Las historias literarias en Hispanoamérica han quedado a deber al mundo del conocimiento, al guardar silencio sobre un corpus grande e impactante de textos que la historiografía no ha podido catalogar ni estudiar porque no corresponden a la tradicional clasificación de géneros literarios reconocibles, planteó Martha Elena Munguía Zatarain, del Instituto de Investigaciones Lingüístico-Literarias (IIL-L) de la Universidad Veracruzana (UV).
Lo anterior al participar en la mesa “Género menor y risa en Hispanoamérica”, en el marco del Simposio “Géneros menores y risa”, organizado por esta casa de estudio y la Universidad de Zaragoza, España.
Munguía Zatarain, durante la charla intitulada “¿Arte literario menor? El viaje del enunciado convencional a lo poético por el camino de la risa”, expuso que en Hispanoamérica se ha renunciado a hacer historia literaria.
“Hago esta afirmación tan obvia para todos nosotros, porque las historias literarias nos siguen debiendo un mundo de conocimiento sobre la vida palpitante que han llevado diversos géneros literarios por estos territorios.”
Incluso, “parecen haber renunciado al deber de integrar, de repensarse y de rehacerse, y se opta por la crítica de lo inmediato o por la reiterada conjunción de estudios y a determinados hechos, sin un verdadero ejercicio de revisión”.
Sobre estos textos que no han sido clasificados, estudiados o esclarecida su genealogía, comentó que algunos teóricos han optado por recuperar el antiguo y prestigioso vocablo de “fragmento”, para hablar de este conjunto de textos heterogéneos, huidizos, que no pueden ser cuentos –porque no tienen una orientación narrativa–, tampoco ensayos –porque no han sido concebidos para argumentar una idea–. Cabe mencionar que se denomina “fragmento” aquellos escritos que los críticos literarios no saben qué son o a qué género pertenecen.
No obstante, la investigadora afirmó que es inconveniente la categoría de “fragmento”, dado que resulta problemática al convertirse en una especie de costal abigarrado que apenas da cuenta de algunos rasgos de este tipo de escritura.
En el mundo hispanohablante, destacó, Wilfrido Corral ha sido un crítico que ha intentado fijar algunos límites y criterios para pensar el “fragmento” como un género literario particular, reconocible y diferenciable de los otros.
“Busca ubicarlo con plenos derechos dentro del canon de las formas literarias complejas, al reconocerle un trabajo estilístico superior, una vocación de sentido profundo; además, de deslindarlo de los orígenes orales que marca André Jolles para las formas simples.”
Para Corral, indicó, se trata de un género lleno de yuxtaposiciones, extravagancias, es cabalístico, rompe con las expectativas de los lectores e incluso atenta contra el hábitat de la literatura lineal.
Munguía Zatarain planteó que la situación de estos textos no se resuelve con sólo catalogarlos como “fragmentos”, cuando en realidad hay una gran diversidad, por ello es necesario estudiarlos y buscar una clasificación nueva para ellos.
En la misma mesa se contó con la participación de Pol Popovic, del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), con la plática “Lo cómico y lo equívoco en la obra de Juan Rulfo”.
Paola Cortés Pérez. Xalapa, Ver.