sólo Henoc de Santiago, el director del Museo del Estanquillo, le hizo un gran homenaje en junio de 2013, al segundo piso del museo le colocó el nombre de Gabriel Vargas, a petición del cronista Carlos Monsiváis,el cronista periodístico más reconocido de México.
En cambio, en esa fecha, dos empresas estadounidenses ofrecieron comprar la obra de Gabriel Vargas, lo que su viuda rechazó, pues este era antiyanqui, tal como lo reflejó en su obra.
La periodista Appendini fue su segunda esposa, después de que falleció su primera mujer, con quien tuvo dos hijos.
Borola Tacuche y Regino Burrón, fueron los protagonistas de La familia Burrón, una historieta que se publicó durante más de 70 años en México y que circulaba por todo el país.
Gabriel Vargas desde un principio dio muestras de tener una mente voraz por las letras y una mano ágil para el dibujo. Apenas entró al primer grado lo pasaron al tercero,
El amor por la lectura se lo inculcó su madre y antes de los 10 años ya había leído El Quijote y muchos clásicos más.
Pero aún así, sólo terminó la educación básica.
A los 15 años comenzó a trabajar y sólo dejó de hacerlo al tener 94, poco antes de su muerte, con lo cual también se convierte en el caricaturista más longevo de México y el que más tiempo ha estado activo.
Lo que se consideró su primera proeza fue a los 14 años cuando realizó en la avenida Juárez de la ciudad de México, un dibujo con tinta china para celebrar “El día del tráfico”, en el que plasmó las imágenes de carretas, vehículos, anuncios publicitarios y más de cinco mil figuras humanas.
Una biografía difundida por el sitio oficial de su natal Tulancingo, refiere que en la escuela secundaria, Vargas se hizo amigo de Juan Olaguíbel (en ese entonces jefe de los talleres de dibujo de la Secretaría de Educación Pública-SEP), quien lo exhortó a mostrar un dibujo de la Catedral metropolitana al secretario de educación.
Vargas acudió a las oficinas del funcionario y se topó con un hombre que descendía de un automóvil y lo abordó pensando que era el secretario.
Cuentan que en realidad era doctor Alfonso Pruneda (en ese tiempo, director de Cultura del Instituto Nacional de Bellas Artes-INBA), quien quedó impresionado por el talento del joven, por lo que le planteó enviarlo como becario a Francia para estudiar dibujo y pintura.
Sin embargo, Vargas rehusó la beca y pidió conseguir trabajo como dibujante en “Excélsior”, por la situación económica que vivía la familia. Fue así como a los 15 años, Vargas comenzó a trabajar en el periódico y realizó ilustraciones para varios suplementos, bajo las órdenes de Mariano Martínez; a los 17 años ya era jefe del Departamento de Dibujo.
Gabriel Vargas en 1932 se inició como ayudante de Ernesto García Cabral, uno de los más conocidos caricaturistas de la época. Colaboró con caricaturas y tiras cómicas en la revista Jueves de Excélsior. Como historietista colaboró en la revista Chamaco de Ignacio Herrerías. Con dibujos de trazo realista realizó series como “La vida de Jesús”, “Pancho Villa” y “Frank Piernas Muertas”, esta última ambientada en la época de los gánsteres de Chicago.
En 1942 Vargas ganó el concurso de dibujo convocado por la editorial Panamericana para trabajar en la revista Pepín, del coronel José García Valseca, dueño de la Organización Editorial Mexicana, quien además del empleo y le pidió crear una historieta.
En esa época, tanto Excelsior como El Sol de México publicaban historietas seriadas exclusivamente de origen mexicano.
En Pepín Vargas inició una de sus series mas importantes, Los Super-Locos (el nombre aludía a la serie Los Supersabios), cuyo personaje principal era un tipo abusivo, tramposo y vividor, aunque simpático, llamado Don Jilemón Metralla y Bomba. Vargas desarrolló esta serie a lo largo de seis años sin interrupción de la revista.
Pero fue hacia 1948 que Gabriel Vargas creó su obra más famosa y distintiva: “La Familia Burrón”, inmortalizando el “Callejón del cuajo” y a sus sui géneris inquilinos: Borola Tacuche de Burrón, una exniña rica que se casa con Regino Burrón, Regino Burrón un peluquero que es feliz con su trabajo, Regino Burrón Tacuche y Macuca Burrón Tacuche, sus hijos, y el niño Fosforito Cantarranas, a quien adoptan por que su padre Don Susano Cantarranas, borrachín y mujeriego, no se puede hacer cargo de él.
Todo comenzó por una apuesta de 10,000 pesos de que no podría crear un personaje femenino con tanta fama como Jilemón Metralla y así fue como apareció en las paginas de Pepín la historieta “El Señor Burrón o vida de Perro”, primera de una serie que le daría fama y popularidad.
En 1952, tan sólo 4 años después, La Familia Burrón comenzó a publicarse ya en forma independiente
Sus personajes, confesó, estaban basados en conocidos del autor, igual que los escenarios, que eran mercados, calles, parques, vecindades y billares, que Vargas había recorrido.
Temas como la desintegración familiar, las casas chicas, los padres borrachos, la corrupción política, la carestía, la represión o la lentitud burocrática, fueron algunos de los que abordó Vargas con en su historieta que se publicó de manera ininterrumpida durante 61 años y en su época de oro llegó a vender 500 mil ejemplares semanales, según un estudio de Miguel Ángel Gallo.
En 1978, Gabriel Vargas fundó su propia editorial y continuó publicando su serie; en agosto de 2009 publicó su último episodio, el numero 1,616.
La obra de Gabriel Vargas, a pesar de su gran reflejo social, tampoco mereció grandes estudios y sólo se conoce uno realizado por la Universidad del Estado de Hidalgo, del cual se publicó un libro de muy corta difusión.
Otro trabajo sobre la obra de Gabriel Vargas lo realizó el historiador de la caricatura, Agustín Sánchez, autor de “Una historia chipocluda, en homenaje a Vargas, e igualmente escribió La prehistoria de la familia Burrón.
Un detalle de la obra de Gabriel Vargas, pero que permaneció, fue que a partir de la película Sopa de ganso, de los hermanos Marx, hizo que el sombrero de don Jilemón cambiara en cada viñeta de la historieta
Gabriel Vargas también fue creador de Los del Doce, Los Superlocos, Sopa de perico, El gran Caperuzo, La vida de Cristo, Sherlock Holmes, Pancho López y Los Chiflados.
Fue ganador de reconocimientos como el Premio Nacional de Periodismo de México, en 1983, en caricatura, así como del Premio Nacional de Ciencias y Artes, en el área de Artes y Tradiciones Populares, en 2003 ; la Medalla José Vasconcelos 2003; una estampilla postal en el 2004, un Doctorado Honoris Causa de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.
El Premio de caricatura “La Catrina”, de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en 2005; la Gran Orden de Honor Nacional al Mérito Autoral 2005, que otorga la Secretaría de Educación Pública y el Instituto Nacional del Derecho de Autor.
En 1980 sufrió una embolia por trabajar más de 20 horas al día, pero eso no lo detuvo y se mantuvo en actividad hasta el 2009.
Murió el 25 de mayo de 2010 a la edad de 95 años.